Objetivo: la elaboración de una gran auditoria sobre el negocio taurino en todas su vertientes

por | 5 May 2013 | Informes

La realidad actual del negocio taurino plantea serias dudas sobre la vigencia de sus sistemas de gestiones. No se trata tan sólo de referirse a la manera de gobernar y tomar sus decisiones las Empresas. En el fondo, ese es el estadio final de la cuestión. Sabiendo que es una actividad artística, plagada de intangibles, resulta hoy necesario replantearse –que no es lo mismo que únicamente reducir– la política de retribuciones de los profesionales; el valor que debe conceder al factor ganadero; la incidencia de las Administraciones públicas, ya sea por las adjudicaciones, ya en materia de impuestos y tasas. Pero no puede obviarse, además, el estudio de los nuevos hábitos sociales de los espectadores. Como han hecho otros muchos Sectores, en el fondo para que la Fiesta cuente con el modelo de gestión que necesita en el siglo XXI el paso previo es contar con una auditoría global y lo más exhaustiva posible.

Si se hiciera una traslación de orden general, no se andaría descaminado si se estima que en los costes fijos de la organización de un espectáculo taurino –en especial, corridas de toros y novilladas picadas– el 70% corresponde a las dos partidas esenciales: toreros y toros, no precisamente a partes iguales. El 30% restante corresponde a los gastos generales del negocio: desde las certificaciones obligatorias a la banda de música, con todas las demás partidas suplementarias.

Con lo cual, salvo que ande por debajo de los precios  convencionales de mercado, para poder cubrir gastos la empresa tiene que recaudar en torno a los tercios del aforo. Piénsese, por ejemplo, que si se ofrece una corrida de toros en una plaza de tercera, la empresa necesita recaudar al menos 60.000 euros –10 millones de las antiguas pesetas– para no perder dinero. Y ello, pagando a los toreros y sus cuadrillas estrictamente los mínimos legales y aprovechando los precios a la baja de las ganaderías.

En las ferias de mayor nombre siempre quedó el recurso de compensar los carteles caros con otros más económicos, todos ellos incluidos en abonos de precio igualitario con independencia de la categoría de cada cartel, con la única distinción entre las corridas de toros y las novillas y las de rejones. Pero conforme las empresas se ven forzadas, como ha ocurrido en Sevilla, a reducir el número de espectáculos, ese factor compensatorio disminuye.

Si es que las cifras son ciertas, que en Sevilla y con el “No hay billetes” la empresa perdiera 96.000 euros con un cartel formado por Morante, El Juli y Manzanares, resulta un caso paradigmático de la realidad actual.

Parece evidente que con números tan ajustado como éstos, el negocio taurino no puede mantenerse con las fórmulas antiguas de gestión. Necesita replantearse sobre bases nuevas. Pero para que eso sea posible, primero habría que estudiar con todo detalle la economía real de la Fiesta, tanto en sus grandes números, como en lo que se refiere a cada grupo de  plazas según su categoría y la dimensión de su temporada.

Pasos para una auditoría sectorial

El primer problema que encontraría un estudioso que se empeñara en este intento es que la inmensa mayoría de las empresas taurinas no tienen auditadas sus cuentas, o nos la dan a conocer. Y con la información oficial que puede obtenerse en el Registro de Sociedades no hay materia suficiente como para estudiar en profundidad los distintos modelos de gestión.

Pero otro tanto habría que hacer con cada uno de los sectores profesionales que intervienen en el espectáculo. Así, por ejemplo, excluyendo el efecto a la baja de la sobreoferta que hoy existe, habría que estudiar paralelamente el modelo gestión de las ganaderías bravas. Otro tanto habría que realizar con los restantes sectores, incluidas las Administración Públicas propietarias de las plazas.

Incluso la propia gestión financiera adquiere en este contexto buen valor especial. Que una empresa tenga recaudado las dos terceras partes de sus ingresos con antelación de meses no puede resultar un dato marginal, ni responder al mismo modelo que aquellas otras en las que sus ingresos dependen del día a día. Son partidas económicas muy importantes como para que, sencillamente, se guarden en un cajón; necesita contar con una gestión adecuada y propia.

Y no cabe dejar en el olvido el estudio sociológico acerca de los comportamientos del público al que se dirigen las actividades taurinas: los hábitos de asistencia, que han sido cambiantes en las dos últimas décadas; la influencia de las promociones publicitarias, que hasta ahora han sido poco relevantes, cuando ha funcionado con más eficacia el “boca a boca” entre aficionados que las propias técnicas publicitarias; el impacto a favor o en contra de la televisión en directo, sobre lo que hay opiniones no coincidentes…. Es decir, todos aquellos aspectos que condicionan externamente el grado de aceptación que pueda tener una oferta taurina.

En suma, se trataría de contar con datos reales y con las fórmulas concretas de gestión, sobre los que operar para poder construir a partir de ahí las líneas generales que debieran definir el nuevo modelo de gestión taurina que hoy se necesita.

Como cualquier otro sector en crisis

Nada de esto es indiferente a lo que ocurre en cualquier sector económico y empresarial: antes de emprender su reconversión, se hace necesario estudiar la realidad del negocio, sus niveles de eficiencia, el grado de competencia que existe en el mercado, la exploración de mercados nuevos, etc.

Así como en la economía productiva se trata de un modo de proceder que ya es convencional y está incluso reglado y sobre el que se cuenta con un histórico que permite definir las líneas básicas de esos estudios preliminares, en el caso de la Fiesta nunca se ha hecho algo parecido. Por ello habría que comenzar ex novo, partiendo de la colaboración de todos los sectores a la hora de aportar datos reales y sin maquillar.

Pero, por fortuna, en España se cuenta con expertos –sin ir más lejos en las aulas de la Universidad– que pueden responsabilizarse de estudios de esta naturaleza. El caso del profesor Juan Medina, de la Universidad de Extremadura, es uno de ellos, aunque hay más nombres a poner sobre la mesa.

De un estudio de esta naturaleza cabe esperar bastantes cosas. Entre otras,  despejar las dudas acerca de cuáles son los modelos y las condiciones de las retribuciones a los profesionales que la dimensión a actual del negocio permite. ¿Habría que ir a una fórmula en la que tales retribuciones estuviera de alguna forma dependientes –con todas las matizaciones que se quieran– de la recaudación en la taquilla? Pues probablemente, sí. Y quien dice estas retribuciones, dice todas las restantes partidas del haber y el debe de la cuenta de resultados y el balance.

Lo que ocurre es que pocas actividades cumplen tan al pie de la letra y de forma tan descarnada el principio de la oferta y la demanda como el negocio taurino. Y eso obliga a no pocas singularidades en su gestión. Pero una cosa es que se vaya a un modelo especial y diferenciado de los negocios convencionales y otra muy diferente quedarse anclado en un pasado que ya está sobradamente superado y con el que, comprobado está, las cuentas no cuadran.

 

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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