Presentación en Madrid de la editorial «La cátedra taurina»

por | 14 Oct 2014 | Literatura taurina

En el acto con el que ha concluido el curso cultural desarrollado por el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad, se ha presentado en Madrid la editorial La Cátedra Taurina, a la vez que se hacía la presentación de sus dos últimos libros: “Biscaya taurina” y “Zacarías Lecumberri: el estoqueador aventurero”, en un acto que congregó a numerosos aficionados en la Sala Antonio Bienvenida de Las Ventas.

En su intervención, el Director-Gerente del Centro, Carlos Abella, destacó, entre otras cosas, el significado profundo que tiene en la actualidad que las dos editoriales que mayor atención prestan a la Tauromaquia una esté radicada en Cataluña, Ediciones Bellaterra, y la otra en el País Vasco, La Cátedra Taurina.

Por su parte, el escritor Asier Guezuraga tuvo una ajustada intervención acerca del momento que en la actualidad atraviesa la Tauromaquia en Euskadi y las singularidades de sus aficiones, de la que es un gran conocedor, porque en su día formó parte de la directiva del Club Cocherito, decano de las entidades taurinas.

A cargo de Antonio Petit corrió la presentación del editor y escritor Antonio Fernández Casado, a quien calificó como un auténtico hombre hecho a sí mismo, un emprendedor que ha demostrado su capacidad profesional especialmente en el sector hotelero, pero que ahora como editor ha sabido iniciar una actividad en la que conjuga los con buena mano todos los elementos que las nuevas tecnologías brindan, tanto en el campo de la edición como en la comercialización, a la vez que mantiene el principio del rigor documental y de una literatura de muy cuidada escritura.

“Pero antes que un editor moderno y un excelente escritor, en materia taurina es sobre todo un verdadero investigador, una actividad a la que, robándole horas al tiempo libre, dedica un esfuerzo muy importante y que le permite ser hoy un excelente conocedor de toda la realidad taurina y de su historia, muy significadamente la relacionada con el País Vasco”.

Fernández Casado, finalmente, explicó la naturaleza y los objetivos  de La Cátedra Taurina, nacida precisamente para hacer presente a la tauromaquia en el ámbito cultural para divulgar y defender su historia y su gran arraigo social. Declaró su vocación por la Tauromaquia en el País Vasco. En este sentido, destacó más adelante que la sucesivas iniciativas literarias que promueve se dirigen, precisamente, a servir de muro de contención ante  quienes, desconocedores de este mundo y de su historia, muestran su incomprensión frente al hecho taurino.

No dejo de hacer una llamada de atención para que los aficionados se movilicen en defensa de la Fiesta y especialmente para que se apoye, incluso ampliando la asistencia de espectadores, la trayectoria que mantiene la plaza de toros de Bilbao y sus Corridas generales, para que se mantengan siempre por encima de cualquier género de polémica política.

El prólogo a la biografía de Zacarías Lecumberri

Hay un texto que, además de prologar la interesantísima y curiosa biografía de Zacarías Lecumberri, refleja a la perfección la personalidad de su autor y, en el fondo, el sustrato que impulsa a “La Cátedra Taurina”. Por eso, resulta muy ilustrativo reproducir aquí ese texto que sirve de prólogo a este libro que está escrito por Asier Guezuraga:

“Curiosamente, el libro que he de prologar es el que me hubiera gustado escribir. Una de mis aspiraciones vitales, que refrendo cada vez que voy a visitar a mi padre al camposanto de Busturia, ese oreo salobre en el que se encuentra también enterrado Zacarías Lecumberri, ha sido la de descifrar el enigma bajo el que siempre se me ha revelado la imagen del novillero de mi tierra.

No es fácil glosar una figura cuya aura atrajo a autores como Unamuno, que decía de él «que toreaba en vascuence sin traducir», o Wenceslao Fernández Flórez, que aseguraba que «nuestra devoción, en estas cosas de toros, está con Lecumberri», ni sencillo desmadejar el ovillo de la personalidad de quien lo mismo brindaba sus toros en un perfecto euskera, que rompía para el bando nacional el cerco marítimo andaluz durante la Guerra Civil.

Si alguien aúna capacidad literaria y conocimiento del medio es Antonio Fernández Casado, que ya desde la atalaya de un merecido paréntesis profesional puede volver a lucir el terno de Antonio de Monterrey para la ardua tarea de «ir capeando temporales y matando toros», trasunto de la vida de Zacarías Lecumberri.

Es en el interior de este crisol de tremendismo, arrojo, apuesta y tesón personal, no exento de contradicciones vitales, en el que, citando de lejos, ha embebido el relato en su muleta, sin darse la ventaja de tirar por la futilidad del anecdotario, ahondando en aquel pozo descubierto en su inolvidable Toreros de hierro, donde las andanzas de mi coterráneo ya aparecían barnizadas por el brillo de la admiración.

Y es que, para quien anheló en su juventud enfundarse el traje de luces, resulta natural aprehender la pasión desbordada que derrochó Zacarías, ya fuera haciendo tapias en sus tiempos de maletilla, ya fuera al timón del Pedro de Valdivia o en los alberos en los que hizo el paseíllo en pos de un romántico sueño que le cosió a cornadas. En mi caso, el encantamiento proviene de algo más íntimo, una conexión geográfica y vital que, salvando los años, me transporta a las jornadas de pesca en un escenario común y compartido, las marismas de Busturia, en el mismo corazón del Urdaibai.

Aunque, probablemente, lo que a Antonio y a mí nos atrajo en última instancia fue su empeño en poner el pecho para citar al toro y a la vida. Ese empeño que tan bien verbalizaba nuestro protagonista cuando afirmaba: «Yo no acostumbro a cambiar de cara, ni de palabra».

Desconozco si a lo largo de esta sinfonía inacabada que es mi vida lograré cumplir mi anhelo. Lo que ya llevo por delante es que la historia a la que se había hecho acreedor Zacarías Lecumberri ya está contada. Y tengo la enorme satisfacción de que el que se ha cobrado esa deuda por todos nosotros ha sido mi amigo Antonio Fernández Casado”.

La cátedra taurina

El empeño empresarial y literario que representa La Cátedra Taurina, uno de los sellos de Ediciones La Cátedra,  es de las iniciativas más interesantes en  favor de la Tauromaquia se han hecho en los últimos años. Hasta ahora está bastante centrada en una parcela importantísima, como es la presencia del toreo en las tierras vascas, aunque en su programación anuncian nuevos campos de trabajo; de hecho, ya han publicado un trabajo muy ilustrativo sobre el gran Roberto Domingo.

Pero como punto de arranque representa un trabajo muy sólido. De hecho, podríamos decir que Fernández Casado y su Editorial están construyendo, y no es ninguna exageración, un auténtico Cossío de la Tauromaquia vasca. Toreros de Hierro  o los dos volúmenes en que inventarían todas las plazas habidas en el País Vasco a lo largo de la historia, resultan de consulta indispensable para entender aquella realidad., como es el caso de Bizcaya Taurina y del su Diccionario Taurino Guipuzcoano.

Pero, para enriquecer esa arquitectura histórica, han comenzado además a recuperar la rica, y además entretenida, historia de figuras que marcaron una época. Es el caso del otro libro que se presenta hoy: Zacarías Lecumberri: El estoqueador aventurero, personajes singular nacido en el corazón del País Vasco, capitán de  la mariana mercante y torero, que, como se comprueba al leer el libro, era verdaderamente una fuerza pura de la naturaleza. Una serie de personajes que Fernández Casado encabezó con su historia sobre Cocherito de Bilbao, la más original y documentada que hasta ahora se ha escrito, y sobre todo con Toreros de Hierro, un volumen enciclopédico de todos los toreros, en cualquier de sus escalafones, nacidos en tierra vasca

Siguiendo esta línea, viene recuperando textos de antiguas firmas taurinas, hoy menos conocidas, que en su época tuvieron mucho que decir.  Es el caso de Tomas Orts-Ramos, que en la crítica taurina firmaba como “Uno al sesgo” y su biografía sobre un personaje tan singular como  “Pedro Basauri, Pedrucho de Eibar”, o dos trabajos muy significativos dedicados a Rufino San Vicente ”Chiquito de Begoña” firmados por el dramaturgo Antonio Niscuito, y el bermeano Victorio de Anasagasti, conocido en la crónica taurina por su pseudónimo “El Doctor Anás”. 

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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