VALLADOLID. Cuarta de feria. Casi lleno. Toros de El Pilar –el 2º bis como sobrero– de muy deficiente presentación y sin poder ni casta, a excepción del 3º. Julián López “El Juli” (de nazareno y oro), una oreja y silencio. Alejandro Talavante (de azul cobalto y oro), silencio y ovación. David Mora (de verde manzana y oro), que sustituía a Roca Rey, una oreja y silencio.
Días de mucho, vísperas de nada. Al pie de la letra se cumplió el refrán. Después del atracón de toreo caro, la nada, salvo la entrada en la que sigue presente el efecto JT. La corrida que trajo la familia Fraile con el hierro de El Pilar, todo un fiasco. Con una presentación que no era digna para esta plaza y para casi todas, los seis ejemplares –siete si se cuenta el sobrero– estuvieron ayunos de los elementos mínimos que exige un ápice de bravura y de casta. Se devolvió al corral el 2º, pero los seis no debían haber pasado el reconocimiento previo. Del siniestro total ganadero se salvó el que hizo 3º, que así como era feo de hechuras, luego sacó bondad.
Con semejante horizonte por delante, lógico fue que el naufragio se trasladara al desarrollo del festejo. Sin toro no hay salvación que valga. Y malo es que eso en Valladolid ya ha ocurrido en dos tardes en una feria de cinco corridas, en la que una no cuenta por su carácter singular. Ya veremos que aporta a este balance la empresa Matillas, que cerrará la feria con toros de sus dos hierros. Si también resultan un petardo similar, los Matilla habrán destruido de un golpe de mano los logros –ahí están las entradas– que le habían llovido de los cielos con el abono de JT. Tal como andan las cosas y los números, ya son ganas de volver a las andadas, de vaciar las plazas.
Con la memoria fresca de las actuaciones de El Juli y Talavante en la tarde del pasado domingo, lo suyo en esta tarde resultaba aún más triste. Dos toreros que acaban de triunfar en esta plaza del paseo de Zorrilla que se estrellan con el muro insalvable del desastre de un ganado presuntamente bravo.
Con cuidado y mucho tacto, todavía El Jul pudo salvar el expediente con su faena al que abría plaza, que medio valía para algo. Al menos fue pulcra y cuando parecía necesario tiraba de recursos, plenamente legítimos en estas circunstancias. Como además lo mató por arriba, se le concedió una oreja.
En cambio, menos fortuna tuvo Talavante, el mismo que hace seis cortaba le cortaba un rabo a un toro de Cuvillo. Es que no pudo dejar ni un muletazo limpio y como es debido. Anotemos de paso que la presidencia se puso contumaz no devolviendo al sobrero, más inútil aún que el titular: un animal que no se sostiene sobre los remos no es apto para la lidia, diga lo que diga el Reglamento.
El único potable en juego, que no en presentación, resultó ser el 3º. Lo entendió bien David Mora y aprovechó la sustitución para construir una faena de razonable porte, aunque quizá sin llenar por completo las opciones que ofrecía el pilareño. Mató con decisión y suya fue una oreja, que a la postre sólo hace un tanto engañoso el resumen de una tarde para olvidar.
0 comentarios