Paco Camino y sus comienzos en el campo

por | 13 Jun 2011 | Retazos de Historia

“Nadie nace sabiendo. Llega un momento en la vida en el que tienes que elegir algo pensando en el día de mañana. Eso les pasa a todos,  sea la profesión que sea.. Decides que te gusta algo y lo que quieres es aprender para llegar a lo más alto. Lo mío con los toros no fue distinto”. Tal confiesa Paco Camino, una de las figuras indiscutibles de los últimos 50 años del siglo XX.

Y hablar de esa elección, en seguida mira hacia su infancia:  En los años de mi niñez, la única solución para aspirar a cosas importantes era ser torero. Además, era lo que a mi me gustaba. Tenía afición. Pero creo que lo más importante es la necesidad. Pero tal como estaba aquella época, me enganché a trabajar, tendría 10 años. Hice de todo lo que me salía”.

 “Al toro me acerqué por primera vez –recuerda el maestro de Camas–  cuando Chicuelo padre me llevó a varios tentaderos, entre ellos a uno en Marqués de Albaserrada. Tendría entre 12 y 14 años. Me ponía a torear y la verdad es que conseguía que  los ganaderos se fijaban en mi. A donde iba, me volvían a llamar. Luego iba solo, siempre fui un poco solitario”.

Y al mirar hacia atrás no reprime las nostalgias: “Ahora me acuerdo mucho de mis comienzos y sueño cuando comenzaba a torear”.

En aquellos años, pero también luego, confiesa Camino que  quien más me gustaba era Ordóñez. Pero también me fijaba en Rafael Ortega, Ordóñez, Aparicio, Luis Miguel… Pero no podía verles, porque no tenía dinero para ir a los toros. Me fiaba de lo que oía, de las fotos…. Pero como tenía una afición enorme, me iba al Hotel Colón, a ver salir a los toreros camino de la plaza. Y echaba a correr y los veía a ver  entrando en la plaza. Y luego, andando hasta  Camas”.

Pero el oficio había que aprenderlo, además de intuirlo, que de éste último Camino tuvo en grandes proporciones. “Me fijaba mucho en los toreros que tenía más cerca, que eran los entrenaban en Camas: Antonio Cobo, El Pío, Marqueño, Curro Romero,…”.

Un aprendizaje que luego práctica cada vez que se presentaba la ocasión y que, de alguna manera, le marcó para el resto de su carrera: “Donde aprendí de verdad fue haciendo mucho campo, me fijaba mucho en todos. Luego, ya toreando, durante la corrida veía siempre los seis toros, los que yo lidiaba y los de mis compañeros, los examinaba, cogía experiencia, viendo como sale el toro, lo que hace en la lidia, cómo reacciona…”.

Repite Camino que en el toreo no se pueden tener los pies en las nubes, ni cuando llega un triunfo redondo. Quizás por eso concede tanta importancia al factor suerte: “Reconozco que he tenido suerte, que es necesaria que te acompañe. Por eso, cuando pasa a tu lado,  tienes que cogerla y no soltarla. En mi caso, cuando empezaba como novillero triunfé muy pronto en Zaragoza y Barcelona, donde llegué a torear un año 23 novilladas. De esas dos plazas salí ya con un cartel. Por eso, cuando me llamaron para ir a Sevilla, lo plantee por derecho, si no aceptaban mis condiciones, no pasaba nada. La verdad es que toreé varias novilladas seguidas y salí por la Puerta del Príncipe en 1959.  En realidad, las plazas de Madrid, Bilbao, Pamplona, Valencia, Bayona y La México era donde toreaba todos los años y Sevilla entraba dentro del conjunto de todas.

Y se fue de los ruedos sin abdicar de su creencia principal: “Siempre, desde que empecé,  quise ser un torero clásico, con mi manera de ser, de torear, sin parecerme a nadie.  Es una de las cosas que más echo falta hoy en día, cuando los toreros se parecen a muchísimo,  salvo unos pocos, tres o cuatro, que se distancian de los demás. En mi época había mucha más variedad. Más personalidad, incluso dentro del clasicismo. Como también antes había más competencia, o por lo menos se notaba más en la plaza, con más quites”.

Y revolviendo en sus recuerdos, el de Camas rememora que “cuando era joven,  llegar a un patio de caballos y encontrarte con Luis Miguel, o con Ordoñez… con los que entonces estaban arriba, eso impresionaba mucho. De hecho, con el único que me gastaba bromas era con Diego Puerta, mi compadre. Pero luego  en la plaza había que intentar ser el mejor. Otra cosa es la calle, donde tienes que ser una persona normal. Pero en la plaza… nadie te debe ganar la pelea”.

Para ganar esa pelea, Camino siempre confío en la inteligencia: “para ponerse delante de un toro hay que tener un mínimo de valor. Pero, sobre todo, hay que ser inteligente para expresarte delante del toro, pensando en la misma cara para sorprender. Eso es lo más difícil  Si uno pretende llevar echa la faena desde el hotel estás arreglado…”

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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