¿Por qué levanta tantos recelos el laboratorio especializado de Canillas?

por | 3 May 2014 | La opinión

De forma silenciosa pero insistente por los corrillos del taurinismo profesional circulan recelos evidentes –en ocasiones, también confesados– frente  al nuevo laboratorio que la Oficina Central de Asuntos Taurinos de la Policía Nacional (OCAT) tiene en Madrid, en el complejo de Canillas. Si en su día fue recibido con más que suspicacias, hoy han pasado a ser temores.

Como es bien sabido, se trata de un Centro de alta especialización, en el que se integran catorce expertos, especialistas en el peritaje de las astas de toros de lidia, pero también para llevar a cabo el análisis  de muestra biológicas y vísceras de toros y caballos exigidos por la normativa. Para ello, hace unos meses fue dotado con nuevos medios tecnológicos, para convertirlo en el laboratorio de referencia en estas materias.

Cerrando el círculo, la OCAT es también pasó a ser responsable de gestionar y actualizar la base nacional de toros rechazados y realizar las estadísticas de las medidas adoptadas y resultados obtenidos en la prevención y persecución del fraude en materia taurina.

Cuando el ministerio del Interior daba cuenta de esta noticia, allá por el mes de noviembre del pasado año, en su nota oficial se incluía un dato por lo menos sorprendente: en 1982 se registraron análisis en un total de 230 toros, mientras que en el trienio 2011-2013 pasó a ser tan sólo de 28.  En 30 años se habían reducido a la décima parte.

Aunque se apliquen todos los factores correctores que se quieran, en función de la progresiva disminución del número de espectáculos, esta drástica reducción no resulta entendible. Sobre todo si se tiene en cuenta que, pese al reparto autonómico de competencias, en España tan sólo se funcionan dos centros homologados de esta naturaleza: el de Canillas y el creado en el País Vasco.

A partir de estos escuetos datos cabría enjaretar el manido dicho popular de “el que algo teme, algo debe”. Pero es mucho más gratificante apuntarse a esa otra frase de un personaje ilustre: “El hombre honesto no teme la luz ni la oscuridad”.  Precisamente por eso, la existencia de este Centro especializado en lugar de temores debiera suscitar seguridades, en la misma medida que aumenta la fiabilidad de sus dictámenes y estudios.

Cuando se habla de restaurar los valores históricos de la Tauromaquia, que a la postre radican en esa trilogía que forman arte-emoción-riesgo, una pieza fundamental pasa, precisamente, por garantizar el factor toro, su plena integridad y su idoneidad para la lidia. Y no sólo porque es un requisito legal y reglamentariamente exigible, sino porque, sobre todo, es lo que permite que el hecho taurino nazca y se desarrolle en su contexto más propio y singular, o lo que es más importante: de acuerdo con el contenido de un patrimonio cultural común, que como tal nadie tiene potestad para desvirtuar.

No digo yo que los temores que hoy se detectan nazcan porque el fraude haya tomado generalizadamente carta de naturaleza en nuestros ruedos. Soy de los que prefieren pensar que en esa materia deberemos andar, más o menos, como en otras épocas. Es más, me inclino a suponer que antes que temores a una hipotética denuncia, en realidad lo que hoy en realidad anida en los profesionales taurinos es la preocupación que genera todo control externo, un elemento que se ve amplificado por el endémico –innecesario, también– oscurantismo que de siempre le ha rodeado.

Sin embargo, resulta indispensable ese control externo, esa certificación de calidad. Y ocurre así porque se trata de actividades de imposible autorregulación, como se comprueba en la historia. Pero a continuación hay que añadir que toda esta problemática no es algo privativo de la Fiesta; esta realidad se da en otros muchos sectores, curiosamente casi todos ligados ala creación artística.

Por ello, así como resultaría muy prematuro, y en ocasiones injusto, lanzar una nube de dudas y mucho más de denuncias hoy por hoy no probadas, de lo que se trata por el contrario es de normalizar y potenciar cuanto venga a garantizar la autenticidad de lo que vemos en un ruedo, sin posiciones preconcebidas, sino fiados en la capacidad técnica de quienes, desde los conocimientos técnicos y la independencia profesional, tienen encomendada la misión de establecer estos controles.

Vamos a dejarles trabajar, sin miedos ni recelos, porque lo que ellos hagan sólo va en beneficio de la Tauromaquia, que es el empeño común de todos.

Apóyanos compartiendo este artículo:
Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *