SEVILLA, 15 de abril de 2012. Tercera de feria. Rozando los tres cuartos de plaza. Tres toros de San Pelayo y tres de San Mateo, con presencia y nobleza, pero todos viniéndose muy abajo. Andy Cartagena, ovación y ovación. Diego Ventura. Ovación y ovación. Leonardo Hernández, ovación y ovación.
A diferencia de todos los años anteriores, no se llenó la Maestranza, aunque si registró una entrada mejor que los dos días precedentes. Unos dirán que faltaba Hermoso de Mendoza –aún realizando campaña por México–; otros, que es cosa de la crisis, que va camino de convertirse en el argumento del año.
Tampoco la corrida tuvo el ambiente de anteriores ferias. Mucha responsabilidad recae en la corrida del Capea, que tuvo tan poco motor que antes de empezar casi la lidia ya estaban con el trote cochinero, siguiendo a duras penas las grupas de las cabalgaduras. Podría aducirse que los rejoneadores se equivocaron en la primera mitad del festejo, insistiendo en poner dos rejones de castigo; pero en la segunda parte no lo hicieron y el panorama no cambió.
Pero, sobre todo, debiera resultar preocupante un dato: de tanto emular unos a otros, se han visto seis lidias prácticamente idénticas, casi despersonalizadas. Antes, Cartagena ponía la espectacularidad, con sus violines y otros alardes; eso hoy lo hacen todos. Pero otro tanto cabe decir con Diego Ventura, que sorprendía con sus quiebros inverosímiles y sus piruetas en la misma cara del toro, o con la entrega y la alegría de Leonardo Hernández. Cuando lo mismo ocurre con esos recortes de salida en un palmo de terreno o ese llevar a los caballos a dos pistas, la homogeneidad se queda en puertas de la monotonía y desaparece la frescura que le corresponde a toda obra creativa.
Quizás por eso la tarde, que a los tres toreros se les fue justamente de vacío, iba pesando más en el ánimo del público conforme avanzaba la corrida. Cuando en una tarde como éstas llaman más la atención los caballos que la lidia, algo falla. Y en la Maestranza falló.
Y una nota final. Además de la corrida del Domingo de Resurrección. se llevan tan sólo tres días de feria. Pues en todos se viene advirtiendo una preocupante tendencia a una pañuelitis aguda. Hoy el Presidente de turno se mostró firme; en los otros tres días no ocurrió lo mismo. Ahora que comienza la serie continuada de corridas de toros ya veremos que nos depara el destino.
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