Dentro de la historia y las tradiciones taurinas de Bilbao, a muchos les llama la atención el nombre con el que se anuncian: “Corridas Generales”. La historiadora Laura del Rey, que tiene publicada una obra taurina importante, cuenta que dicha denominación apareció por primera vez en 1730.
La historiadora considera que, probablemente, el término se adoptó cuando la fiesta se convirtió en un auténtico espectáculo: “Hasta entonces se lidiaban toros monchinos y navarros por los llamados toreros “ventureros” y el público asistía gratis. A partir de ese momento, los toros se traen de Zamora o Salamanca, los toreros se contratan en Madrid y se empieza a cobrar el espectáculo. Aparece, además, la figura del empresario”.
Estos y otros datos muy interesantes se dieron a conocer en el curso de un coloquio celebrado recientemente en el Club Cocherito dedicado a la historia taurina de Vizcaya. En este sentido, los intervinientes vinieron a coincidir que en la Vizcaya rural ganaba prestigio quien se atrevía a lidiar toros bravos recogidos en los montes cercanos durante las fiestas patronales.
Moderado por la la profesora de la Universidad de Deusto, Begoña Cava, disertaron Jesús Mª Palacio, autor de “Trucíos: 100 años de toros”; Juan Tomás Sáez “Pikizu”, presidente de la Asociacion Arresi, de Balmaseda; Roberto Hernández, archivero municipal de Portugalete; Roberto Aspiazu, autor de un libro sobre las plazas de toros vizcaínas, y Laura del Rey, autora de la historia de los toros en Bilbao, de los 125 años de la plaza de “Vista Alegre” y de los 100 años del Club Cocherito.
Tras una breve introducción de la profesora Cava en la que hizo hincapié en la importancia cultural de la fiesta taurina “pues genera cultura en otros ámbitos como la pintura, la música, la literatura o la ecología”, se dio paso a los ponentes.
Jesús Mª Palacio recordó cómo, históricamente, se capturaban reses salvajes monchinas para lidiarlas en las fiestas. “La lidia de estas reses se prohibió en 1950, en beneficio de las dehesas castellanas”, comentó. Por otro lado, Juan Tomás Sáez, presentó el libro que ha editado la asociación cultural que preside, con motivo del 60 aniversario de la tragedia ocurrida en Balmaseda, en 1954, cuando se derrumbó la plaza de toros ocasionando 3 muertos y numerosos heridos. Una tragedia que no ha hecho desaparecer la afición taurina de la villa que tiene documentado su primer festejo en 1528.
Por su parte, Roberto Hernández descubrió la existencia de una plaza de toros fija que, con el nombre de “Vista Alegre”, que se construyó en el municipio de Portugalete en 1892 y que se inauguró por el diestro Miguel Baez “Litri”, abuelo del torero actual. Estaba situada frente al hospital San Juan Bautista y tenía capacidad para 5.000 espectadores. “El taurinismo de Portugalete tiene mucho que ver con la condición de plaza veraniega de la villa jarrillera durante la segunda mitad del siglo XIX, con la presencia de la alta burguesía bilbaína antes de que se asentara en Neguri, en la otra margen de la Ría”, dijo el archivero
Finalmente, Roberto Aspiazu insistió en la catalogación de las plazas de toros rurales como auténticos monumentos populares “casi siempre asociados a la presencia cercana de una ermita donde se veneraba al santo patrón del lugar”.
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