La de San Silvestre es noche de sensaciones encontradas, alegría por el reencuentro navideño, tristeza por las distancias, melancolía, soñar despierto en el insomnio. Soñar no es dormir, es vivir con la dulzura de una eternidad. Es noche para recordar….el gran tesoro de nuestro recuerdo, de pesadillas que quisiéramos fueran realidad. Recordar a “Manolete” que sigue vivo en nuestro sentir. Año 2017 de multitud de homenajes de distinto calaje…y asistencia.
En mis horas de semivigilia, he tenido un intervalo lúcido: “Manolete” samaritano, en día de agosto, en Valdepeñas, un toro de Concha y Sierra –Doña Celsa Fron Frade para eruditos y “La Viuda”, sin más, para la sevillanía taurina militante– había partido femoral y safena a Pepín Martín Vázquez, el astro emergente arrollador, el que pocos días antes había cortado tres orejas en competencia con el monstruo cordobés, en la corrida de Beneficencia.
Hay que salvar la vida a Pepín. “Coger mi automóvil y llevarlo al Sanatorio de Toreros”. Al volante “Rovira” (espectador la tarde del percance). Sí, el mismo que abofeteó en Lima a un Luis Miguel Dominguín, que osó cruzarse en un toro suyo. A su lado el apoderado “Rayito”, detrás el fiel “Rubichi” y el hermano Manolo. El diestro herido acusaba dolor: “Aguanta José, estamos llegando a Madrid”. El coche rugía veloz atravesando la planicie manchega. Kilómetros que se hacían interminables. Por fin en el Sanatorio de Toreros de la calle Bocángel, esperaban solícitos el Doctor Jiménez Guinea y sus ayudantes Doctores Castillo y García de la Torre.
El ilustre cirujano sentencia: “a este hombre le han salvado la vida en la enfermería mi colega el Dr. Izarra y “Manolete” el compañero samaritano, yo voy a salvarle la pierna”. Pepín en quirófano tenía ya puesta la mascarilla del cloroformo. Me desperté sobresaltado. Esto pudo ser así. O tal vez fue una pesadilla…..
No logré espabilarme y apareció “Manolete”. Se encontraba reflexivo, melancólico, amarga temporada….en un paraje agreste junto a las ermitas de la sierra cordobesa. Mucho tiempo de silencio. Junto a él, su primo Rafael Saco “Cantimplas”: “Que bien se está aquí tito” le dijo, el que fuera siempre banderillero de su cuadrilla, a lo que “Manolete” tras larga pausa respondió: “Es verdad y callado mejor”. Estaba feliz, ensimismado en los ecos musicales de “La Oración del Torero” de Turina o “En los Jardines de la Sierra de Córdoba” de Falla.
De pronto, bajo una nube apareció José Tomás. “Maestro quiero ser tu discípulo. Deseo como tú y “Gallito” ser Rey de Toreo. Quédate con nosotros y dame tus consejos”.
“El mío, que puedo ofrecerte, ha sido camino lleno de abrojos y espinas. Tengo más de catorce percances de una u otra gravedad. Precio caro y amargo para merecer el califato del toreo –respondió el cordobés–. Ojalá estés dispuesto. Me dicen que atesoras muchas condiciones.
Te aconsejo, lo primero y principal, ser un buen compañero, generoso y leal, más si cabe con los adversarios. Recuerda lo mío con Pepín Martín Vázquez y Luis Miguel. Para disipar dimes y diretes, te sugiero compitas en buena lid al menos cien tardes alternando con Morante, Ponce y “El Juli” y ganaderías con casta y fiereza más que dulzura”.
Pruebas análogas fueron superadas históricamente por grandes figuras de otros tiempos. ”Gallito”, Belmonte, Gaona. Cinco actuaciones en ferias de Bilbao, Valencia, abono de Madrid, con Miura, Saltillo, Veragua, Santa Coloma, etc. etc.
“Por predicar con el ejemplo te, recordaré que competí en 120 tardes con uno de mis destacados adversarios, amigo y torero predilecto, Pepe Luis Vázquez. Nuestros “aduladores” no lograron enemistarnos; 72 tardes con Ortega; 60 con Arruza; con máximas figuras mejicanas, 17 con Silverio, 19 con “Armillita”, Garza, Procuna, Solórzano. Maté 16 corridas de Miura. Actué 70 tardes en Barcelona, 26 en Madrid, 17 en Mexico D.F., para qué seguir. Maté casi todas las corridas de Beneficencia sin otra retribución que mi satisfacción solidaria con los necesitados, todo ello a lo largo de solo ocho años.
Los actuales sectores taurinos tal vez no te lo pongan fácil. Pero la llamada “afición” ( y los públicos) te agradecerían otros planteamientos”.
Con tristeza en su rostro José Tomás desapareció: “Adiós Maestro” y el Califa cordobés le susurró aquellos versos de Conchita Citrón:
….”Ser torero es un traje que ciñe el miedo y adorna con sedas el alma del torero…es una sonrisa prendida al borde de los labios…es un partir plaza partiéndose la vida para navegar entre sueños sin la certeza de regresar”.
Y desperté de mi ensueño.
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