¿Por qué no nombrar un líder para unificar la estructura profesional de la Fiesta?
por Taurología | 18 Jul 2011 | Punto de vista
En Editoriales anteriores, nuestro periódico se ha pronunciado sin rodeos acerca de la difícil etapa que atraviesa la Fiesta, en la que la multiplicación de problemas de toda naturaleza –desde la comunicación a la realidad ganadera— se acumula cuando se vive un momento de profunda desunión e incluso incomunicación entre los distintos estamentos taurinos.
Entre el empresariado no se observan análisis y terapéuticas compartidas, los toreros no han conseguido aún alcanzar una organización unitaria, las que estaban llamadas a ser organizaciones unitarias –la Mesa del Toro es la más emblemática de todas— están en vía muerta. Ni siquiera entre las organizaciones de aficionados se dan esos principios de homogenizar posiciones. Reconozcámoslo claramente: ni la importante iniciativa de constituir una Coordinadora Internacional de la Tauromaquia y su propio ente paralelo en España ha servido para unificar verdaderamente al mundo taurino; basta cotejar las presencias y las ausencias que se dan para comprobar lo dicho.
Frente a estos reinos de taifas, con el dañino ingrediente de tener además intereses económicos enfrentados, entre otras muchas consecuencias dan origen a una principal: vienen fortaleciendo de manera continuada a los movimientos antitaurinos. Sin ninguna dósis de pesimismo, sino desde el realismo má frío, no hay más que darse una vuelta por internet para comprobar la conjunción mundial que se produce entre los antis, mientras quienes defienden la razón y el buen criterio se pierden en cuestiones la mayoría de las veces banales.
Y a mayor abundamiento, la Fiesta está instalada hoy en una etapa social y política de la que poco puede esperarse. Un Gobierno que está ya de salida nunca es vía eficaz para que tome decisiones de fondo; unas veces será por el aquel de preservar sus votos, otras porque no hay tiempo hábil para hacerlo cuando le acogotan problemas más vitales. Pero tampoco se puede mirar con demasiada tranquilidad hacia quienes pueden ser la alternancia en el Poder. No nos engañemos, no es lo mismo cómo una futura Administración va a tratar a la Fiesta de la misma forma si en ella tienen capacidad de decisión personalidades como, por ejemplo, Pío García Escudero o Juan Manuel Albendea, que otros sobradamente conocidos por todos, y nada digamos si se trata de políticos desconocedores de la Fiesta.
En medio de este conjunto de circunstancias, no hay que acudir a un experto de cinco estrellas para advertir que esta dolorosa realidad toma su origen de la ausencia en el planeta de los toros de un liderazgo claro, reconocido y con autoridad, que sea capaz de de alcanzar la unificación taurina, tanto como gestor ejecutivo, pero también como poder moderador entre sectores que en sí mismos son y seguirán siendo diferentes en sus intereses particulares.
Ese hipotético líder que se busca debe responder a una serie de criterios que en sí mismo resultan evidentes. Y así, tiene que ser un buen conocedor de la realidad taurina; debe acreditar capacidad de gestión y de mediación entre distintos; tendrá que poseer la autoridad moral que proporciona su independencia y su prudencia; pero necesitará, además, contar con el respeto de las fuerzas políticas y sociales que constituyen el cañamazo fundamental del Estado. A partir de ahí, lo que resta es que todos los sectores implicados acepten su liderazgo.
Hasta aquí todo es razonablemente entendible e incluso compartible. Las realidades de la vida cotidiana nos enseñan que los problemas se empiezan a poner casi irresolubles cuando a esa figura hay que identificarla con nombre y apellidos, entre los muchos candidatos idóneos que sin duda se dan.
En más de una ocasión lo hemos oído en reuniones de taurinos y de aficionados, pero no se termina de poner negro sobre blanco. Pero entendemos que ha llegado el momento de hacerlo: ¿por qué no pensar en una personalidad como Enrique Múgica para desempeñar esa función de liderazgo unificado? Las condiciones necesarias las reúne todas y, además, hoy tiene tiempo y afición para dedicarse en cuerpo y alma a este empeño. A algún taurino de escasísimas luces le hemos oído poner, por ejemplo, una objeción que para él era tremenda: “Es que es muy amigo de los Lozano”. No se puede aducir un sin sentido más grande, ni menos oportuno. Si las argumentaciones son de esos rastreros niveles, lo mejor acabará siendo cerrar la tienda y allá cada cual con su problema. Pero la Fiesta no está hoy para dejarse llevan por esas reacciones, que sólo se explican por la ignorancia.
Si aquí se propone este nombre concreto no es para promocionarlo, que ni el interesado necesita, ni es tal la misión de un medio de comunicación, un medio que para más señas jamás ha tenido relación de ninguna naturaleza con el señor Múgica; sino para promover el debate y reanimar una iniciativa necesaria. Más allá de éste o de otros nombres que se pongan sobre la mesa, lo importante sería que el conjunto del mundo taurino se tomara en serio instituir ese liderazgo claro y fuerte, capaz de defender sus intereses, que hoy están en mayores riesgos de los que muchos creen.
Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".
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