Otra solución debe ser posible frente a la rigidez de un abono obligatorio y otro voluntario

por | 9 Jun 2013 | Informes

Concluido los 30 días de toros que ha tenido en Madrid, llega la hora de repensar si la fórmula que hoy se sigue, entre el abono obligatorio y el de carácter voluntario, es la más idónea de las posibles y la que más conviene a los intereses de los aficionados.

Por lo pronto, este pasado mes ha dejado claro una cosa: Madrid también ha sido sensible a los efectos de la crisis económica. En menor medida que otras plazas, pero sensible. De hecho, el empresario ha declarado al semanario “Aplausos” que durante lo que es propiamente San Isidro, salvo en los contados días de “No hay billetes”, en taquilla  han sobrado entre 3.000 y 4.000 localidades todos los días, frente a la media de 1.000 que se daban en el año anterior. La diferencia es importante. Una diferencia que, por lo demás, se cualifica con el importante retroceso que ha tenido el número de abonados.

Otro dato relevante: mucho menor ha sido el grado de aceptación que ha tenido el abono de libre adquisición, a tenor las entradas que se han producido durante los seis días incluidos en el ciclo denominado “Arte y Cultura”. A ojo de buen cubero, prácticamente no menos del doble número de entradas sin vender en la taquilla.

Y para más datos, anotemos que ni a la TV de pago ni a ninguna otra les ha interesado hacerse cargo de este segundo ciclo. Algún motivo tendrán. Cuando se conozcan los números se sabrá si la experiencia de Taurodelta.TV ha compensando los números.

Para completar el cuadro, a las organizaciones más representativas de aficionados no les satisface nada esa división del mes de toros en los dos ciclos. Tampoco les gustaba ya en septiembre de 2010, cuando aún no se había ni elaborado el actual pliego de condiciones con el que se adjudicó la Plaza. Entonces no se les hizo caso, aunque se ha comprobado que tenían razón; ahora parece de toda necesidad plantearse de nuevo la cuestión.

Cuando nació el segundo abono

Por lo demás, hay un matiz muy a tener en cuenta. En su día se pensó en realizar esta división tomando pie del 75 aniversario de la Plaza. Pero en aquella primera ocasión se daba una circunstancia que la diferencia de manera total del caso actual: con el Aniversario quien se hacía responsable de las pérdidas o ganancias era la propia Comunidad de Madrid, no la empresa arrendataria. Y además, no se había desatado en sus niveles actuales la crisis económica. Se entendía que al liberar al abonado de la obligatoriedad de adquirir las localidades para seis espectáculos más, se le aliviaba el esfuerzo económico que debía realizar.

Pero entre aquel contexto contractual del 75 aniversario y el actual media un nuevo pliego de condiciones, aceptado por la Empresa adjudicataria. Llegado a este punto lo fácil es concluir que si ahora la Empresa le conviene más o menos, es su problema exclusivo, que su obligación es cumplir lo firmado. Por más que mercantil y administrativamente sea la realidad oficial, en la práctica no deja de ser una simpleza argumental. No tener en cuenta las nuevas circunstancias que se dan al final podrán dañar a los intereses de la Empresa, pero antes que eso dañará a todos, porque es poner en riesgo el futuro de una Plaza que resulta esencial para la Fiesta.

Mantener lo esencial

Con una sinceridad que le honra, José A. Martínez Uranga ha declarado que, ocurra lo que ocurra, Madrid no puede dejar de ser la única plaza de temporada que queda en España. Y en efecto, debe seguir siendo así. Pero resultaría de ilusos no comprender que para que eso se pueda soportar económicamente, de modo necesario se necesitan las columnas vertebrales de los abonos. Haciendo la cuenta de la abuela, sin los ingresos obtenidos con los abonos, no se pueden sostener todos los demás festejos que deben celebrarse los domingos y fiestas laborales, a base de un tercio o un cuarto del aforo cubierto, cuando los aficionados piden que se suba el nivel de calidad de estos espectáculos.

A la hora de buscar un punto de equilibrio, no se puede obviar que la legislación que regula la contratación con las Administraciones públicas es rigurosa y muy detallada. Entre otras cosas, por lógicas razones de seguridad jurídica cuando se convoca un concurso en régimen de libre competencia, las reglas del juego no se pueden cambiar. Es lo que ocurrió hace unos pocos meses con la plaza de Málaga, sin ir más lejos. Por tanto, aunque lo quisiera la Comunidad de Madrid no podría cambiar en este momento las condiciones que puso en su día.

Y para terminar el diseño, las normas que regulan el consumo obligan a que cuando se abre un abono el posible cliente tiene que conocer detalladamente que es lo que compra. No ocurre como hace muchos años, cuando todavía en el invierno era posible vender abonos por un número determinado de espectáculos, pero sin conocer sus contenidos reales.

Solución tiene que haber

Si nos aferramos a la letra de las distintas regulaciones, parece cómo si nada se pudiera hacer, salvo que la Empresa actual renunciara a seguir y se convocara un nuevo concurso. No parece que en estos momentos sea la solución más ideal de las posibles.

Pero solución tiene que haber para engarzar las exigencias de la ley, la lógica del negocio taurino y los propios intereses del aficionado, antes de dejar decaer la plaza de Las Ventas. y sus características de siempre. Antes de que el roto se agrande, siempre será más fácil de coser con cuidado.

Probablemente habrá recetas mucho mejores, pero sin darle categoría de solución sino como simple ocurrencia, pensemos por ejemplo en acudir a las opciones que nos brinda la informática. Y pensemos en los abonos, que con números a vuela pluma incluyen 34 espectáculos: 24 en San Isidro, 6 de libre adquisición y 4 en Otoño.

Otoño no se puede tocar, porque no lo permite las normas de consumo, salvo que se acepte que en el mes de abril la empresa se comprometa, contra la lógica taurina, cuáles van a ser sus carteles de septiembre. Por tanto, hay que fijarse en los ciclos de primavera. Si se mantiene el criterio de liberar al abonado de lo que en su día se consideró una carga excesiva, como era tener que adquirir los 30 días de mayo, las tecnologías actuales ofrecen las opciones más variadas para que sobre una oferta unificada de 30 festejos, el abonado pueda elegir un mínimo de 24. Una fórmula así, en nada incumple las condiciones del pliego; es más, abre nuevas vías para el cliente, que es quien se fabrica su propio abono.  Pero, complementariamente, cerrado el plazo para acogerse a la fórmula anterior, nada impide que la Empresa prime la compra de entradas por bloques de un menor número de días.

A partir de ahí todo lo demás entra en la  política comercial que quiera desarrollar la empresa que explote Las Ventas: por ejemplo, si le interesa realizar ofertas especiales en función del número de espectáculos comprados. En suma, entramos en el terreno de “Atención al cliente”, tan desasistido como está en lo taurino.

Apóyanos compartiendo este artículo:
Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.