VALENCIA. Segunda de la feria de Fallas. Lleno. Toros de Victoriano del Río, de deficiente presentación y escaso juego, salvo 4º y 3º, por este orden. Morante de la Puebla (de grosella y oro), pitos y una oreja tras aviso. El Juli (de azul pastel y oro), ovación tras aviso y una oreja. Daniel Luque (de amapola y oro), una oreja y ovación tras aviso.
De la plaza el personal salió hablando de Morante, de su faena al 4º de la tarde, ese toro que el de la Puebla descubrió después de que pasara por la manos de Aurelio Cruz en dos puyazos medidos pero certeros. Hasta entonces, el torero se había desentendido hasta el punto de dejar la lidia en las exclusivas manos de “El Lili”. El descubrimiento, en forma de cinco lances y una media, fue clamoroso para los tendidos. A partir de ese momento todo se transformó en un coser y cantar.
Resulta hasta absurdo descubrir a estas alturas de la historia la estética y la singularidad de sus manejos de las telas. En esta ocasión todo nació concediendo al 5 unos valores casi m
Con el que “victoriano” que abrió plaza desistió de entenderse desde que pisó el ruedo, quizás porque compartía las señas de su cuadrilla de que el animal tenía algún problema en la vista. Y puestos a tirar por la calle de en medio, nada mejor que al recoger la muleta pedir directamente la espada de matar, que es lo que hizo y con la que se mostró habilidoso en el primer envite, aunque luego se eternizara con el de cruceta.
Para este primer lleno de las Fallas –que la empresa anuncia algunos más– el ganadero de cámara de las figuras, que como tal ejerce don Victoriano del Rio, llevó a Valencia una corrida impropia, mal presentada, con algunos descaradamente anovillados. Mucho malaje tuvo el que abrió plaza; vulgarote y sin clase fue el 2º; con calidad y algo más de fondo, el 3º; rompió a bueno y templado el 4º; correoso y sin humillación, el 5º; de informal embestida el escurrido 6º. Total, para venir del criador de cámara, un fiasco.
Si el lado bueno de Morante se consumió en valores estéticos, la tarde la echó “El Juli” a valores técnicos, lo único que razonablemente se le podía pedir. Y no es chico mérito, cuando es lo único posible y además se realiza toreramente. Más lucido con el 2º, pero quizá más meritorio su hacer con el 5º, que siempre tenía un después escondido detrás de la mata. En ambas ocasiones, muy por encima de las condiciones de ambos toros.
Si nos guiamos por Valencia, viene Daniel Luque tratando de dar el arreón final para quedarse bien colocado. Tiene un momento magnífico y variadísimo con el capote, con el que se ve que se encuentra cada día más a gusto. Sin embargo, no dejó entrever que con la muleta se encuentre tan centrado: sus trasteos dejaron constancia de muchas desigualdades, aunque las partes menos fundamentales lleguen con tanta fuerza a los tendidos, que en el 3º hasta le permitió cortar una oreja. Con el propósito de abrir a toda costa la Puerta Grande, luego se atropelló más de mente con la lidia del que cerraba plaza, al recetó un alevoso metisaca en los sótano antes de dejar la espada arriba.
CASTELLÓN: Dos puertas grandes más para la estadística
CASTELLÓN. Corrida goyesca. Tres cuartos de plaza. Toros de García Jiménez, bajos de presentación y desiguales de juego. Enrique Ponce, dos orejas y silencio. David Fandila “El Fandi”, una oreja y oreja tras aviso. Sebastián Castella, ovación y ovación tras aviso. Ponce y El Fandi salieron por la Puerta Grande.
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