BILBAO. Sexta de las Corridas Generales. Algo más de media entrada. Toros de Jandilla (Borja Domeqc) –3º, 4º y 6º con el hierro de Vegahermosa–, bien presentados pero desiguales de juego; con dos grandes toros 3º y , sobre todo, el 6º; más parados, de poca humillación y nada fáciles los restantes. Diego Urdiales (de rioja y azabache), silencio y ovación. Cayetano (de tabaco y oro), ovación y ovación. Paco Ureña (de canela y oro), dos orejas y dos orejas; salió a hombros por la Puerta Grande.
Grandiosa tarde de Paco Ureña en Bilbao. Un triunfo rotundo y verdadero, que convenció a todo el mundo. De los que en muy pocas ocasiones se ven en una temporada. En lo que va del abono, ha sido la tarde en la que más profundamente han vibrado los tendidos de Vista Alegre. Y es que el torero de Lorca ha estado cumbre. La faena del 6º no será fácil de repetir, tan profunda, tan bien construida; la del 3º, en cambio, con el torero más roto, más apasionada.
Es cierto que delante tuvo a dos grandes toros –ambos con el segundo hierro de la Casa, por cierto–; pero había que estar a su altura para poder cuajarlos. Y Ureña lo hizo en ambos casos, dejando claro que es un torero de una pieza. Bilbao se le entregó con entusiasmo.
No resulta fácil ponerse a elegir entre esas dos caras que este Ureña sacó a pasear. Supo ver las diferentes bondades que aportaban sus enemigos. Si en su primero había más sentimiento, más entregarse a corazón abierto, en el que cerró la tarde derrochó pureza y autenticidad, muy bien pensada y mejor desarrollada. Con la izquierda hubo momentos sublimes, pero también con la muleta en la mano diestra. Y cada vez que tuvo ocasión manejó el capote con cadencia, entrando en todos los quites que le tocaban. Para culminar la ocasión, en ambos se entregó por completo la hora de dejar la espada arriba y por derecho.
Daba gusto ver lo que disfrutaban los tendidos cuando le sacaron a hombros por la Puerta Grande, rodeado de mucha gente joven. Y con un detalle a anotar: su compañero Fortes, que se echó al ruedo, quiso ser el primero en izarle sobre sus hombros, aunque el de Lorca, como por modestia, le pedía que no lo hiciera.
La corrida de Jandilla no fue precisamente buena, salvo estas dos grandes excepciones del lote de Ureña, que no es poco. Los otros cuatro, con dificultades para humillar, muy parados casi desde los inicio, desarrollaron a peor conforme avanzaba la lidia, si es que no se apagaban antes. En este empeorar, la palma se la llevó el 4º, que tuvo mucho más que “guasa”.
Tarde imposible para Diego Urdiales. Su primero dimitió nada más iniciar la faena; al 4º todo se le volvían violencias, que algo es bastante distinto de la casta. Tuvo mérito como le plantó cara a este complicado “Meditador”, cuando la lógica pedía una faena de aliño y a matar.
Cayetano le puso raza a su faena con su primero, con una serie final sobre la mano derecha que fue la más profunda. Y cuando la faena tomaba cuerpo, se apagó el 5º. A ambos los mató con decisión y eficacia.Toda la tarde manejó con mucha soltura el capote.
Antecedentes:
20 de agosto de 1964, “El Cordobés” corta 4 orejas
En el toreo siempre hay una vez anterior, aunque sea distinta y en otro contexto. El 20 de agosto de 1964, en la 5ª de las Corridas Generales, Manuel Benítez “El Cordobés” –vestido de tabaco y oro– cortó 2 orejas a cada uno de los toros de su lote en la Plaza de Vista Alegre. Toreaba junto a “El Litri” y Luis Parra “Jerezano”, con toros del Marqués de Domecq. En aquella ocasión, tuvo que matar tres toros, porque “Litri” había resultado lesionado por el que abrió plaza. Curiosamente, Benítez a todos los toros los mató mal, lo cual no fue óbice para tantos trofeos,
Era esta su segunda actuación en el abono de 1964. El día 17 había toreado con Cesar Girón y Rafael Chacarte la corrida de Álvaro Domecq. Aquella tarde cortó una oreja de su segundo, aunque fue protestada.
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