SEVILLA, 22 de abril de 2012. Décima de feria. Casi tres cuartos de entrada. Cuatro toros de Torrehandilla y uno de Torreherbreros, acangrejados: más pitones que trapío, desrazados y sin fondo, con docilidad tambaleante; el que tuvo más poder y presencia fue el sexto. Un sobrero de Montealto (2º), con problemas. Rivera Ordoñez “Paquirri” (de azul pavo y oro), ovación y silencio. Manuel Jesús “El Cid” (de azul cobalto y oro), silencio y ovación. David Fandila “El Fandi” (de grosella y oro), ovación y vuelta.
Sin poder no hay emoción que valga. Eso forma parte del “Catón” taurino. Pues, ni flores; los taurinos siguen volcados en las ganaderías desrazadas, a ser posible que vayan y vengan, pero que no molesten. Y así les va, como de manifiesto quedó en esta décima de la feria sevillana.
Siendo un toro con su punto de interés, lo ocurrido en el quinto de la tarde puede ser emblemático de esta situación, no sólo consentida, sino auspiciada. En tres ocasiones, a lo largo de un templado muletazo de El Cid, el toro tuvo tiempo de doblar las manos por dos veces. Por bueno que fuera el derechazo, ¿cómo va a crear emoción? Pero no hay que preocuparse, este corte de ganaderías seguirán llenando los carteles feriados. Ni la caída de las taquillas va a arreglar esa situación. Con semejantes antecedentes ganaderos la tarde hay que concluir que fue de un orden menor.
Lo que ya saca de quicio es cuando el ganadero de turno trata de explicar la clase que tuvo ese quinto toro, que además no fue para tanto. O si canta la bonanza del que cerró plaza, que en realidad en cuanto se sintió podido por la muleta de “El Fandi”, decidió directamente echarse y hubo que levantarlo para que el granadino pudiera entrar a matar.
El mejor parado de esta tarde resultoó ser “El Fandi”. Como siempre, espectacular en los tercios de banderillas y cada vez más asentado en el manejo del capote, se impuso con autoridad a la acometividad del toro que cerró plaza –el único con presentación adecuada–, mientras duró. Aunque sea “taurinamente incorrecto”, incluso tratándose de una afición tan equilibrada como la de la Maestranza, hay que reconocer que esta segunda faena de Fandila tuvo interés y en muchos momentos importancia. Supo dominar de manera templada la mayor acometividad de su enemigo, con series de mérito. Luego la espada se le fue baja y todo quedó en una vuelta al ruedo. Pero estuvo muy solvente. Volver al cante de los mediáticos con el granadino son ganas de insistir en lo que ya es un tópico.
También en su segundo turno se le vieron momentos de interés a “El Cid”, aunque sin continuidad y no siempre con la profundidad debida. Para qué engañarnos, sigue sin volver a ser el torero que se espera. En este caso con la mano derecha, hubo muletazos muy encajados, desde luego, y apuntes al natural con buen tono. Pero allí faltaba algo, además de una mayor pujanza de su enemigo. A uno lo que más le llamó la atención, sin embargo, fueron los lances que le recetó a este toro. Con todo, con este quinto toro se pudo ver al de Salteras más en sintonía con su forma de entender de este oficio.
Da un poco de coraje la imagen de poca ambición que transmite el nuevo “Paquirri”. Cuando está mas cuajado como torero, que por algo lleva ya sus 17 años como matador de toros, no termina de arrebujarse con los toros. Con su dócil y suave primero debió hacerlo, pero se conformó con estar pulcramente correcto.
Nota al margen
En efecto, lo que el sábado a la mañana se comentaba en las cocinas del taurinismo era cierto. El actual ganadero de Garcigrande tuvo que traer a la Maestranza hasta 13 toros para que, finalmente, le aprobaran seis. Si los aprobados fueron lo que todos vimos, ¡cómo serían los otros siete!.
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