SEVILLA. Primera del abono. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Núñez del Cuvillo, muy diversos de y de pobre juego. Morante de la Puebla (de azulina y plata), silencio tras un aviso y ovación. José María Manzanares (de nazareno y oro), silencio y ovación tras aviso. Roca Rey (de violeta y oro), ovación y ovación.
MADRID. Media entrada. Toros de Montealto, con presencia desigual y deslucidos de juego. Curro Díaz (de marino y oro), palmas, silencio y ovación. José Garrido (de granate oro), silencio, silencio y silencio.
Como ocurrió con la victorinada de hace siete días, sin historia alguna el mano a mano que Simón Casas montó como continuidad de la tarde emotiva del otoño. Es lo que tiene este Arte, que nace y muere en un instante. Si no se conjuntan una serie de circunstancias, el castíllo de naipes cae por los suelos.
La esperada corrida de Montealto –desiguales en tipo e igualados en su escaso juego– resultó a la postre el factor decisorio. De hecho, hasta el quinto de la tarde la cosa iba cuesta abajo irremediablemente. Ese “montealto”, con un punto de nobleza, permitió a Curro Díaz hilvanar un par se de series con mucha enjundia, aunque la faena no terminara de redondearse y y acabo con fallo a espadas.
La entrega de José Garrido no resultó suficiente para superar esta prueba tan importante en el inicio de la temporada. Ninguno de sus tres enemigos, que pronto se vinieron abajo, le dieron opciones a mayores lucimientos,
Pero igualmente en Sevilla el encierro preparado, en este caso con el hierro de Núñez del Cuvillo, repitió casi punto por punto lo ocurrido en el ruedo de la capital. Sin ningún fondo prácticamente de que pisaron el albero maestrante, ni siquiera el empeño y el riesgo asumido por Roca Rey, que desde el paseíllo ya iba con el acelerador pisado a topo, resultaron suficientes para enderezar la tarde.
Lo más sólido, dos series de muletazo de Manzanares con el 5º, el más potable de los “cuvillos”. Los detalles propios de Morante no pudieron pasar a mayores, ni con el público muy predispuesto a aplaudirle.
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