No hablemos de «brotes verdes», que están gafados; pensemos que un futuro mejor es posible

por | 30 Sep 2014 | La opinión

Desde que una Vicepresidenta del Gobierno dijo aquello de los “brotes verdes” y luego nos cayó encima a todos la mundial económica, eso de echar prematuramente las campanas al vuelo tiene más peligro que una alimaña de la A coronada. Pero estando convencido de ello, no se trata aquí de hacer repicar ninguna campana. Se trata, sencillamente, de anotar unos primeros elementos que permiten abrigar algunas esperanzas de un futuro mejor para la Tauromaquia.

Y así, un síntoma interesante puede ser que en la plaza de Madrid se haya renovado para la feria de otoño íntegramente el abono que se suscribió para San Isidro. Algunos podrían aducir, y en su derecho están, que tampoco eso es tan importante, sino que lo único que refleja es que en el sanisidro’14 se había tocado fondo en la crisis.

Prefiero pensar que es  algo más. En parte será debido a que en esta ocasión los carteles de otoño son más atractivos que otros años, pero en parte también tiene que deberse al inicio de una nueva etapa, en la que la reanimación del consumo privado permite no tener que acudir a ese último recurso de prescindir del abono en Las Ventas.

Cierto que en esta temporada hemos tenido casos nada positivos, como las muy flojas entradas de las ultimas Corridas Generales de Bilbao, una plaza que, dentro de lo que cabe, parecía más blindada que otras frente a la crisis; o como el feo desarrollo de la temporada en Sevilla, que en este caso tuvo sus propias causas ajenas a la crisis.

Pero, en cualquier caso, que Madrid consiga parar la sangría de abonados, que era la tendencia continuada de las últimas temporadas, no deja de ser un signo positivo de futuro. De hecho, con los nuevos abonos que ahora de suscriban comenzará a producirse crecimiento real.

A día de hoy, aunque sintomático es menos relevante el caso de la plaza de Zaragoza, donde los abonados han crecido un 100 por 100. Los anteriores gestores dejaron tal ruina, que cualquier crecimiento que se experimente porcentualmente se dispara. Por eso es conveniente esperar al año próximo, cuando los comportamientos en el coso de la Misericordia sean homologables con los de la temporada que ahora concluye. Sin embargo, y aunque los números absolutos no sean los definitivos, al menos puede hablarse de un signo de vitalidad: cuando la gestión ha mejorado, la afición ha sido sensible a tal cambio. No es poco.

Si se acabara de consolidar, otro signo esperanzador encontraríamos si todos los sectores taurinos –públicos y privados– consiguieran finalizar el trabajo que se está desarrollando para contar con modelos de pliegos-tipo para la concesión de la gestión de plazas de toros. Sería de enorme importancia, siempre que consiga racionalizar una cuestión que hoy constituye un monumental escollo para la economía taurina.

Por los círculos taurinos se comenta en estos días, por ejemplo, que la feria de Albacete, pese al buen comportamiento de la taquilla y de la organización, ha terminado por arrojar números rojos. En la ciudad manchega se ha hecho un esfuerzo importante, que si ahora se frenara traería más de un problema. ¿No tendría más sentido revisar las condiciones de adjudicación de la plaza antes que cambiar el modelo de gestión? Y en un año habrá concurso en Madrid, una cuestión capital para toda la Tauromaquia, que exige de actualizaciones seria, no de matices.

Urge, sin duda, que la Comisión de Asuntos Taurinos y la Federación de Municipios y Provincias lleven a buen fin y con acierto la normalización de los pliegos-tipo, porque se habría abordado uno de los problemas estructurales de la Fiesta. En ese camino se trabaja, de ahí que por ahora haya que considerarlo un síntoma positivo; cuando se concluya comprobaremos si, además, se convierte en una realidad práctica. Una cosa es segura: ahí todos –no solo los empresarios– nos jugamos mucho.

Puede decirse con toda razón que también en este tema se trata de un movimiento muy incipiente, que hasta que pase la feria del Pilar no comenzará a  enseñar sus cartas reales. Pero los elementos fraccionarios que se van conociendo llevan a pensar en la posibilidad de una reordenación de las relaciones internas del toreo.

Fracasada por dos veces la rebelión de las figuras, –que en el camino redujeron a la mitad sus efectivos: lo que va del G-10 al G-5–, sus propias experiencia negativas lleva a que las relaciones se modifiquen. De facto, El Juli renunció a liderar ningún grupo más, que bastante le ha caído en los dos intentos anteriores. Talavante ha acabado medio peleado con todos, sin terminar de encontrar su sitio. Manzanares decididamente va “a su bola” y a la de la Casa Matilla –que no sé muy bien por qué, pero parecen atravesar horas bajas–. Morante hace rancho aparte, que la casa mexicana que le apodera tiene muchos intereses cruzados y al de la Puebla le basta con su propio Tour, mientras el invento aguante. Con diferencia el mejor posicionado de todos es Perera, que a base de jugarse el tipo cada tarde, ha construido su propio camino, muy sólido y reconocido, siendo además el único que ha dado una cierta variedad a los encastes con los que se anuncia.

Enrique Ponce, con todo su historial a cuestas, camina a su aire con toda lógica. Sebastián Castella parece que acabará por irse con los Martínez Uranga. Y en el segundo escalón de los que andan por las ferias, algunos movimientos se darán; las principales apuestas, que ya se verá luego que tienen de fundamento, se dirigen  a El Cid y a Manuel Escribano.

En cuanto tengamos que echar mano de los abrigos, comenzará a moverse el pelotón, que Sevilla suele ser tempranera. Será el momento de comprobar si volvemos al status quo anterior al G-10 o si unos y otros han aprendido la lección de que el camino obliga a compartir responsabilidades y compromisos con las empresas. Emilio Muñoz lo dijo hace unos días de manera mucho más brillante y clara: “Los toreros se tienen que comprometer mucho más de lo que lo hacen”.  

Sin tratar de entrar en el campo de la adivinación, fiándonos tan sólo de los signos externos conocidos, nada tendría de extraño que se alumbrara no tanto como “un tiempo nuevo” –que eso es mucho decir–, pero sí un nuevo clima de relaciones. Algunos aficionados interpretan esta posibilidad como la rendición de las figuras ante las grandes empresas, para pasar a ser subsumidos por el sistema. Personalmente prefiero pensar,  quizás ingenuamente, que se trata de un cierto volver a los orígenes históricos, cuando el elemento fundamental para establecer la cotización de cada cual radicaba en el mérito, no en los malhadados intercambios de cromos.

Si esta posibilidad pasara de ingenuidad a certeza, entonces, y  a pesar de lo gafada que aquella vicepresidenta de antaño dejó la frase, sí que estaríamos ante unos auténticos “brotes verdes”, que más  que simples brotes pasarían a convertirse en la gran pradera si consiguiéramos salir de esa obsesión por el “toro predecible”, que tanto nos aburre. Pero ese es un tema de los que en el lenguaje popular se denominan “de pantalón largo”. Por eso, mejor dejarlo para el próximo día. Y no precisamente por aquello  que se atribuye a Juan Belmonte: “el que quiera más, que vuelva mañana”, sino porque se trata de una cuestión troncal en el futuro del arte del toreo.

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Taurología

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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