Mirando las estadísticas, con 6 toros y 2 orejas de una en una, podría parecer una paso por San Isidro bueno sin más para una figura. Pero no hay nada más alejado del toreo que la estadística. Talavante ha mostrado este año una dimensión enorme.
En física, el momentum resulta de multiplicar masa por velocidad, en esto del toro debe ser algo parecido a multiplicar la calidad del toreo de Talavante por la lucided con la que afronta cada faena.
El extremeño, además, tiene la suerte caer de pie en la capital, que no es ninguna tontería. Y digo suerte porque, aunque se lo ha ganado, hay otros que también y aún así no entran en Madrid ni a tiros.
Y es que Las Ventas es una plaza crispada. Hay demasiada gente que parece que espera que no rueden las cosas, y me quedo ahí, en que parece. Hoy mismo, cuando Diego Urdiales iba hacia los medios con la intención de brindar su primero a Renatto Motta, novillero peruano muerto de una cornada (por el que se había guardado un minuto de silencio al romper el paseíllo), cuando unos cuantos se pusieron a pitar pensando que iba a brindar al público un toro que no era de brindis. Que ellos pensaban que no era de brindis, claro. Esos mismos es posible que salieran de la plaza diciendo que a Urdiales se le fue un toro de oreja.
No quiero dejar de recordar a Javier Ambel, Curro Javier y Trujillo (con ese nombre, como para estar mal) que brillaron en la tarde del momentum Talavante.
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