Con el título “Diego Puerta. Arte, valor y casta de un torero de Sevilla”, la biografía del torero ya es una realidad merced a la obra realizada por el periodista Antonio Petit Caro, que ha sido editada por la Fundación Cajasol y que el pasado miércoles fue presentada en Sevilla.
El acto, que tuvo momento muy emotivos, estuvo presidido por el alcalde de la ciudad, don Juan Ignacio Zoido, y la presentación corrió a cargo de dos compañeros y grandes amigos del torero: Paco Camino y El Viti, que con él integraron una terna más repetidas en los carteles de la ferias de la época.
El acto contó con la presencia de la viuda del diestro sevillano, María del Rocío García Carranza, así como sus hijos. Fue presentado y coordinado la responsable de comunicación de la Fundación Cajasol, Pilar Lacasta, que además es quien prologa la obra. Según explicó toda la recaudación de la venta de este libro irá destinada a las obras asistenciales y educativas de las Hermanas de la Cruz.
A la hora de presentar el nuevo libro, especialmente interesantes fueron las intervenciones de Camino y El Viti, rememorando sus recuerdos sobre Diego Puerta.
En este sentido, Paco Camino reveló que desde el año 1953 viene su amistad. “Yo tengo recuerdos de él muy bonitos. Me peleaba con él todos los días en la plaza y le decía “no te arrimes tanto, que te puede hacer daño”. Pero él me llevaba la contraria. Se arrimaba tela. Cuando toreaba con él, me ponía a ci n por hora. Había veces que me aburría. Reunía todo: valor, arte, cabeza… uno de los mejores toreros de la Historia del Toreo».
Por su parte, Santiago Martín «El Viti», señaló que para él “era un día nostálgico”. Y añadió: “Tanto para Paco Camino como para mí es un día admirable también por todo lo que hemos compartido. La ocasión que hemos tenido Paco, Diego y yo, de integrarnos,ha sido algo más. Creo que el gran símbolo de ese compañerismo y amistad fuera de la plaza, fue Diego. En la plaza parecíamos que no nos conocíamos, pero fuera de ella éramos como uno solo”.
En palabras de El Viti, Diego Puerta era “un torero de suma inteligencia, porque eso de valiente es verdad, pero para ser valiente y superarse después de tantas cornadas, hay que ser muy inteligente, lo que era Diego”.
Cerró el acto el alcalde de la ciudad, Juan Ignacio Zoido, que más allá de todo lenguaje institucional, quiso hablar de un torero que, además, fue su amigo. Zoido refirió algunas vivencias junto al maestro y hasta alguna anécdota campera en la que no le quedó más remedio que echarle valor para ponerse delante de una becerra, animado por los sabios consejos de Puerta: “ni tus hijos ni la vaca deben notar tu miedo”. Tal y como señaló el regidor hispalense “no podemos entender a Puerta sin Sevilla ni el mundo de los toros sin Puerta” y destacó “la suma de entrega, trabajo y espíritu de sacrificio” de un matador imprescindible para contar la historia del toreo en el siglo XX.
Tras destacar que el toreo de Diego Puerta no puede entenderse “sin alegría, luz y mucha emoción”, el alcalde hispalense concluyó afirmando: “Nació como hombre, vivió como hombre y hoy pasa a la categoría de leyenda”.
Exposición del autor
Previamente y al explicar el contenido de su obra, Antonio Petit había tenido una emotiva referencia a la viuda del torero. “Después de estudiarme toda vida de Diego Puerta, he llegado a la conclusión que nada de eso hubiera sido posible si a su lado no hubiese estado María del Rocío García Carranza”.
Igualmente, dijo que “hoy me gustaría que en esta mesa hubiese estado sentado Pepe Arjona”. Después de referir el primer trabajo que sobre esta biografía realizaron juntos, aseguró que “sin él no hubiese sido posible este libro. Toda esa calidad de fotos de esta obra es de uno de los grandes de la fotografía taurina. Por eso su ausencia se me hace más patente”.
Sobre la vida de Puerta, el autor destacó que era un puntal indispensable para entender la historia del toreo en Sevilla, cuya trayectoria, plagada de matices, se podría resumir en cuatro grandes cuestiones.
En primer término, explicó que “no era solo un torero valiente, era mucho más. Llegó un momento que hasta le molestaba la expresión de Diego Valor. Él decía que era algo más, y ponía el ejemplo de dos tardes: 29 y 30 de julio de 1965 en Valencia. El día 28 Camino había formado un lío muy grande y le dijeron que ya estaba el triunfador de la tarde designado casi. Pues, Puerta, a los cuatro toros, le cortó las dos orejas y el rabo. Y es que su valor era una mezcla de sentido de la responsabilidad y de casta torera, resueltas ambas sobre una concepción del verdadero arte del toreo”.
En segundo término, destacó que a Puerta le caracterizó una enorme regularidad en toda su vida profesional, hasta el punto que a lo largo de su vida siempre fue superior el número de trofeos obtenidos que el número de corridas toreadas. Pero, además, más del 70% de sus actuaciones fueron siempre en plazas de primer nivel y en ferias tradicionales.
Como una tercera característica, que viene a aunar las dos anteriores, explicó que después de leer las muy numerosas crónicas que se publicaron en su día, en su opinión se concluye que fue Antonio Díaz Cañabate quien mejor entendió y explicó lo que podría llamarse la Tauromaquia de Diego Puerta. En este sentido, añadió que, sin haberse tratado personalmente, a lo largo de los años se fue produciendo una especie de simbiosis entre ambos. De hecho, los términos que sirven de titulo al libro proceden de textos del célebre cronista ya desaparecido, a la hora de definirle, apareciendo precisamente esa trilogía de “arte, valor y casta” y con el término de “torero de Sevilla”.
Finalmente, sostuvo el autor como cuarta característica del torero que a partir del 12 de octubre de 1974 quiso pasar a un segundo plano, sin buscar relevancia social alguna, por más que era una persona afable y cercana. Su vida se centró en lo que para él era fundamental: su familia y sus trabajos como agricultor y ganadero. De hecho,cuando fue noticia, siempre lo era por algún motivo taurino, ya fuera por los más de 100 festivales que toreó o por la participación en un acto organizado por alguna entidad taurina.
Precisamente por este motivo, Antonio Petit vino a concluir que esa especie de voluntario silencio civil que le rodeó tras su retirada, no puede convertirse en olvido. “Me conformaría con que este libro sirviese para que no se perdiese en la memoria colectiva de Sevilla la figura de Diego Puerta, que como sevillano y como toreros forma parte por derecho propio de nuestro patrimonio ciudadano y cultural”.
La obra es fruto de un amplio trabajo de investigación, realizado a lo largo de varios años, en los que se detalla la relación completa de los festejos que toreó hasta su retirada; un «mapa» de sus 54 cornadas, así como aspectos de su vida profesional y familiar, contando con ilustraciones muchas de ellas inéditas, que abarcan toda su vida profesional. Como destacó el autor, el libro tiene una cuidadísima edición, realizada por el equipo de “Páginas del Sur”, dirigido por Juan Antonio Romero y Joaquín Ávila.
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