A JUAN BELMONTE
Tu infancia fue quincalla y alfarero
De ensueños en el barrio de Triana
De querer torear de chavalillo
Para ser becerrista en cualquier plaza
De soñar toreando a las estrellas
Por la noche en las Dehesas de Tablada
De echar raíces y casta de torero
Como nace el romero de su mata.
Faraón del toreo, inmensa gloria.
Encontraste en el toro tu fortuna
Rompiste moldes al quedarte quieto
Templando la embestida con dulzura
Mandando al toro y parando,
Con el arte,
De ser torero ya desde la cuna.
Y llegaste al toreo “pa” cambiarlo
Para llenarlo de temple y de infinito
Para inundarlo de giros transparentes
Para quitarle el puesto a Joselito
Para pegar tu “media belmontina”
De escultura de piedra de granito.
Mariposa de luces en el ruedo
Se arranca el toro bravo a tu figura.
Esplendor de arrogancia es tu capote
Llama ardiente ciñendo tu cintura
Como un ballet de sueños con el aire
Como el baile de un loco con la luna.
Gritos atormentados del tendido
Al abrazarte tan cerca con la muerte.
¡El mismo sol te aclama enfurecido!
Te jugaste el destino con la suerte.
Cambiaste los terrenos con el toro
Cairel fue tu toreo. Plata y oro
Escribiste la historia del toreo
Poniendo el sentimiento del artista
Estremeciste rompiendo las distancias
Tu muleta fue pincel y poesía.
¡Eterno bronce de estatua de Triana!
Capote de marisma y fantasía.
El toreo era tosco y sin justeza
Tú pusiste tragedia y temple quieto.
Tu capote se abrió en La Maestranza
Y floreció de rosas el albero.
Jamás hubo en el mundo ni en Triana
Artista más genial ni más torero.
Ungiste con el “pasmo” tu toreo
Blanco y plata de angustia, enardecido.
De riscos secos, de cielos despejados.
¡Quedó el Guadalquivir enmudecido!
Muletazos de brazos descolgados
En un ruedo de claveles encendidos.
Te ganó la partida Joselito
Cuando con “Bailaor” se fue para los cielos
Y viviste tu vida con los celos
De torear de nuevo otra vez juntos
Y para ver cumplidos tus anhelos
Te fuiste por tu cuenta de este mundo.
No quisiste ser vulgar, al irte solo
Con la puesta de sol de tus pesares
En tu “Gómez Cardeña” aquella tarde.
Lejanías de luto y olivares,
Con presagios de rotos alamares
Y los toros llorando en los corrales.
Las pupilas nubladas por el llanto
El corazón hundido en negro pozo.
A tu Triana herida te llevaste
No dijiste ni adiós cuando marchaste
Tu alma toreando nos dejaste
Y a Sevilla sumida en un sollozo.
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