PAMPLONA. Segunda de la Feria del Toro. Lleno. Toros de José Escolar, de presencia medida, pero muy ofensivos por delante, desiguales de casta y juego; 3º y 5º cinqueños. Eugenio de Mora (de blanco y oro), silencio, ovación y silencio en el que mató por Caballero. Pepe Moral (de tabaco y oro), silencio y una oreja,. Gonzalo Caballero (de blanco y plata), ovación en el único que mató.
Parte facultativo de Gonzalo Caballero: el torero resultó cogido al entrar a matar al 3º de la tarde; pese a todo permaneció en el ruedo hasta dar cuenta de su enemigo. En la Enfermería de la plaza fue asistido de una "cornada en el glúteo izquierdo de unos 12 centímetros que afecta al nervio ciático". Además, fue sometido a una ecografía abdominal para descartar cualquier lesión que pudiera tener en la zona por el fuerte pitonazo.
INCIDENCIAS: Llovió con fuerza durante la lidia de 4º y 5º, haciendo que se despoblaron en buena parte de los tendidos, que volvieron a la situación inicial al salir el 6º y cesar el agua.
En el historia del toreo siempre se dijo que “el toro pone a cada cual en su sitio”. Y en efecto, así fue durante mucho tiempo. El toro entronizó a Joselito y Belmonte, pasando por delante de quienes mandaban en el escalafón de su época. El toro llevó a la cumbre a Manuel Rodríguez “Manolete”. El toro, en una sustitución circunstancial en Santander, para un parado tras su alternativa y conocido por Antonio Ordoñez tuvo la recompensa de 40 contratos en una sola noche.
Pero los tiempos cambian. En esta etapa posmoderna que toca vivir en nuestros días ese viejo dicho taurino exige de demasiadas matizaciones. Ahora lo que era casi una ley, ha pasado a tener una redacción más o menos así: “el toro pone a cada cual en su sitio, si a los taurinos les conviene”. La realidad es esa y no otra. Y lo demás, son ganas de engañarse.
Solo así se entiende que Pepe Moral haya tenido que esperar hasta esta tarde sanferminera para volver a vestirse de torero, después del zambombazo que allá por abril dio en Sevilla con la corrida de Miura. Ni Madrid, ni ninguna otra empresa…, tan sólo la MECA, que no son empresarios profesionales, tomaron nota y le firmaron el contrato. Manda huevos, que habría dicho el ínclito presidente del Congreso. O como añadiría otro: “así nos va”. Y el nostálgico entrado en años cerraría el diálogo con un: “estas cosas no pasaban en mis tiempos”.
Pero quien sabe hacer el toreo, lo sigue sabiendo a pesar de todos los pesares. Moral lo demostró con su faena al 5º de los escolares de este sábado. A un toro muy encastado en bueno, le cuajó un ramillete de naturales que resultaron hasta majestuosos. Qué temple y qué precioso trazo el de cada natural, en unas series en la que cada muletazo mejoraba al anterior, iba a más, tanto que hasta paró por unos momentos la jarana de esta plaza. Pese al previo metisaca, cuando hizo rodar a su enemigo Pepe Moral tuvo que recoger por criterio unánime una oreja.
Pero que Moral no venía sólo a cobrar ya había quedado claro con el débil y poco colaborador que le correspondió en su primer turno. Llegó hasta donde el escolar permitía, pero lo que hizo tuvo buen son.
La corrida de José Escolar no vino a regalar demasiado. Desiguales de presencia, pero igualados luego con sus ofensivas cabezas muy abiertas de pitones. No destacaron precisamente ante el caballo, ante los que se les dio en ocasiones con exceso. En su juego ante los engaños, los dos primeros dejaron bastante que desear: descastados y con pocas ideas buenas, especialmente el que abrió la tarde, que acabo siendo un prenda. Muy exigente en el desarrollo de su casta fue el 3º. Con algunos altibajos en su celo, tuvo bondades el 4º. El 5º fue el único que tuvo un comportamiento a más, con fijeza y prontitud. El 6º, como para equilibrar la cosa, volvió a las mismas andadas que el 1º. Una corrida que dura, con mucho que lidiar y poco que torear.
Y en lidiador tuvo que echar la tarde Eugenio de Mora, cuyo buen oficio le permitió quitarse de en medio a los tres que tuvo que matar, por la cornada de Gonzalo Caballero. Prácticamente sobre las piernas tuvo que lidiar a 1º y 6º; mayores alegrías le permitió el 4º, aunque las desigualdades de casta impidieron consolidar la faena, que tuvo momentos de interés.
Se presentaba en Pamplona Gonzalo Caballero. Animoso y entregado siempre, como dejo escrito en sus lances de recibo al 3º. Pero luego su poco oficio se dejo notar a la hora de someter al escolar de turno, que pedía mucho mando y por abajo para tomar los engaños con mejor aire. Su actitud era encomiable, pero se necesitaban de otros ingredientes más. Se entregó a la hora de matar, la segunda vez ya con una cornada en el cuerpo. Y los aficionados le agradecieron con su ovación tanta entrega.
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