Miguel Abellán volvió en su versión épica, en una tarde de toreros firmes y toros imposibles

por | 30 May 2014 | Temporada 2014

MADRID. Vigésimo primera de feria. Más de tres cuartos de entrada. Toros de El Montecillo, propiedad de Francisco Medina, destartaladamente presentados, de mal juego, sin clase y  con peligro. Miguel  Abellán (de blanco y plata), ovación y una oreja tras aviso. Paro Ureña (de champán y oro), silencio y ovación. Joselito Adame (de riberaduero y azabache), silencio y ovación tras aviso.
Parte médico de Miguel Abellán: Traumatismo craneoencefálico en observación con constantes mantenidas. Contusión en tendón del músculo pectoral mayor izquierdo y contusiones múltiples. Pronóstico reservado.
Parte médico de Paco Ureña: Herida por asta de toro en cara posterior del muslo izquierdo con trayectoria ascendente y hacia fuera de 25 centímetros, que alcanza trocánter mayor izquierdo produciendo destrozos en musculatura isquitibial, vasto externo y glúteo medio. Contusiona el nervio ciático. Pronóstico grave.

Cuando a la plaza se va con algún pensamiento previo, raro es el día en el que no hay que cambiar de chip así que pisa el ruedo el primer toro. No se sabe por qué nostalgias, uno recordaba aquellos tiempos en que los 30 de mayo en Madrid se solía dar una novillada –años hubo que ni eso– porque los aficionados despoblaban Las Ventas en gran número para estar en  Aranjuez, a la corrida tradicional del día de San Fernando. Aquella costumbre vino muy a menos con las nuevas costumbres.  Pero si no hubiera ocurrido de esa forma, los viajeros se habrían perdido hoy una tarde de toreros muy hombres, de una admirable firmeza que se engrandece porque se vieron, para qué vamos a andar con rodeos,  frente a una muy mala corrida de Francisco Medina.

Un conjunto fuera de tipo, acaballados, de unas alturas como si esto fuera el baloncesto, y con muchos problemas dentro: no humillaban ni por equivocación, miraban más al torero que a las telas, con parones a mitad de las suertes… Y el que no se vencía por un pitón era porque lo hacía por los dos. Francisco Medina echó, en fin, una corrida dura y además de muy feo estilo. Si la Fiesta no se entiende como la antesala del Matadero, en donde lo que importan son los kilos, estas corridas destartaladas y hasta feas de hechuras, no  conducen a ningún puerto. No nos engañemos: por volumen y por alturas no se define ni el trapío, un mucho menos la bravura, que son cosas bien distintas.

Pero pese a todos estos contratiempos ganaderos, ha sido una tarde intensa. Más: intensísima, de las que en el tendido no cabe un segundo de relajo. Y el mérito hay que anotarlo íntegra y únicamente en el haber de los toreros y de sus cuadrillas, que todos dieron ese paso al frente que exige la responsabilidad de torear en Madrid y en San Isidro. ¡Chapeau!

Accidentada, desde luego, pero sobre todo importante ha sido la vuelta a Madrid de Miguel Abellán. En el fondo, recordaba aquella tarde juvenil, también de blanco y plata, en la que rompió heroicamente con fuerza en San Isidro. Su propia disposición al recibir a su primero ya dejó la tarjeta de visita sobre el tapete. Fue valor, pero también buen toreo con el capote. El que abría plaza era muy exigente: no metía mal la cara por el pitón izquierdo; por el derecho, todo fueron malas ideas. Abellán se puso allí, firme, decidido, hasta que su enemigo lo empala, y luego ya en el suelo le da una soberana paliza; sobre todo un coz en la cabeza y un pisotón en el riñón del que hace unos días fue operado y que le impidió su anterior comparecencia en Las Ventas; este pisotón es lo que mas preocupaba. Aturdido, el torero tuvo agallas para enjaretar dos series con la izquierda de muy buen porte, en una de las cuales le da un pitonazo en la axila. Luego, con los mareos en la cara, tardó más de lo previsto en dar muerte a su enemigo. Pero el público le reconoció lo hecho.

Se empeñó Abellán en volver al ruedo y, para que se repusiera al menos algo,  se alteró el orden de lidia, para que actuara en quinto lugar. Y formó un lío ya en los lances con los que recibió a una mole que como si fuera un sarcasmo llevaba por nombre “Raspiya”. ¡Pues vaya raspa!. Con aquellas hechuras era hasta imposible que humillara. Pero Abellán se impuso muy toreramente, aguantando firme carros y carretas, para luego dejar un espadazo. Habían sido diez minutos de una vibración, de una emoción, que hacía tiempo que no se producía con tanta intensidad en los tendidos. Que se le concediera una muy merecida oreja en el fondo es lo de menos; lo relevante es que Madrid ha vuelto a salir de la plaza hablando de este torero.

Comparecía por primera vez en el ciclo Paco Ureña. No le acompañó la suerte: su segundo lo ha metido en la cama con una cornada de 25 centímetros, regalo de “Triunfalista”, que curiosamente fue el toro más templado de la tarde. Muy en el aire queda su segundo compromiso, previsto para este domingo 1 de junio. En su haber hay que anotar, por lo pronto, la forma notable con la que recibió con el capote a sus dos toros. Si no terminó de entenderse con su primero, que desde luego no era un dechado de virtudes, se  embraguetó  con el otro, en el que dejo series templadas y construidas con verdad. En una de ellas surgió la cornada, seca y limpia pero profunda. Siguió Ureña, muy mermado de facultades, hasta dejó una entera y en medio de una fuerte ovación entró a la enfermería por su propio pie. Una actuación seria, de torero responsable.

Tampoco en su tercera actuación acabó de romper con la fuerza del año pasado el mexicano Joselito Adame. No ha perdido enteros, sobre todo en esta tarde tan complicada, que acabó por resolver; pero no alcanzó a confirmarse como la figura arrolladora de la campaña americana. Se le vio desigual con el peligroso 3º de la tarde, con el que tuvo momentos de desconcierto, tratando de hacer el toreo convencional, cuando a este ”Farruco” sólo cabía lidiarlo y someterlo sobre las piernas y matarlo; ni las florituras tenían espacio alguno, ni procedía que la espada se fuera hasta lo sótanos. Con el encampanado sexto, que más que un montecillo parecía el Himalaya, demostró una firmeza encomiable, aguantando parones y miradas que ponían los pulsos a cien. Las series, los intentos de series, salían irregulares, como no podía ser de otra manera; pero Adame se mantenía impávido entre aquella marea de pitones. Dejó  una media que bastó y fue despedido con muchas palmas.

Otro sí 1: Abellán, en la UCI
Concluida la corrida, por consejo médico Miguel Abellán se trasladó a la clínica Nuestra Señora del Mar para una detallada revisión. Después de las pruebas correspondientes, tanto por el traumatismo craneoencefálico como por la lesión renal, los doctores decidieron que el torero ingresara en la UCI del centro, para ser sometido a una vigilancia continuada y a la espera de nuevas pruebas. En las próximas horas se le realizará un nuevo TAC para ver el alcance del traumatismo craneoencefálico y una ecografía para ver el estado del riñón.

Otro sí 2:
En honor de Zabala de la Serna, que es quien ha levantado esa libre, aprovechando lo aterciopelado de su vestido de luces, aquí se escribe que Adame iba de “riberaduero y azabache”, que tiene razón el cronista: con los encastes vinateros tan variados de nuestro país, no es cosa de tan sólo fijarse uno, cuando en todos se encuentran virtudes estimabilísimas.

 

Apóyanos compartiendo este artículo:
Taurología

Taurología

Portal de actualidad, análisis y documentación sobre el Arte del Toreo. Premio de Comunicación 2011 por la Asociación Taurina Parlamentaria; el Primer Premio Blogosur 2014, al mejor portal sobre fiestas en Sevilla, y en 2016 con el VII Premio "Juan Ramón Ibarretxe. Bilbao y los Toros".

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *