PAMPLONA.- Primera del abono de San Fermín. Lleno. Toros de Puerto de San Lorenzo (4º y 5º con el hierro de La Ventana del Puerto), muy correcta de presentación pero desiguales de hechuras, deslucidos y bajos de casta. Emilio de Justo (de grana y oro), silencio y silencio. Alberto López Simón (de gris perla y oro), silencio tras un aviso y vuelta al ruedo. Ginés Martín (de caldero y plata), silencio y silencio.
El encierro: El primero de los encierro, con una duración de 2 minutos y 40 segundos, contó con una masiva participación de corredores y la manada fracturada a partir de la mitad de la carrera, para al final dejar tres heridos por asta de toro, de los cuales uno –un ciudadano estadounidense– es de pronóstico grave. Según pudo comprobarse en el ruedo, no todos los toros lidiados por la tarde se correspondían con los que corrieron el encierro.
Tras el prólogo habitual de la novillada y los rejones, con sendas Puerta del Encierro –para Diego San Román y Leonardo Hernández, respetivamente–, en el día del Santo Patrón el festejo discurrió con el bullicio tradicional, pero sin mayor historia, la muy poca que llevaban dentro los toros enviados por Lorenzo Fraile. En esta plaza con tanta personalidad aburrirse es imposible; lo que esta primera función mayor no pudo contener es toreo de calidad, ni incluso el remedio para la solanera.
Las escazas opciones que ofrecieron los toros salmantinos condicionó todo el festejo. Sin embargo, hubo destellos de interés. Por ejemplo, se confirmó una buena noticia: Emilio de Justo está ya recuperado de la lesión que sufrió hace unas semanas en Cáceres y que le ha hecho perder la mitad de los contratos que tenía firmados.
Pero también se confirmó que López Simón, serenado de la mano de Diego Robles, vuelve por su mejor senda, muy consciente del esfuerzo que hay que hacer para recuperar terreno. Y otro tanto ocurre con Ginés Marín, tras el bajón que sufrió en la pasada campaña,
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