MADRID. Octava del abono de San Isidro. Casi lleno: 22.265 espectadores (94,2% del aforo). Toros de Puerto de San Lorenzo (Lorenzo Fraile), bien presentados, de juego interesante, con gran calidad el 2º, pero también manejables 3º, 5º y 6º. David Fandila “El Fandi” (de grana y oro), silencio y silencio. Paco Ureña (de blanco y oro), ovación tras aviso y una oreja. Alberto López Simón (de canela y oro), silencio tras un aviso y silencio.
Al comienzo de la corrida en los tendidos de sol –habitualmente más vacíos– asomaron numerosas pancartas reclamando la repercusión en el precio de las localidades de la bajada del IVA.
El día del Patrón tuvo eco en la taquilla y los tendidos ofrecieron el aspecto que gusta a los aficionados, rozando el lleno. Como si fuera en compensación, la Casa Fraile echó la corrida hasta ahora más interesante del abono, muy en el corte de los atanasios. Gracias a esta colaboración ganadera la tarde discurrió en un tono mayor que todas las anteriores.
En el Puerto de Calderilla la familia ganadera puede estas satisfecha: que de seis 4 ofrezcan posibilidades, cada uno a su nivel., no resulta fácil. Ha sido un lote bastante parejo de presencia, en el que sobresalía el 4º por su mayor alzada. Tuvieron, eso sí, las singularidades de este encaste, con mayoría de salidas abantas y desigualdades en la peleas con los montados, para luego ir cambiando a mejor en el último tercio. En los tres tercios resultó magnífico el 2º, “Cuba II “de nombre, que será uno de los grandes toros de esta feria. Pero también tres de sus hermanos, cada uno con sus teclas que tocar, tuvieron interés.
Los dos abiertamente deslucidos se reunieron en el lote que correspondió a “El Fandi”: su primero tenía movilidad pero iba con la cara muy suelta y sin mayor fijeza; el cinqueño 4º declaró abiertamente su mansedumbre. El granadino, que conoce bien su oficio, trató de estar siempre por encima de ellos. Un buen botón de muestra, aunque no llegara tanto al tendido como en otras ocasiones, fue su meritoria forma de banderillear al 4º, siempre de adentro afuera y sin que el toro saliera de los terrenos en los que estaba aquerenciado, como correpondía a un manso. Dejó patente su buen manejo del capote, pero con la muleta ninguno de sus dos enemigos ofrecía mayores colaboraciones.
Paco Ureña tenía que haber abierto la Puerta de la calle de Alcalá, pero salió a pie y por la de cuadrillas. La espada tuvo la culpa, cuando su mal uso le privó de un triunfo redondo en su primer turno, con el mejor toro de la tarde. Había veroniqueado muy de verdad, desde el primer momento cargando la suerte con autenticidad a cada lance. Luego la faena de muleta iría progresivamente a más, descollando dos tandas de naturales excelentes por su hondura y su reunión, que estuvieron precedidas por otras tandas también de calidad sobre la mano derecha. Quedaba la duda de sí no cabría más contenido en esta faena y con este toro. Con el éxito en las manos, entró en modo pinchaúvas y todo se evaporó. Supo entender bien al 5º, que aunque un tanto suelto humillaba en los engaños. Con paciencia, dándole al toro sus terrenos y la distancia necesaria, lo fue haciendo; primero sin obligarle demasiado, luego bajando ya la mano. Y la faena tomó vuelo. Lo mató en una entera entrando con mucha decisión, a costa de señor revolcón. La oreja que le concedieron fue muy de ley.
Negar que López Simón va progresando paulatinamente sería no querer ver la realidad; desde que lo dirige Curro Vázquez va serenando su toreo. Ya no radica sólo ni en quedarse muy quieto, ni en multiplicar los arrimones, sino que busca un toreo más auténtico. Dicho lo cual dejemos constancia que en el día de San Isidro no redondeó un triunfo. Sus toros sin ser excepcionales estaban entre los manejables del sexteto, pero el de Barajas no siempre acertó en su manejo, por ejemplo a la hora de evitar que le puntearan los engaños. Cuando lo conseguía, los muletazos además de limpios nacían con profundidad y largura. En el otro platillo de la balanza: casi siempre se le echó en falta un poquito más de garra, que es compatible con la serenidad. Pero a efectos de futuro, lo importante es que el torero avanza por buen camino.
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