La palabra exacta es supervivencia cuando se habla de un elemento tan fundamental como lo que ha venido en llamarse la Fiesta de base, es que es donde se forjan los que el día de mañana están llamados a coger las riendas del toreo. Y es que, a día de hoy, se hace necesario reconducir con espíritu constructivo una corriente que pretende desregularlas, acercándolas a las clases prácticas de la docencia taurina y darles un carácter amateur para ahorrar unos costes que actualmente casi las hacen inviables sin subvención en muchos sitios. Sin duda, es una razón a tener en cuenta. Las novilladas sin caballos se convertirían en un espectáculo gratuito, low cost, desprofesionalizado, y apoyado en las ayudas que pudieran recibir las escuelas taurinas para la difusión de la tauromaquia.
Esta es una cara de la moneda. La otra es la función que cumplen como refugio de la fiesta en pueblos que antes celebraban novilladas picadas, o incluso corridas de toros, y que ahora se han replegado a esta trinchera defensiva. Aquí los toreros reciben honorarios y el público paga su entrada, aunque la mayoría de las veces presentan un déficit cubierto con aportación municipal como sucede con el resto del programa de fiestas patronales, de las cuales los toros son el pilar en tantos sitio.
Es una evidencia que hay Ayuntamientos interesados en mantener estas novilladas tal y como son, porque tienen alicientes y valores que las convierten en el espectáculo idóneo , taurinamente hablando , de las plazas modestas y la mejor piedra de toque para probar la disposición del novillero avanzado. El hecho cierto es que en el último quinquenio el descenso de las novilladas sin caballos ha sido mucho menor que el de las picadas.
El trabajo de David Beltrán y José Ignacio de Prada propone, como fórmula para hacer compatibles ambas pretensiones; esto es: introducir una diferenciación de régimen entre las novilladas sin caballos de promoción o “menores”, campo idóneo para el aprendizaje práctico sin exigencia profesional, y las novilladas sin caballos de confirmación o ” mayores”, centradas en la lidia de erales en puntas por novilleros con experiencia adquirida en la fase anterior. Cada localidad, en función de sus medios y pretensiones, podrá elegir el modelo de festejo más acorde a sus circunstancias.
Con vistas al futuro, el trabajo apuesta por la consolidación de un circuito de novilladas sin caballos que cubra las regiones taurinas de Francia y España, introduciendo en el mundo del toro el espíritu de emulación de los rankings deportivos y facilitando una clasificación de los toreros que permita su contratación con criterios objetivos, y fomente tanto su rivalidad como el interés del público por estos espectáculos.
Ya en la Introducción a su Informe, loa autores advierten, con atinado criterio, que la crisis general, y la particular del mundo taurino, obligan a repensar también el ámbito de las novilladas sin caballos, cimiento de la selección y de la carrera profesional de los futuros toreros y fuente de los espectáculos taurinos en buena parte de la España rural. Y con tal fin, los autores exponen en su Informe argumentos y aportan algunas sugerencias que ayuden a valorar estos festejos y su función en el conjunto de la fiesta.
Se parte de una propuesta de diferenciar las novilladas sin caballos “menores o de promoción“ de las novilladas sin caballos “mayores o de confirmación” pues cada una requiere, a su juicio, un enfoque y un tratamiento específico. Esta distinción pretende salir al paso de una tendencia a considerarlas a las dos en conjunto como un nivel pre-profesional ligado a la docencia taurina y separada del resto de espectáculos.
Las novilladas menores, estas sí, debieran disponer de un régimen próximo, aunque no idéntico, al de las clases prácticas y becerradas de promoción de las escuelas taurinas. Estas novilladas menores se destinarían a lidiar erales de hasta dos años y medio, con las defensas despuntadas, por jóvenes con cierto nivel de práctica adquirida en la escuela taurina y en las becerradas de promoción.
Las novilladas mayores, conservando su perfil profesional actual, deben reservarse a novilleros ya experimentados en el nivel anterior, y próximos a debutar con caballos, para la lidia de erales, con defensas íntegras, de dos años y medio a tres de edad y un máximo de 410 kg de peso. Se conciben como banco de prueba de la vocación taurómaca y deben recoger a su escala, los valores de integridad y autenticidad con los que se compromete ya el futuro matador.
Tras un apartado de cifras estadísticas, en el siguiente se aborda la aludida tipología, intentando deslindarla en páginas que pueden saltarse de no interesar el detalle.
En otro apartado se enumeran una serie de observaciones a la propuesta de reforma tipológica que propone la federación de escuelas taurinas para ampliar el campo cubierto por las clases y actividades prácticas. Para a continuación resaltar las ventajas de las novilladas sin caballos “mayores“ para el aficionado, para el conjunto de la fiesta, y en garantía de la calidad de los espectáculos de las plazas modestas.
Tras analizar los costes de organización de las actuales novilladas y se comparan con los de otros festejos, finalmente el Informe apuesta por dar un impulso renovador a este sector, inclinándose por la conveniencia de contar con un circuito de novilladas sin caballos a una escala que cubra el amplio espacio de las regiones taurinas de España y Francia. Adoptando la forma de liga o ranking, como en el deporte, dotaría a este nivel taurino de presencia pública e interés para el aficionado.
La matriz a pequeña escala de un proyecto de este tipo se encuentra en el Camino Hacia El Toreo que dirige Víctor Zabala de la Serna. A falta de una organización del sector taurino que comprenda aquel ámbito y que pilotara el proyecto, El Camino podría poco a poco intentar llenar este hueco ampliando sus objetivos y recabando los medios necesarios para llevarlo a cabo.
En formato PDF, para una más cómoda lectura, el aficionado encontrará en el archivo adjunto el texto íntegro de este estudio.
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