MADRID. Primer del abono de Otoño. Tres cuartos de plaza: 20.884 espectadores (84,5% del aforo). Cinco toros de Victoriano del Rio –1º y 4º con el hierro de Toros de Cortés), de irregular presencia, muy deslucidos; un sobrero cinqueño pasado del Conde de Mayalde (5º bis), noblón pero sin continuidad. Alejandro Talavante (de gris perla y oro), ovación tras un aviso y silencio. Fortes (de rioja y oro), silencio tras un aviso y silencio. Pablo Aguado (de marfil y oro) , que confirmaba su alternativa, ovación y una oreja.
En la Enfermería fue asistido el diestro Fortes, de contusiones múltiples, que requirieron su traslado a la Clínica de Francisco de Asís para exámenes radiológicos, que confirman que sufre la fractura del peroné de la pierna derecha.
Pablo Aguado ha dejado claro en esta tarde de su confirmación de alternativa que es un torero con el que se debe contar. Sobre la base de ese tríptico tan importante que forman el temple con el manejo de las distancia y la colocación, más el añadido de la firmeza, se alzó con un legítimo triunfo en el toro que cerraba la función. Una oreja de peso, de las que hay que poner en su verdadero valor porque fue de las auténticas.
La primera tarde de esta feria del sorteo iba discurriendo con demasiados altibajos; anotémoslo en la casilla del deslucido juego de los toros de Victoriano del Río. Tal como anda el negocio, puede concederse una cierta lógica a que todo lo que nace en la dehesa, es macho y tiene dos cuernos, debe acabar en una plaza: las cuentas obligan. Pero esta política encierra riesgos como el que se presenció en Las Ventas, en la que ha sido la cuarta comparecencia en el año de esta divisa. Y es que a Madrid no se puede venir con una corrida en la que el único ejemplar que tenía remate estaba fuera de tipo. Si además no andaban precisamente sobrados de fuerzas ni de clase, el cuadro final no podía ser otro que el que quedó en Las Ventas.
Aguado, que había entrado en el cartel para suplir la baja forzosa de Paco Ureña, ya dejó su tarjeta de visita en los lances con los que recibió al toro de la confirmación, como luego hizo en sus dos quites. Un excelente y templado manejo de las telas. Tuvo un buen son el inicio de su faena, hasta que el victoriano, más pronto que tarde,se vino a menos y se puso renuente. Lo mató con decisión y salió al tercio a saludar.
Frente al 6º, el único de los titulares con la debida seriedad para Madrid, aunque resultara bastote de lamina y siempre con la cara por las nubes, Aguado acreditó un oficio impropio de quien tan pocas oportunidades de lucir sus buenas condiciones. Muy firme, con buena técnica, lo fue metiendo en los engaños en una faena que fue a más y que caló con fuerza en los tendidos: allí había mucha verdad. Incluso en la serie que forzosamente tenía que ser uno en uno, cuando la serie postrera de toreo de frente, la afición se volcó. Entró por derecho y dejo la espada arriba. La oreja fue más que unánime.
Recibido con particular cariño, Alejandro Talavante pronto salió de tales beneplácitos, porque un sector de la afición no le pasaba ni una. Había iniciado el extremeño su faena al 2º de la tarde directamente con la izquierda y muy de las rayas para afuera. Unos naturales con prestancia, de los suyos. Pero las condiciones de su enemigo obligaban a manejar adecuadamente la situación, si quería ligar las series. Y de inmediato saltó el “¡crúzate!”. Y una de dos, si lo hacía sin perderle pasos, había que dar los muletazos de uno en uno; si para ligarlos no lo hacía, saltaba la protesta. En esas discurrió una faena muy digna, en la que dejó claro que es un torero con mucho recorrido, por más que algunas empresas le quieran hacer pagar el “pecado”, a lo que se ve gravísimo, de haber plantado a la Casa Matilla. Frente al 4º, que debió ser devuelto desde el principio, poco cabía hacer. Y además, la gente no quería que se intentara lo que de por sí era inviable. Lo único, su falta de convicción en el manejo dela espada.
Fortes, que ha crecido mucho como torero, volvió a darnos un susto soberano. Fue a la hora de entrar a matar al que hacía 5º, el sobrero de Mayalde. A la segunda entró tan en la rectitud que se quedó en la cara: los minutos posteriores, que se hicieron eternos, resultaron dramáticos, con el animal pasándose de un pitón a otro el cuerpo del toreo. Ni el corbatín se libró en ese zarandeo tremendo. Se le condujo de inmediato a la Enfermería, donde llegaron noticias iniciales positivas: no había cornada, pero sí alguna lesión traumatológica, pendientes ahora de diagnóstico definitivo. Pero antes, con el carente de celo que hizo 3º, el malagueño dejó ver sus muchos progresos, con toreo de mano baja y trazo largo sobre ambas manos, aunque sin que el trasteo terminara de coger vuelo por la falta de celo de su enemigo.
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