Milagro de la luz

por | 20 May 2012 | Literatura taurina

La plaza de pronto se llena de una tensión, única posibilidad ante el torero que, frente a la puerta de toriles se dispone a uno de aquellos toques de valentía que pueden remontarlo a glorias insospechadas o terribles marginaciones, según el encanto que se desvele tras esa luminoso misterio, mismo misterio del que ahora sólo encuentro las cálidas palabras de Manuel Altolaguirre para entender lo que aquí está sucediendo:

Para alcanzar la luz

Dicen que soy un ángel
y, peldaño a peldaño,
para alcanzar la luz
tengo que usar las piernas.

Cansado de subir, a veces ruedo
(tal vez serán los pliegues de mi túnica),
pero un ángel rodando no es un ángel
si no tiene el honor de llegar al abismo.

Y lo que yo encontré en mi mayor caída
era blando, brillante;
recuerdo su perfume,
su malsano deleite.

Desperté y ahora quiero
encontrar la escalera,
para subir sin alas
poco a poco a mi muerte.

Acercarse, tener un mejor detalle de la imagen, permite observar en ese polvillo fino que ayuda a darle a la luz proyectada una condición más etérea, que el torero se encuentra con la posibilidad de conocer la eternidad, el otro lado del abismo, ese más allá cuando se está al borde mismo entre la vida y la muerte…

Imposible seguir. En el poeta Ángel González encontré, con sus versos el avío más apropiado para que, antes de la salida del toro, estemos en posibilidad de equilibrar la tensión que producen instantes como estos…

Milagro de la luz

Milagro de la luz: la sombra nace,
choca en silencio contra las montañas,
se desploma sin peso sobre el suelo
desevelando a las hierbas delicadas.

Los eucaliptos dejan en la tierra
la temblorosa piel de su alargada
silueta, en la que vuelan fríos
pájaros que no cantan.

Una sombra más leve y más sencilla,
que nace de tus piernas, se adelanta
para anunciar el último, el más puro
milagro de la luz: tú contra el alba.


Y al torero, de seguro vino a susurrarle al oído José María Pemán para que, en un rápido y angustioso enfrentamiento entre la vida y la muerte, pudiese aprender la siguiente

Oración a la luz.

Señor: yo sé que en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos en la altura.

Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto
y en la ribera sin temblor del río:

por eso yo te adoro, mudo y quieto:
y por eso, Señor, el dolor mío
por llegar a Ti se hizo soneto.

Nota:Según explica el autor en una nota introductoria, esta imagen aparece en: URIEL MORENO_EL ZAPATA_PROCEDENCIA_SU FACEBOOK_31.12.2011. 

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Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

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