A modo de sinopsis del libro, la editorial El Paseo destaca que “Pepe Luis Vázquez fue torero desde que nació en el barrio sevillano de San Bernardo. Con la mirada puesta en la plaza de toros de Sevilla y en el Matadero, donde trabajaba su padre, se forjó un torero en el que la inteligencia y la gracia se fundieron de forma excepcional. En la posguerra, Sevilla y Madrid fueron los escenarios, casi por igual, de sus grandes tardes, hasta convertirse en unos de los pilares del arte taurino en el siglo XX. En esta pionera biografía de Pepe Luis, como se le conoce en los ambientes del toro, se repasa su vida familiar y sentimental y se aborda al detalle la trayectoria como matador de toros. Un fino y tremendamente serio concepto de la tauromaquia, junto a su obsesión por pasar desapercibido, le convirtieron en un torero de culto”.
Un resumen atinado de lo que han conseguido Antonio Lorca y Carlos Crivell con su nuevo trabajo editorial, al que han titulado “Pepe Luis Vázquez, torero de culto”. Y es que estamos ante una personalidad que ha sido única en el mundo del toro del siglo XX. Presentado el pasado martes día 15 en un acto cultural celebrado en el salón de actos de la Fundación Caja Rural de Sevilla, con múltiples representantes de la sociedad y de la torería sevillana.
A raíz de esta presentación, el columnista sevillano Luis Carlos Peris ha escrito en las páginas de “Diario de Sevilla” un resumen que lo dice todo: “Carlos Crivell y Antonio Lorca forman una simbiosis desde la que han parido la obra que contribuye a conocer mejor la idiosincrasia del torero. Califican al de San Bernardo como un torero de culto y creo que les acompaña la razón. Pepe Luis es para las generaciones que no lo vieron torear un referente por lo que oyeron, pero en su época no fue sólo torero de culto, sino el que logró que le hirviera el agua a Manolete en más de cien tardes, nada más y nada menos. Libro de obligada lectura para quien quiera conocer bien al penúltimo rey de Sevilla”.
La obra
A modo de definición de su trabajo, ha dicho Antonio Lorca que se trata de "un homenaje a uno de los grandes toreros de la historia; la reivindicación humana y taurina de un personaje capital que, por carácter sencillo y humilde y por su decisión de apartarse del mundo y de los homenajes, vio mermada su aureola de gran figura". Y ha dicho bien.
Carlos Crivell, por su parte, pone el énfasis en que Pepe Luís "fue, por encima de todo, un torero cerebral, en el que lo primero fue la inteligencia que le permitió conocer a los toros de manera primorosa; fue un torero de sabiduría innata y fue un artista porque su toreo estaba adornado por la excelencias de la pureza y el clasicismo"; luego, además, aportó "gracia natural, que es lo que ha perdurado, aunque no fue lo primordial en su estilo".
Lorca, cronista del diario “El País”, aborda en este volumen el lado más humano del histórico torero. Y lo hace con un trazo firme: "Pepe Luis fue un personaje original, un artista y un hombre íntegro y cabal, de los pocos que, de vez en cuando, aparecen por la vida; de exquisita educación, de esos que no hablan por no molestar, de pocas palabras, de gran vida interior, reflexivo y sentencioso".
Nos descubre, además que el Sócrates de San Bernando fue "amante de la poesía y amigo de pintores, escritores y músicos; disfrutaba con los hermanos Machado y Alberti, le encantaban Mozart y Schubert, se relacionó con Zuloaga, Bergamín y José María Cossío, y el maestro Joaquín Rodrigo, entre otros".
Como describe Lorca, "alcanzó todas sus metas: fue figura del toreo, sacó adelante a sus hermanos, formó una familia numerosa, vivió feliz entre los suyos y se retiró del mundo para gozar del campo”. Pro da un paso más allá cuando afirma que Pepe Luís “fue feliz en el silencio y la soledad; su viuda dice que fue un hombre del campo, y humilde hasta la timidez, que prefería pasar inadvertido y al que le hubiera agradado ser invisible".
Bajo el punto de vista mas estrictamente taurino, Carlos Crivell nos recuerda que "los principios en los que asentó su tauromaquia casi se han perdido; es cierto que el toro, eje básico del toreo, ha cambiado, y el que Pepe Luis lidió necesitaba un dominio previo a la creación del arte, algo que ahora raras veces ocurre porque ya no hay toro que dominar".
Una atinada observación que remata en estos términos: "Esos aspectos del toreo eterno, la pureza, la naturalidad, el buen gusto, la torería en suma, se están perdiendo, y el recuerdo de Pepe Luis es muy adecuado para recordar que hay situaciones que deben perdurar en la tauromaquia; fue un torero de Sevilla, lo mismo que después lo fue Curro Romero; la prevalencia de Pepe Luis se sintetiza en una frase: Pepe Luis es Sevilla misma vestida de luces".
Por algo es rigurosamente cierto, como ha dicho Carlos Crivell, Pepe Luis "es un compendio de toreros como Joselito El Gallo, por su capacidad lidiadora; de Belmonte, por su temple; de Chicuelo, por su gracia torera, y Rafael El Gallo, por su duende".
►El prólogo
El nuevo libro sobre Pepe Luis se abre con un muy afortunado prólogo, a cargo del profesor Manuel Castillo Martos, Catedrático Emérito de Historia de la Ciencia. No podría haberse elegido un mejor pórtico. El autor nos explica como tanto Antonio Lorca como Carlos Crivell, nos hacen recorrer la Sevilla taurina de la época con gran capacidad de síntesis y rigor, ahondando en las vertientes humanas, tanto en cuanto al Pepe Luis familiar como al torero.
He tomado como título de este «prólogo» la afortunada frase de Carlos Crivell dedicada a Pepe Luis Vázquez torero, que puede ser compartida con el hombre familiar. Pero vayamos por parte. Un torero de culto es aquel al que los aficionados veneran como un tótem y tiene una legión de seguidores incondicionales que adoran ciertas faenas que le han quedado en la memoria, y toreros que generación tras generación cultivan, o intentan cultivar, su tauromaquia. De esto se deduce que Pepe Luis lo fue, sigue inspirando a muchos, y es recordado por otros.
Aun cuando la capital del toreo español sea Madrid, porque en su Plaza se confirman las alternativas y las ganaderías toman antigüedad, el pulso taurino ha estado en Sevilla, en la actualidad comparte esta primacía con otras pocas Plazas. La Sevilla de Pepe Luis era la ciudad protagonista en la que se daba cita la intelectualidad que giraba en torno a la tauromaquia, cuyo decorado servía de inspiración a las más importantes figuras del toreo, y a artistas —escritores, pintores, músicos, escultores, etc.— que han legado obras emblemáticas, al tiempo que se veían los personajes más oscuros de la sociedad de la época. En las ciudades de esta índole siempre han convivido la cima y la sima de la sociedad. Contrastes sociales que, como ha sido una constante a lo largo de la historia, dejan claro que tanto los triunfos como las desgracias no se reparten de manera uniforme.
Imposible aproximarse al toreo de la primera mitad del siglo pasado sevillano sin entrar de lleno en la tauromaquia de Pepe Luis. Haciendo las pertinentes diferenciaciones entre las diversas maneras de concebir la tauromaquia que tenía Pepe Luis y los demás toreros, podemos afirmar con los autores que la de aquél impregnaba la vida de la ciudad en lo que a tauromaquia se refiere y, por ende, del sevillano.
Lo escrito por Antonio Lorca y Carlos Crivell, nos hace recorrer la Sevilla taurina de la época citada con gran capacidad de síntesis y rigor, ahondando en las vertientes humanas, tanto en cuanto al Pepe Luis familiar como al torero, no en balde son reputados periodistas especializados en la crónica y en la crítica taurina en revista, prensa y radio de ámbito nacional y local.
Si la lidia mide con rigor el equilibrio movilidad—fuerza del toro durante los tres tercios, que en consecuencia es la ética del toreo, Pepe Luis es quien mejor ha sabido llevarla a la práctica, porque era un gran conocedor desde los años de juventud temprana, porque según nos dice Antonio Lorca, Pepe Luis en el matadero, en el barrio de San Bernardo, «jugó al toro en sus calles, autodidacta en el matadero, donde se jugó la vida, con inocente temeridad, en sus corrales, y salió al mundo aun con el babi crudito del colegio, pero con el veneno taurino en las entrañas». Y mostrando cierta cautela continúa «¿Fueron determinantes el barrio y el matadero en la exitosa carrera de Pepe Luis? ¡Quién lo sabe…!». Para más adelante apostillar «no aprendió a torear en el matadero; aprendió que sabía torear porque sí».
De aquí que el propio diestro dijera una vez cumplidos muchos años, «Torear es aunar la inteligencia con el corazón. La cabeza, para aprender la técnica del toreo y conocer al toro, sin cuyo requisito sería dificilísimo, yo diría que imposible, torear. Y, después, poner el corazón en lo que se hace para sentir lo que se ejecuta y transmitirlo a los aficionados». Ideas que bien puede ser el resumen de su concepción del toreo, que estaba acorde con el tipo de toro que salía en las Plazas, que comparado con el actual: tenía menos volumen pero era más vivaz y por tanto se movía más, era menos serio con pitones más cortos pero era más agresivo, era menos noble pero tenía más reflejos
y sus acometidas eran más imprevisible. Todo ello conllevaba una mayor incertidumbre en el cite. Pepe Luis, no rehuía ni la competencia con toreros coetáneos ni a encerrarse con toros de los más diversos encastes, tenía capacidad para hacerle «su» toreo a casi todas las reses, pero cuando no veía posibilidad para ello, ¿para qué perder el tiempo?, abreviaba y hasta el siguiente.
Entonces no se hablaba de encastes duros o manejables. ¡Qué diferencia con la tauromaquia que vemos hoy en las Plazas! El toreo de Pepe Luis es como la rosa de Juan Ramón Jiménez, después de haberla formado realiza una obra creadora y depurada.
Antonio Lorca y Carlos Crivell enfatizan lo que para ellos es más importante en «la(s) vida(s)» de Pepe Luis, y lo hacen de una manera que, sin pensar en esa idea, puede resultarle al lector una escritura reiterativa, pero es así como quieren resaltar lo fundamental del hombre y del torero, y no se produce ninguna ruptura en el discurso, pese a ello, porque lo hacen con un lenguaje exacto que al final todas las palabras son la palabra.
La primera parte del libro, «El hombre», Antonio Lorca la desarrolla de forma original, en la que subraya las virtudes y los defectos de Pepe Luis, con lo cual evita que sea una hagiografía. Que por otra parte es donde caen la mayoría de las biografías, al presentar al personaje parcialmente. Aquí se presenta a la persona en su totalidad, sin eludir algunos temas más o menos espinosos. Estas primeras páginas dan voz a quienes mejor conocen al hombre, su mujer e hijos, principalmente al que ha sido figura del toreo, hoy retirado, Pepe Luis Vázquez Silva. Al terminar este primer capítulo me quedo con la sensación de que conozco al hombre, a Pepe Luis Vázquez Garcés, después de haber entrado en el salón familiar y conocer sus vivencias personales. Pocas veces, en una biografía se nos presenta una oportunidad como ésta, en cada página se alude a hechos y seres conocidos en medio de cosas y de seres desconocidos.
«La vida torera de Pepe Luis», la vamos a conocer por la labor historiográfica y periodística que ha realizado Carlos Crivell, con ella nos introduce en lo que sucedía en los ruedos cuando Pepe Luis desgranaba su torería, con una minuciosidad tal que junto a las incidencias más relevantes aparecen hechos menores, pero importantes a la hora de informar al lector aficionado. Bien como antepecho de una crónica o como comentario para finalizar la misma, Crivell deja su impronta de crítico veraz y estudioso de la tauromaquia en general, y de la particular de Pepe Luis. Con lo cual consigue colocar al lector en situación. Permítanme en este punto hacer el siguiente símil al comparar la labor de Carlos Crivell con la brega que los subalternos hacían en tiempos de Pepe Luis, con la que mostraban al matador cómo es el toro, lo cual redundaba en beneficio de la faena que haría el maestro, tanto en el primer tercio con la capa, como en el tercero con la muleta. De tal forma consigue Crivell involucrar al lector con lo que Pepe Luis hacía, que entran ganas de coger una muleta e intentar dar algunos de los muletazos descritos, aunque se sepa con antelación que eso será imposible; porque «Si el toreo en abstracto pudiera materializarse un día, si pudiera tener centímetros y gramos, medida y peso, eso sería Pepe Luis».
Este texto inteligible por todos los lectores, que al mismo tiempo constituye una muestra de cómo puede a la vez alcanzar enjundia taurómaca, demuestra que el rigor a la hora de tratar un tema es compatible con una comprensión fácil de lo tratado, al ir directamente a lo fundamental. Esta biografía, necesaria, de Pepe Luis Vázquez era reclamada por muchos(as), y pasará a engrosar la ya abultada nómina de biografías de toreros y de gente del «planeta de los toros». La mejor manera de hacer elogio de un
personaje, consiste en vindicar su figura, transcribir sus más hermosos hechos y no en parafrasear lo dicho por otros. Todo lo que hay que decir lo dicen enseguida, van directamente a las cosas.
►Los autores:
Carlos Crivell (Sevilla, 1950) es médico y ha sido crítico taurino en multitud de medios (Antena 3 Radio, El Correo de Andalucía, ABC, Onda Cero, Diario 16…). En la actualidad es el cronista taurino de El Mundo de Andalucía y Cadena Cope de Sevilla< y colabora en la revista Aplausos. Fundador y director de la página web sevillatoro.es, que es hoy una web de referencia para seguir la actualidad taurina, y dirige el anuario Maestranza de Sevilla.
Antonio Lorca (Arahal, Sevilla, 1954) es crítico taurino en el diario El País. Estudió Ciencias de la Información en Madrid, inició su actividad profesional en El Correo de Andalucía, y continuó como Director de Comunicación en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros: Pepe Luis Vargas, la fuerza de una pasión (1987) y José María Javierre, la sonrisa seductora de la Iglesia (2010).
►El índice
A lo largo de 368 páginas y con una ampliación ilustración grafica, el neuvo libro sobre Pepe Luís se estructura de acuerdo con el siguiente Índice:
EL HOMBRE: 19
EL TORERO: 171
►La obra
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