Pasado los prolegómenos habituales de Olivenza, Castellón y Valencia, la temporada afronta ahora algo más de dos meses que siempre resultan decisivos para recolocar a cada cual en su sitio y para tomarle el pulso al propio estado de la afición. Primero Sevilla con su feria de abril y a continuación la maratón madrileña de San Isidro –con el previo del ciclo de la Comunidad– forman como siempre ha ocurrido el eje principal del año taurino, del que luego serán de algún modo deudores todas las grandes ferias.
Esta temporada grande, que este año tuvo como adelanto el Domingo de Ramos con la fallida encerrona de Iván Fandiño en Madrid y el sólido triunfo de Eugenio de Mora en resurrección, se presenta con perfiles muy diferentes. Si Sevilla vuelve a ser la “feria de los ausentes”, a Madrid se le ha puesto la pega de su muy escasa atención a los nuevos valores, con el caso emblemático de que por primera vez en muchísimos años no haya ni una sola confirmación de alternativa.
Sevilla ha capeado su propio vendaval con mejor fortuna que el año anterior, pero no por ello dejan de ser carteles impropios de una feria de este rango. Para no liarnos, digamos que la culpa del descalabro es del “maestro armero”, que es personaje que carga con lo que le echen y sin rechistar. Si a la falta de nivel se le suma que para el abonado ha supuesto una muy apreciable subida, el cuadro está completo. El malestar de muchos, también.
Luego las sorpresas que nos depare la fortuna serán las que sean, pero de entrada toda la responsabilidad si la ha echado a sus espaldas José María Manzanares. Sólo le faltó que, como siempre hicieron las figuras históricas, además hubiera pedido la corrida de Miura.
Pero el compromiso es muy fuerte. Hasta admitiendo que lidie nada más que ese “toro predecible” –una expresión que ha hecho fortuna– la papeleta no es pequeña. Desde luego, Sevilla le recibirá con los brazos abiertos. Si antes ya era, en expresión mexicana, su “consentido”, en 2015 su nueva apuesta por la Maestranza le será reconocida. Pero en el toreo esos reconocimientos son flor de un día: cuatro tardes y ocho toros tienen mucho que lidiar. Y cuando suena el clarín se acaban las nostalgias.
Desde luego si Manzanares culmina su paso por Sevilla con éxito, se consagra definitivamente en la Maestranza. Y en los demás sitios. Pero eso requiere, como el torero tiene experimentado, de una preparación anímica y física fuera de lo común. Su paso por Valencia será mejor dejarlo en suspenso, porque allí no se le vio en toda su plenitud. Pero hay que suponer que de cara a Sevilla el torero lo va a vivir todo de otra forma.
Aunque sólo sea por la mano que le ha echado a Sevilla, salvando su tradicional corrida del Domingo de Resurrección, por historia y por cuanto representó el adiós que merecía una gran figura como Juan A. Ruiz “Espartaco”, reaparecido para la ocasión. La afición le esperó con cariño y por el paseo de Colón e lo llevaron a hombros hasta el Hotel. y eso que ni la corrida ni las bolitas del sorteo le fueron propicias. Pero sigue siendo mucho Espartaco, pese a que traspasó la frontera de los 50 años.
Importante también la feria a la que se ha comprometido Enrique Ponce; apuesta fuerte la de Iván Fandiño y Manuel Escribano, sobre todo de éste último, muy necesitado de retomar nuevos vuelos. Y si en Madrid las alternativa brillan por su ausencia, en Sevilla habrá ración triple: José Garrido, Lama de Góngora y Borja Jiménez. De todo ellos, buena parte de la afición mira hacia el extremeño Garrido, al que en este cambio de escalafón nada le ha salido como estaba programado; pero aquellos valores que dejó patente en su “encerrona” de Bilbao siguen mereciendo un crédito y que las empresas no le dejen parado a las primeras de cambio.
Mucho se juega en esta feria “El Cid”; va a influir en el resto de su campaña para el reaparecido Rivera Ordóñez –ausente de Madrid– y al final se hará más notoria la incomprensible ausencia de Diego Urdiales. De los nuevos, el mejor colocado es Pepe Moral.
No habrán sedimentado las realidades que nazcan en Sevilla cuando ya andaremos preparándonos para la gran maratón, la madrileña. Resulta, sin duda, un exceso calificar sus carteles como “espectaculares”, como hizo innecesariamente el consejero Salvador Vitoria, responsable máximo de la plaza de Las Ventas. Pero no puede negarse que Taurodelta ha tratado de hacer las cosas de modo razonable.
Se le critica, y con razón, que haya dejado marginado a los nuevos valores, que tanto fiaban a su confirmación de alternativa. La Empresa ha sido demasiado prudente a la hora de explicarse, porque si se le presta oído a lo que circula entre los aficionados la cosa es clara: las figuras no han querido que en sus comparecencias por delante fuera una confirmación, en lugar de reunir a tres de la misma dimensión, en eso que se han denominado un “cartel rematado”.
Tal como discurre las cosas, de antemano el cartel de la feria esta fuera del abono: es el mano a mano de El Juli y Perera en la Corrida de la Beneficencia. Poco convincente resulta que Morante, ausente de Sevilla, no quiera más que una tarde en Madrid; se ve que lo suyo es el tour más que nada. No es causa suficiente su fuerte compromiso en Sevilla como para justificar que también Manzanares se apunte a un solo paseíllo. Pero otro tanto ocurre con la ausencia de Enrique Ponce por desacuerdos en los dineros.
Lógico resulta que Perera asuma el protagonismo principal, después de todo lo hecho en 2014. Incluso con benevolencia tiene un pase que Talavante se comprometa para tres tardes, que al menos en una de ellas debería tener mayor compromiso. Por ejemplo, como ha hecho Castella que sus dos corridas habituales ha sumado la de Adolfo Martín.
Se merece tripitir Diego Urdiales, que así compensa la ausencia sevillana; más discutible es que también lo haga Miguel Abellán, aunque tuviera un meritorio 2014. Apuesta dura e importante la El Cid encerrándose en solitario con la corrida de Victorino Martín. Una doble oportunidad para Manuel Escribano, que si con lo que haga también en Sevilla no levanta vuelo, va a tener las cosas más complicadas.
Junto a la nutrida presencia mexicana, que tan buen recuerdo dejó en los años anteriores, hay que anotar de forma necesaria que toreros destacados aunque aún en el segundo escalafón tengan oportunidades isidriles mejores que en otras ocasiones.
Poco compromiso dejan entrever quienes hoy comandan el escalafón de la novillería. Ninguna buena cosa es que ni Varea, ni Ginés Marín, ni Álvaro Lorenzo hayan querido estar en San Isidro, a la espera de que se sabe qué mejores vientos. Y bajan de nivel las corridas de rejones, por la decisión de Hermoso de Mendoza y de Ventura de actúan en una sola ocasión.
En el capitulo de ganaderías, a diferencia de Sevilla, con un mes toros se hace posible que haya un mayor equilibrio entre los distintos encastes, aunque un año más abunde ampliamente lo de “domecq”. Pero para el aficionado más torista, se le han preparado una semana. En cambio más que discutible es que de nuevo Victoriano del Río tenga que lidiar dos corridas.
La rueda de la fortuna, en fin, está a punto de echar a rodar. Ahora nos olvidaremos de los pleitos intestinos y pasará a ocupar el primer plano la única verdad de la Fiesta: el toro y el torero mano a mano en el ruedo. Como es de toda lógica, luego la suerte irá por barrios. Pero precisamente en la capacidad de dejarse sorprender radica el gran tirón del mundo del toro.
Y una sorpresa puede ser que en medio de la feria de San Isidro se cuele una feria de Córdoba a la que la FIT en estado puro le aporte un gran tirón. Aunque hasta que pase el serial de Aguascalientes, ni siquiera las conversaciones será oficiales, se mantiene la posibilidad de que en la ciudad de los Califas aparezca el nombre de José Tomás, con Morante o sin Morante. Todo eso está en la fase de proyecto, hasta que no se consume el regreso del torero de Galapagar en la plaza de tan dramáticos recuerdos.
Y mientras todo esto llega, la FIT ha reunido en Málaga sin éxito mayor a los cuatro disidentes de Sevilla: Morante, El Juli, Perera y Talavante, con cuatro toros de Jandilla y otros tanto de Daniel Ruiz. Por si acaso, la empresa había tomado precauciones de competencia: la organiza en el Sábado Santo, eludiendo así coincidir con la tradicional de Resurrección en Sevilla. A pesar de todo, el 2No hay billetes" que se puso resultó muy discutible a vista de los heucos en los tendidos.
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