MADRID, 12 de junio de 2012. Tercera de feria. Lleno. Cinco toros de Luis Terrón y un sobrero (2º) de Pallarés, mansurrones y entablerados. Andy Cartagena, oreja y oreja. Sergio Galán, palmas y dos orejas. Leonardo Hernández, silencio y oreja. Cartagena y Galán salieron por la Puerta Grande.
Con los rejoneadores se agotó el papel por primera vez. Bien es cierto que, como suele ser habitual, con un público diferente, que además lo pasó entretenido, admirando los caballos y en ocasiones el toreo a la jineta.
Tanto la corrida titular de Luis Terrón como el sobrero de Pallarés sacaron más que nada mansedumbre y tendencia a las tablas. Luego la cosa fue cuestión de medida desde el más agresivo cuarto al absolutamente manso que cerró plaza.
Después de su año prácticamente en paro por lesión, Andy Cartagena confirmó en Las Ventas las buenas impresiones que ya dejó en Sevilla. Clavó con precisión en su primero, al que además hubo fases de toreo muy templado. Pero mejor estuvo con el cuarto, al que redondeó un tercio de banderillas de gran valía. Una tarde bien redondeada, con el poso de la serenidad que deja la madurez.
El rejón de muerte privó de mayor premio a Sergio Galán con el sobrero que lidió en primer lugar. Pero donde estuvo realmente bien fue con el quinto, toreando con hondura y clase. Se superó en banderillas, cuando su enemigo acortó el recorrido y tuvo que hacerlo todo el rejoneador. Actuación muy emotiva que llegó con facilidad a los tendidos.
Con el lote más deslucido, Leonardo Hernández hizo todo un alarde de amor propio con el que cerraba plaza, un manso con la cara por las nubes, al que costaba poderle clavar. Sacó a relucir su buen oficio y acabó pudiéndole y hasta gustándose, como hizo con las banderillas. Todo ello a base de exponer mucho. En conjunto, una labor seria y centrada, en la que estuvo muy por encima de su lote.
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