CABRA. (Córdoba).- Primera de la Gira de la Reconstrucción. Empresa: Puerta Grande (José A. Cejudo). Cuatro toros de Santiago Domecq, correctos de presentación, destacando la clase del 1º y, sobre todo, el 4º, premiado con la vuelta al ruedo. Manuel Escribano (de azul cobalto y oro), una oreja y una oreja. Román (de grosella y oro),ovación y dos orejas. Por decisión municipal, con un alcalde más estricto que el ministro Illa, sólo 250 espectadores y 50 profesionales, de apoderados a acomodadores; todos muy esparcidos por algunos tendidos de una plaza que oficialmente afora 6.187 localidades.
Incidencias: En esta nueva versión abreviada, el festejo duró una hora y 50 minutos, cinco minutos más que aquellos siete cuartos de hora que “Gallito” necesitó en la célebre tarde de Madrid en la que despachó los siete toros de Vicente Martínez.
Nadie duda del empeño y el trabajo que ha puesto en esta iniciativa el llamado Comité de Crisis, que es muy de agradecer. Pero con un escenario tan grande y 250 personas en los tendidos, a golpe de televisión aquí faltaba algo. Digamos que el ambiente, que nace del latido de los aficionados. El arte del toreo, también su versión más reglada, tiene una vocación inequívoca que se enseñorea en las esculturas de Benllure.
Como esta iniciativa tiene y debe seguir adelante, a lo mejor es momento para consultar a Jaime de Armiñán, porque quizá pueda aportar el secreto de cómo dar esa fuerza que faltaba a la escenografía, que resultó heladora, sobre todo cuando se ve en la pequeña pantalla. Si el premiado director de cine, que tan bien ha narrado el mundo del toro, tuviera ese secreto, a todos nos haría un gran favor.
Ese más que detalle, resaltaba aún más por ser una plaza excelentemente acicalada para la ocasión. Algo colaboró, para quien lo ve a distancia, los acertados comentarios, siempre pendiente de los detalles, de Emilio Muñoz. Pero un espectáculo de televisión no sólo vive, no sólo engancha al espetador que está en casa con los muñoz de turno, incluso cuando lo hacen tan bien como el trianero. Necesita de un Armiñán que aporte el marco mas adecuado. Si es que eso es posible en el toreo.
Asuntos colaterales al margen, contento estará don Santiago Domecq con los toro que trajo a Cabra. La clase del que abría la tarde era sobresaliente; el que cerró la función era una máquina de embestir con movilidad y entrega. Nos hizo disfrutar.
A gustó pasó de capote y muleta Manolo Escribano a ese buen primero, pero en toda la tarde no se ahorró ni un capítulo de su repertorio habitual. Lo mejor, un par de series sobre la mano izquierda y los lances de recibo en su primer turno.
Más templado, más centrado, aparece Román en esta no temporada. Su afán de llevarlos muy abajo, no la aceptaba el flojo domecq que hizo 2º. En cambio, con el vibrante 4º rayó a muy buena altura, toreando hacia adentro y ajustado.
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