PAMPLONA. Ultima del abono de San Fermín. Toros de Miura, con mucho trapío y romana, pero de corto recorrido y deslucidos de juego; el mejor, el 3º. Rafael Rubio “Rafaelillo” (de turquesa y oro), vuelta al ruedo y silencio. Javier Castaño (de malva y oro), silencio y silencio. Saúl Jiménez Fortes (de nazareno y oro), una oreja y silencio.
Dos horas y tres minutos bastaron para que tres valientes lidiaran con diligencia la corrida de Miura, con trapío la mayoría aparatoso, pero sin el juego deseado. Y salvo el cuarto, la verdad es que peligro relevante no tuvieron; de lo que carecieron fue viaje y recorrido, por más esfuerzos que se hicieran por alargar las embestidas. Un par de ellos, comenzaron con un punto de nobleza, pero ya en el segundo tercio dieron un brusco cambio a peor. Para completar el cuadro, dos blandearon de forma declarada, en especial el 5º, quizás con algún tipo de lesión. Pero también es cierto que a todos les dieron “candela” ante el caballo. La relativa excepción sorprendió en tercer lugar, con más nobleza, tranco y claridad en sus acometidas.
Con semejante descripción podría pensarse que fue una tarde un poquito aburrida. Pues no, con los toros de Miura por lo general no cabe el muermo. Todos tienen su aquel, el bueno y el malo. Pero, además, se encontraron con una terna bien dispuesta, que dio la cara. Luego el triunfo, si lo medimos en trofeos, sólo sonrió al más joven del terceto, Jiménez Fortes. Pero no fue menor el empeño de sus compañeros de paseíllo.
“Rafaelillo” no echó la tarde a pachas. Con su corte de torero, llegó a Pamplona, como en otras ocasiones, a arrimarse. En esta ocasión, de forma necesaria todo tenía que discurrir en un continuo ponerse y quitarse de la cara de sus enemigos, sobre todo el 4º, que tenía mucha guasa. Sortear las tarascadas airosamente también hay que tomarlo en consideración. Con su primero, además, se entretuvo en recetarle un estoconazo magnífico.
Aunque habría motivos fundados para hacerlo, dejemos para otro día la duda razonable de si la cuadrilla de Javier Castaño no se está pasando ya unos cuantos pueblos, al socaire de una situación excepcional que se vivió una tarde en Madrid. Más relevante resulta taurinamente valorar en la medida necesaria el esfuerzo que en sus dos toros hizo el torero salmantino.
Sobre todo con el hizo 2º, un salinero que se arrancó con cierta alegría al caballo, aunque luego cabeceó más de la cuenta, Castaño dio su dimensión de lidiador. Este fue uno de los toros del cambio brusco: con cierto temple en sus embestidas en el primer tercio, que dio pie a un ajustado quite de Jiménez Fortes, después de arrollar a David Adalid –que no midió adecuadamente los terrenos en el primer par de banderillas– el miura cambió bruscamente, su recorrido se acortó y soltó aun más la cara. Pese a todo, tras el intento semifallido de iniciar la faena de muleta sentado en la silla, cuanto a continuación desarrolló Castaño tuvo temple y buen sentido, siempre empeñado en hacer ir al miura más allá. Al final, hubo que irse a por la espada. Fue una pena que el 5º, muy toreable por su nobleza, no tuviera fuelle alguno, o lo perdiera por alguna lesión no advertida. En este toro pudo haber una incidente grave, cuando en un pinchazo la espada saltó y le produjo un corte en la cara; por fortuna, fue una herida de orden menor.
Más que curiosidad despertó el anuncio de Jiménez Fortes con la corrida de Miura. Todo un gesto en un torero tan tierno aún. Al final, fue el triunfador, tras cortarle una oreja al mejor de los miuras de esta tarde, el que hizo 3º. Desde que se fue a esperarlo en la puerta de toriles –con un posterior revolcón tremendo, al resbalar por el defectuoso estado del piso– hasta la buena estocada final, el malagueño sorprendió, tanto por lo que hizo como por la serenidad y la listeza con la que afrontó la ocasión. De hecho, hay que decir sin rodeos que la miurada en ningún momento le vino grande; la resolvió torera y holgadamente. Atrás quedó el torero que se empeñaba a toda costa en el arrimón con ocasión y sin ella, un tanto a merced de los toros. La faena a este 3º tuvo fundamento y en algunos momentos calidad, sobre todo sobre la mano derecha. Dejó toda la espada arriba, entrando con derechura y le llegó el premio. Salió a buscar la Puerta Grande con el que cerraba plaza, pero al toraco de turno le costaba un mundo desplazarse y todo se resolvió con intentos baldío.
►Los premios de la feria:
Los premios que concede la Casa de Misericordia han sido:
Por otro lado el premio organizado por Diario de Navarra al triunfador de los sanfermines ha sido otorgado a Iván Fandiño.
►El encierro: Para final de la serie, otro encierro rápido, reunida la manada y limpio en todo el recorrido. Tan sólo en los últimos metros se rompió esta limpieza con una cornada importante a una muchacha australiana: encaramaba en el vallado, el de Miura le dio la cornada sin pararse siquiera y a la altura que llevaba la cara.
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