BILBAO. Cuarta de las Corridas Generales. Media entrada. Toros de Alcurrucen, bien presentada y seria por delante, de juego interesante aunque no fácil. Enrique Ponce (de grana y oro), ovación tras aviso y gran ovación tras aviso; mató el 3º por la cogida de Jiménez Fortes. Miguel Ángel Perera (de grosella y oro), ovación, ovación y gran ovación tras un aviso. Jiménez Fortes (de marino y oro), ovación que recogió su cuadrilla, mientras el torero era intervenido en la Enfermería.
Parte facultativo de Jiménez Fortes: “Herida por asta de toro en tercio proximal de cara interna del muslo izquierdo, con dos trayectorias. Ambas desgarran el músculo recto interno. Una penetra en profundidad unos 12 cms. disecando la cara posterior del fémur. La otra, de trayecto superficial, subcutánea ascendente hasta región del pliegue inguino-escrotal. Ninguna afecta estructuras vasculares o nerviosas de entidad. Exploración de ambos trayectos. Friedrich de orificio de entrada cutánea, lavado con suero. Hemostasia, colocación de drenajes y cierre por planos. Penrose inferior se ubica en región posterior del fémur. Penrose superior en trayecto superficial ascendente. Se inicia tratamiento antibiótico. Pronóstico reservado. Trasladado a la Clínica Virgen Blanca de Bilbao”. Fdo. Dr. José Luis Martínez Bourio.
Cuando desaparece la vulgaridad, crece el interés. Y se comprueba que no es indispensable que las reseñas estén pobladas de orejas cortadas para que los aficionados hayan asistido a una buena tarde de toros, a ratos por los problemas a resolver, en otros por la calidad del toreo y siempre por el interés de cuanto ocurría en el ruedo. El único lunar a lamentar, la aparatosa y fuerte cornada que sufrió en su primero Jiménez Fortes, que llegó a Vista Alegre sin que aún los médicos le hubieran quitado los puntos de la otra cornada que sufrió hace 10 días.
Gran parte en todo ello tuvo la corrida enviada por la Casa Lozano, con el hierro de Alcurrucen. Un lote serio y bien armado, en el sólo desentonó un poco el menos rematado 2º, aunque trataba de compensarlo siendo el más descarado de pitones. Pero un lote también que pedía por delante las credenciales de los espadas. Cierto que luego, cuando se les metía en los engaños, solían tomarlos hasta el final y con fijeza. Pero había que ponerse allí y llevarles sin una sola duda. Como además tuvieron más duración de lo que viene siendo habitual, de modo necesario todo eso trascendía a los tendidos, que siguió el festejo sin necesidad “de comer pipas”, como se dice en plan moderno. Con todo, anotemos también que toda la corrida estuvo en los límites de cumplimiento ante el caballo.
Salvo por razones de que los años pasan y pesan, con el nivel que Enrique Ponce ha dado en sus dos tardes bilbainas se comprende poco esa decisión suya de no hacerse presente en las otras plazas de compromisos mayores; o sea, en Sevilla y en Madrid. La faena que le construyó este miércoles a su segundo tuvo usía, de las importantes y meritorias de su carrera. Tuvo toda ella un gran sentido estético, pero no tuvo menos raza el torero a la hora de someter al de Alcurrucen, muy suelto de cabeza, pero que cuando se sintió podido sacó su fondo de calidad. Hubo dos series con la mano izquierda para recordar. Pero en general todo el trasteo tuvo una excelente sintonía, muy cromatizada por los destellos más estéticos. Una faena, en suma, de triunfo grande, que luego se esfumó con una estocada tendida y caída que necesito de hasta seis intentos de descabello. Pero lo bien hecho le fue muy reconocido.
Menos bonancible el toro que abrió plaza, que nunca acabó de entregarse y con un pitón izquierdo por el que protestaba mucho, también en esta ocasión se pudo ver a ese Ponce que en Bilbao se entrega de una forma particular. Fue una faena elegantona, de detalles torerísimos, pero que no acabó de ser redondeada. También en esta ocasión fallo reiteradas veces con el verduguillo.
Lo que Miguel Ángel Perera con el toro que cerraba plaza –el 2º de los que había correspondido a Jiménez Fortes– tuvo lo suyo. Construida desde el primer momento en los medios, fue un modelo de la paciencia del torero para ir haciendo a su enemigo, inicialmente un tanto desconcertante: lo mismo tomaba bien los engaños que daba un arreón. La paciencia y, sobre todo, el buen temple fueron medicina muy idónea, según se pudo comprobar de la mitad del trasteo en adelante, cuando cuajó muletazos irrreprochables, con un pulso firme y una muñeca bien jugada y todo muy reunido, dando a al toro tan sólo los tiempos justos para reponerse. El pinchazo previo a una estocada entera dejo todo en una gran ovación.
Al cabezón que lidió en primer lugar le costaba mucho repetir sus acometidas. Por eso toda la faena tuvo la discontinuidad propia de estos casos. Muy firme Perera, sacó todo el partido que era posible. Con su segundo –que por el percance del compañero se lidió como 4º–, al que le realizó un emocionante quite, la faena de Perera no pudo ir a mayores: el de Alcurrucen era el más soso del lote y sólo a base de ponerle los muslos por delante era posible crear alguna emoción.
El torero extremeño tuvo la mala fortuna de que por dos veces su primer toro le pisara el pie derecho, como su segundo volvió a hacerle lo mismo, Perera salió de la plaza con el pie como una bota, camino de la Clínica para someterse a un estudio radiológico y en la duda de si este jueves podría comparecer en Almería.
Se empeñó Jiménez Fortes en no faltar a Bilbao, aunque aún tenía abierta la herida de la cornada de Marbella. Pese a ese hándicap, se entregó hasta que llegó la cornada. Tanto en su firme quite con el capote como luego en la faena de muleta, la quietud y la verticalidad del malagueño se hermanaban con el sano propósito de llevar largo a los toros. Por lo poco que se le pudo ver en Bilbao, ha madurado mucho este torero. Un recorte inoportuno al salir de una serie, le dejó al descubierto y el toro le empitonó de lleno. Una cogida angustiosa, por el tiempo que estuvo colgado del pitón y por la propia forma con la que lo zarandeaba. Sobrecogió al personal. Luego, afortunadamente, la cornada, aún siendo grave, no tiene mayores complicaciones.
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