MADRID. Un cuarto de entrada en tarde ventosa y poco agradable. Novillos de Nazario Ibáñez, bien presentados y de buen juego, Mario Alcalde (de lila y oro), silencio tras dos avisos y silencio tras dos avisos. Antonio Puerta (de grana y oro), ovación tras aviso y ovación . Rafael Cerro (de azul celeste y oro), vuelta tras aviso y silencio tras aviso.
En buen momento fue rechaza la anunciada novillada de Yerbabuena, porque ha permitido ver el buen juego de la importante novillada enviada por Nazario Ibáñez, que en principio debía haberse lidiado en el festejo suspendido el pasado domingo. Un conjunto bien hecho, variado, pero siempre con interés, en el que resultó más problemático el cuarto. En suma, un lote ganadero de buena nota, que no termino de ser aprovechado por la terna.
Mario Alcalde, que reaparecía después de su lesión, estuvo decidido con el encastado novillo que abrió plaza y tuvo fases lucidas, junto a otras mas embarulladas. Con su segundo puso voluntad, pero que no era suficiente para dominar al geniudo enemigo. En ambos estuvo premioso con las espadas.
El debutante murciado Antonio Puerta y dejó un grata impresión su primera faena, toda ella ligada y con buen tono. La espada le impidió que el reconocimiento fuera a mayores. Otro tanto volvió a ocurrir con el quinto, en el que destacaron algunas series con personalidad sobre la mano derecha. Sin haber sido una tarde rotunda, si ha dejado detalles toreros, con esa cruz de los aceros.
Volvía a Las Ventas en quince días Rafael Cerro, que enmendó la menos que gris actuación anterior. De hecho, a punto estuvo de cortarle la oreja al tercero de la tarde tras una faena con buen gusto y con cabeza. También con el que cerraba plaza se mostró con claridad de ideas, en un trasteo quizá el de mayor interés de toda la tarde. Como la cosa iba a espadas, tampoco Cerro acertó en su manejo.
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