Tercera de la Feria de Fallas
Valencia, 14 de marzo de 2011
Floja entrada, en tarde muy desapacible. Novillos de Javier Molina, cumplidores en presentación, pero dura y con dificultades. Thomas Dufau (de marfil y oro), ovación y un oreja. Juan del Álamo (de rioja y oro), una oreja y ovación. Jesús Duque (de champan y oro con cabos negros), palmas y una oreja.
Frente a la adversidad, dar la cara, aunque te la partan. Esa parecía esta tarde que era la consigna antes de hacer este tercer paseíllo de Fallas. Se cumplió a rajatabla. Bueno se cumplió en todo menos en una cosa: por ventura, los tres toreros salieron por sus pies. Pero adversidades hubo muchas, tantas como cuatro, por lo menos. Todas ellas llevaban el hierro de la ganadería Javier Molina. Si bien cumplieron en presentación, pese a que el primero estaba a medio hacer, luego sacaron más cosas malas que buenas, si exceptuamos el cuarto que tuvo algo más de clase. Pero como el refrán dice que las desgracias nunca vienen solas, durante gran parte de la tarde hubo que soportar unas oleadas de viento que hacían ya difícil el simple hecho de montar la muleta.
Y en semejante escenario, los tres novilleros pasaron la prueba con holgura. Con sus más y sus menos, pero siempre siguiendo la consigna: había que dar la cara. Vamos, lo que toda la vida han debido hacer los novilleros. Pues hoy, también los hay. No deja de ser una tranquilidad.
Al francés Thomas Dufau se le ha visto hoy más hecho que en la pasada temporada, con las ideas más claras. En suma, en progreso. Si en uno, su primero, dio la cara, en el cuarto, que era el más potable, supo aprovecharlo con bastante inteligencia y siempre con quietud. Siempre tendrá encima el riesgo de su estatura. Pero el antiguo axioma de que un torero tan largo no puede ser estético, nos tenemos que sentir obligados a cambiarlo, por la simple razón de que la nueva juventud ha nacido bien alimentada. De todas formas, el francés sabe mantener su estética. Se anuncia su alternativa para los próximos meses; habrá que darle vía libre.
El más cuajado de la terna, el salmantino Juan del Álamo, anda sobrado, eso está claro. Por eso me llamó más la atención su entrega y ese tratar de mojarle la oreja a sus compañeros. Vamos, que no está aburrido precisamente. En consonancia con su rodaje, a su cargo estuvieron los momentos más templados y sentidos de la tarde. Si, además, se acostumbra a no dejar tan atrás la muleta, algo que –ortodoxias al margen– no todos los toros permiten, su toreo ganará enteros para convertirse en julio en una novedad del escalafón superior.
El valenciano Jesús Duque era la de hoy su segunda tarde con caballos. Y eso se nota, como es natural. Desde su altura, está por definir. Luego desconcierta un poco, porque sabiendo echarle con acierto la muleta al hocico del novillo, choca su torpeza con el capote, probablemente porque no sabe aún sacar los brazos coordinadamente. Eso sí, dejó claro que está empeñado en ser torero: estuvo valentísimo, sin arredrarse ante el peligro, que lo hubo en diversos pasajes. Sólo con esa voluntad que tiene en ser torero, ya es pasaporte suficiente para que si lo placean con cabeza, sea un torero con capacidad de progreso.
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