SEVILLA. Décima de feria. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Núñez del Cuvillo, demasiado desiguales de presencia y hechuras, de muy poco juego; lo único destacado, el último tercio del que hizo 3º. José A. Morante de la Puebla (de carmesí y oro), ovación tras dos avisos y ovación. Alejandro Talavante (de nazareno y oro), una oreja y silencio tras un aviso, David Mora (de rioja y oro), vuelta al ruedo tras un aviso y ovación.
No hace falta llegar hasta el final de este ciclo, que la cosa ya está clara. ¿La Casa Pagés volverá en 2018 a incluir dos corridas de Cuvillo en la feria de abril? Pues resulta que se descuida uno y lo repite, confiados que así que pasen doce meses el personal se habrá olvidado de este 2017. Cómo sería la de este jueves de farolillos que hasta dos lidiadores tan experimentados como “El Lili” y José Antonio Carretero pasaron las de Caín con el 4º, con incontables y hasta desairados capotazos que no iban a ningún puerto.
Puede comprenderse que escoger 12 toros para Sevilla, que además se lidiarán con diferencia de unos pocos días, tiene que ser tarea muy complicada, incluso cuando se tiene una camada amplia de cuatreños. Y mucho más cuando nos movemos en la costera del “toro predible”. Hasta el que hacia número 12, que parecía más bravo y pronto, a la tercera serie de muletazos ya se rajó a voz en grito. A esta ganadería no les salvó ni la campana. Que de 12 no les salga ni un solo toro completo, ya es cosa para el Guinness de los record.
La diferencia básica entre los seis del día de la Resurrección y los de este jueves radicó en la movilidad: no siempre para bien, pero estos últimos al menos no se acochinaban. Como es lógico, siempre hay algún elemento positivo. Aunque prácticamente ninguno necesitó de los montados y que sus comportamientos fueron muy cambiantes, hubo tres toros con algunos posibles. Y así, tuvo sus cosas el que abrio la tarde; siendo blando, pasaba el 2º y, sobre todo, ganó puntos el burraco que hizo 3º. Cambió la escena con los otros tres: imposible, el 4º; sin clase ni nada reseñable el 5º y duró un suspiró el último, aunque comenzó con buen son. Demasiado poco para un cartel de lujo y en Sevilla. Pero sería un espejismo buscar virtudes que no se dieron: si la corrida no se ha visto peor fue porque en esta ocasión la terna puso un plus para salvar la tarde.
Con más sabor gallista que nunca en sus detalles, muy responsable toda la actuación de Morante, que no quería dejar pasar su feria sin al menos un triunfo en los diez toros que ha lidiada. Y es que torero no sólo es el dichoso pellizco, de los toreos de su corte es el que circula con más valor y técnica. Así como sus cuvillos no le permitieron ligar rematadamente con el capote, no fue obstáculo para dejar lances sublimes. Con la muleta se vino a más con el que abrió plaza. Hubo muletazos gloriosos. Sin toda la continuidad necesaria, que tampoco la tenía su enemigo. Pero qué torero y qué bellos resultaron muchos momentos. Y todo con el mérito de tener que buscar terrenos inadecuados, pero era a lo que obligaba el viento; menos metido en tablas, todo habría lucido más. Luego con toda la espada arriba, el toro se negaba a echarse y acabaron sonando dos avisos. A continuación se repitió el número de las discrepancias con la Presidencia por la oreja. La verdad: la petición no era mayoritaria. No ha sido la locura, desde luego. Pero este Morante siempre será otra cosa.
Con el 4º puso de manifiesto su decisión. Corretón y sin norte, el de Cuvillo protagonizó un primer tercio malo. En medio de aquel marasmo de capotazos inúiles, por sorpresa Morante cogió los garapullos. Con salero y buscando bien la reunión, cubrió el tercio con mucha dignidad, sobre todo con el par al quiebro en las tablas. A partir de ahí, todo se fue en perseguir al cuvillo, que huía de su mismísima sombra. Una maratón inútil.
Con importancia la actuación de Talavante con el 2º. Con el viento en su apogeo no dudó en irse a los medios para pasarlo de muleta. Muy entregado, hubo series muy apreciables, de mano baja, reunidas y con ligazón, domeñando al toro y al viento. Muy en Talavante. Justificada la oreja que el palco le concedió. Lidió con holgura al negado 5º. Ni hoy, ni el otro día, sólo a retazos se ha visto en Sevilla el momento de plenitud que atraviesa el torero extremeño.
En un tris estuvo David Mora de cortarle la oreja al burraco. Elegante con el capote, su faena de muleta tuvo muy buena sintonía sobre ambas manos, que creció con la izquierda. Pinchó antes de dejar una entera arriba. Quizá por eso la petición no pasó a mayoritaria para que se le concediese el trofeo. Volvió a dar la cara con firmeza ante el 6º, hasta que medida la faena se rajó a la búsqueda del abrigo de las tablas. En cualquier caso interesante su actuacion, que le mantiene en su sitio.
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