Aprobarse la ley para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial y ponerse de los nervios algunos políticos ha sido todo uno. Lo dicen con toda claridad: con la ley en la mano, y a salvo de que el Constitucional se pronuncie –si es que algún día lo hace–, sostener el prohibicionismo taurino catalán se tambalea. Y se tambalea, precisamente, por algo a lo que un demócrata no se puede oponer: el derecho a la libre expresión y a la pluralidad creativa y cultural; a estas alturas de la historia mantener una política pro-censuras no se sostiene.
Que el Congreso de los Diputados apruebe democráticamente una ley resulta que ahora no es un ejercicio de la soberanía nacional, sino una “ocurrencia” (Xabier Trias dixit) o unos “ataques del ministro Wert y el PP para que vuelvan los toros” (según Ada Colau).
Muy en línea con ese ponerse de perfil que vienen manteniendo, el candidato socialista a la alcaldía considera que “no tendría ningún sentido” que los toros volvieran a Barcelona. Y para cerrar el cuadro, el candidato del PP considera que no debe pronunciarse porque la plaza “está en manos privadas”, mientras a su jefe de filas lo que de verdad le preocupa es que la Monumental se “reconvierta una gran mezquita financiada por gobiernos de países que son hostiles con los principios que defiende Europa”.
Y no podía faltar, como se lo iba a perder, el activista argentino Anselmi, que con fondos alemanes lleva años entrometiéndose en la vida política de distintos países que no son el suyo y hasta se permite ahora amenazar con llevar a España a los Tribunales internacionales.
Ya hacen planes de lo que será en el futuro la Monumental. La más clara es la señora Colau, la líder contra los desahucios, que no ve inconveniente en reconvertir directamente la plaza en un equipamiento público más, un planteamiento que siguen más matizadamente otros aspirantes a la alcaldía. Parece como si no se percataran que están haciendo planes sobre unos bienes privados, en el mismísimo centro de la Ciudad Condal, con los que no se puede contar sin previa expropiación. Y “desahuciar” por las bravas a los Balañá vale una pastizal. Ahí es nada semejante solar en el mismo centro de la Ciudad, por más que el ladrillo ande entre Pinto y Valdemoro.
Frente a esta beligerancia queda aún más en entredicho el desinterés que los taurinos vienen demostrando acerca de todo este esfuerzo legislativo. Pensemos en plan benéfico que es porque ellos no suelen leer las páginas del BOE. Pero si lo ojearan alguna vez se darían cuenta que se trazado un entramado legal sólido y bien estructurado, en el que caben todas esas reivindicaciones genéricas que se repiten los unos a los otros.
Y la prueba del 9, esa que dice que nuestra operación aritmética se ha cerrado bien, lo tienen en las propias reacciones de quienes se sitúan, con toda legitimidad pero también con escasa visión cultural, frente a la Fiesta de los toros. Si las leyes elaboradas fueran inocuas, nadie se habría visto obligado a salir a la palestra, con tanto vigor como lo han hecho.
Si los taurinos tuvieran la paciencia, algo que no suelen, de leerse los Diarios de Sesiones del Parlamento se darían cuenta de la dimensión de estas criticas y, a la inversa, la importancia de estas leyes. Resultan directamente proporcionales.
Sin ir más lejos, si se acercaran al último estudio del profesor Fernández de Gatta sobre “Derecho y Tauromaquia”, podrían conocer cuál ha sido la trayectoria histórico-jurídica de la Tauromaquia y como la situación actual resulta completamente inédita. Y a nuestro favor. Sólo hace falta ponerse a la tarea de aprovecharla. Algo que exige, además de reivindicaciones, trabajo, que es lo que viene faltando.
Que nos vendría muy bien que el Tribunal Constitucional saliera de esa modorra con la que ha tomado el recurso de inconstitucionalidad, hay que darlo por supuesto. Pero con sentencia o sin ella, hay cosas por hacer. Herramientas para hacerlo ya están en el BOE.
Una anotación al margen: para defender la prohibición que promovió, alude el ciudadano Anselmi que cualquier decisión que modifique esa situación sería una falta de respeto a los 180.000 ciudadanos que firmaron su proposición abolicionista. Si es por cifras, conviene andar como mucho ojo, porque frente a sus cifras podrían ponerse otras. Por ejemplo, sólo en la feria de San Isidro van a pasar ahora por Las Ventas más de 650.000 espectadores y a lo largo de la temporada de 2014 a las plazas andaluzas concurrieron más de 1 millón de personas. Y si miramos al computo nacional, pasan de los 24 millones de espectadores en mas de 15.000 festejos celebrados en España . Y eso sin recordar que, ILP por ILP, la pro taurina tuvo 600.000 firmantes comprobados, esto es: más de tres veces que los que se oponían. O sea, respeto pero para todos los ciudadanos.
* Las declaraciones de los políticos catalanes se han tomado de la crónica “La izquierda quiere un centro para la cultura en La Monumental”, firmada por Angels Piñol en la edición de El País del pasado 20 de mayo de 2015.
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