En un acto con la asistencia de todas las personalidades significativas del toreo y presidido por la titular del Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, Miguel Ángel Perera recibió en la noche del jueves el IX Premio Paquiro, con el que se reconoce el hecho más singular de todos los ocurridos durante la temporada de 2014.
Con su decisión, el Jurado vino a premiar las dos tardes que protagonizó el extremeño en el ruedo de la plaza de Madrid durante la feria de San Isidro de 2014, cuando logró cortar un total de cinco orejas, lo que le supuso la salida a hombros por la Puerta Grande en ambas ocasiones.
"Me jugaba mucho aquel San Isidro –rememoró Perera–. Llegaba en un momento de muchas dudas en lo anímico, pero a la vez soñaba con que en Madrid se diera la vuelta todo. El destino me puso en el camino a Bravucón I y Bravucón II, de Victoriano del Río, y a Revoltoso, de Adolfo Martín. Con ellos me sentí como nunca me había sentido, pude expresarme y soñar mi toreo".
Este premio, que el Jurado concedió por unanimidad, se materializa en una escultura de Vicente Ochoa y con una dotación económica de 50.000 euros gracias al mecenazgo de Telefónica y CaixaBank. Según anunció el torero en sus palabras de agradecimiento, el importe del galardón será donado a distintas instituciones asistenciales de Extremadura.
Para recibir este premio, Perera se había levantado ese mismo día de la cama, donde convalece aún de la gravísima cornada sufrida hace 15 días en Salamanca; se hecho, aún se le notaba en la cara las consecuencias de aquel percance.
Acompañado por su esposa, el torero extremeño en las emotivas palabras que pronunció para agradecer el galardón, reconoció que se sentía un privilegiado por todo lo que ha dado el toro, "aunque haya también un precio que pagar" como su última cornada, que el toreo es "verdad, vida y entrega", y, algo también muy por importante para él, "solidaridad", motivo por el que, al igual que en pasadas ediciones, la dotación económica del Paquiro va a ser donada íntegramente a asociaciones asistenciales.
Durante el acto, la Presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, hizo una encendida defensa de la Tauromaquia, como elemento de nuestro patrimonio cultural y como una actividad que es esencial para la comunidad madrileña, manifestó su rotundo compromiso por resolver las actuales dificultades por las que atraviesa la Escuela Taurina de Madrid, como consecuencia de las medidas adoptadas por el Ayuntamiento de Manuela Carmena, para destacar que la Escuela no se cerrará, porque se buscará la fórmula más adecuada para su continuidad.
El acto celebrado en los salones del Hotel Ritz estuvo moderado por el jefe de la sección de toros del diario "El Mundo", Vicente Zabala de la Serna, y en él intervino también el presidente del jurado, el ganadero Felipe Lafita, quien ha definido a Perera como "un rebelde, un luchador nato, independientes de los grandes grupos y un torero de los pies a la cabeza".
Perera une su nombre al brillante palmarés del que está considerado como premio más relevante de cuantos se conceden anualmente en la Tauromaquia, que en ediciones anteriores fue concedido a Enrique Ponce y la Junta Administrativa de Vista Alegre, de Bilbao, el último galardonado; José Tomás, que cuenta con cuatro Premios “Paquiro”, Morante de la Puebla, Sebastián Casrella, y los escritores Mario Vargas Llosa y Pere Gimferrer.
Discurso de Miguel A. Perera
A la hora de agradecer el Premio Paquiro, Miguel Ángel Perera pronunció las siguientes palabras:
Buenas noches, señoras y señores; señora presidenta de la Comunidad de Madrid, señor presidente de Unidad Editorial, señor director de El Mundo y demás personalidades e invitados.
Gracias, en primer lugar, Vicente y Felipe, por vuestras palabras. Es un honor escucharlas en un día como hoy, en el que sólo tengo palabras de agradecimiento.
Quisiera agradecer también especialmente a CaixaBank y Telefónica su apoyo durante estos años a Unidad Editorial y en particular a El Cultural de El Mundo, ya que, con su respaldo, el toreo es reconocido en el ámbito nacional con un premio de gran relevancia.
Y, por supuesto y de manera particular, quiero agradecer a Don Luis Mª Ansón y a Doña Blanca Berasátegui, presidente y directora de El Cultural de El Mundo, una de las publicaciones de referencia en el sector artístico español, que decidieran apostar por la tauromaquia con la creación y consolidación de este Premio Paquiro.
Aún convaleciente y dolorido del percance de Salamanca, pero con gran orgullo y plenamente satisfecho, he querido que mi primera aparición pública tras salir del hospital fuese precisamente aquí, para recoger el premio Paquiro, "al acontecimiento taurino del año", en su ya novena edición y que reconoce mi actuación en la feria más importante del mundo durante 2014.
Vivir lo que pude vivir en el San Isidro de 2014 está solo al alcance de muy pocos, elegidos o privilegiados; no sé en cuál de los dos grupos estoy yo, pero hoy me considero ambas cosas.
Creo que todas las temporadas tienen connotaciones muy personales y muy diferentes y la de 2014 no iba ser menos. Arrancaba el año precedido de una temporada 2013 muy buena: ya en aquel San Isidro a punto estuve de salir a hombros con la corrida de Alcurrucén. Llegaban las primeras ferias de 2014 y, por unos motivos u otros, no terminaba de alcanzar el gran triunfo rotundo que buscaba. Pasaron Olivenza, Castellón, Valencia y, ausente en Sevilla, me jugaba mucho en San Isidro. Además celebraba mi décimo año de alternativa, así que quería hacer algo diferente, conmemorar este aniversario de manera especial. Después de las negociaciones lógicas con la empresa, finalmente mi contratación en Madrid se cerró en dos corridas: Victoriano del Río y Adolfo Martín (esta última, una ganadería nada habitual en mis temporadas, pero con muchísimo cartel en Madrid y que me daba mucha confianza para hacer un gesto diferente).
Las semanas previas a los compromisos isidriles las viví con la misma intensidad, incertidumbre, dudas, ilusiones y sueños que lo había hecho años atrás. La verdad es que no hice nada diferente, me tomé todo con la misma calma que siempre, sin hacer nada extraordinario ni forzar ningún tipo de preparación. Me centré en la primera tarde, uno de los carteles estrella de San Isidro, en la que toreaba con El Juli y Manzanares la corrida de Victoriano del Río. Y esa era la tarde que tenía guardada el destino para mí.
Las circunstancias se me pusieron de cara y yo las aproveché. Bravucón I y Bravucón II estaban en el lote que me permitiría sentirme y expresarme en Madrid como no lo había hecho hasta sea fecha. Sabía lo que era salir en hombros, pero nunca hasta entonces había podido sentir tantas y tantas sensaciones con la naturalidad que viví ese día. Después de cortar las dos orejas al primer toro, como podéis imaginar, la felicidad y la satisfacción me inundaban, pero a la vez la ambición y el amor propio me hacían pensar que aún me queda un toro más para superar esa barrera de las dos orejas y hacer de una tarde importante una tarde extraordinaria, como así sucedió: tres orejas en Madrid.
Pasado el primer compromiso me sentía en una nube, sentía que había realizado uno de mis sueños. Pasaban los días y me movía entre la satisfacción y la incertidumbre, la ilusión y el temor, la confianza y las dudas… Pero siempre, siempre, siempre después de todos estos pensamientos aparecía la convicción de que si un toro de Adolfo tenía 15 o 20 muletazos se los iba a pegar como yo siento el toreo: plantas asentadas, muleta adelantada, sutileza en los toques, longitud y profundidad en el muletazo… Y así fue; sinceramente, pienso que Dios premió esa fe y ese convencimiento.
Cuando, vencida la tarde, parecía que ya nada podía pasar, salió Revoltoso, número 46, con 590 kilos. Después de una lidia poco lucida e irrelevante lo brindé al público. Diez minutos después estaba de nuevo dando la vuelta al ruedo en Madrid con las dos orejas de aquel toro en la mano. Diez días después volvía a salir a hombros de la plaza de los sueños. Diez años después conmemoraba mi alternativa de la mejor manera que podía hacerlo. Había sido capaz de hacer de mi gesto una gesta.
Espero que con estas palabras hayan podido sentir, de algún modo, esa felicidad y esa sensación de plenitud que yo viví las dos tardes que me hicieron merecedor del noveno premio Paquiro.
Me siento un privilegiado por todo lo que el toro me está dando, aunque evidentemente tengo asumido que también hay un precio que pagar por ello y mi último percance es la última muestra de ello. Pero si emocionante es el reconocimiento que se me hace, lo realmente relevante para mí no es el premio que se me otorga, sino que, gracias al gran esfuerzo de los organizadores y patrocinadores, el mundo del toro hoy vuelve a ser ejemplo de grandeza y generosidad hacia los más necesitados. Hoy, igual que antes hicieron otros compañeros, yo también quiero donar el importe de este premio a las personas que cada día de su vida se enfrentan con valor y entereza a la enfermedad, a la soledad, a la desigualdad, a tantos y tantos miedos que dejan en su alma cicatrices tan intensas como las que recorren el cuerpo de los toreros después de tantas cornadas. Por eso quiero destinar el noveno premio Paquiro, en su totalidad, a las entidades que a continuación os detallo:
Fundación Hospital y Santa Casa de Misericordia, que presta un servicio indispensable en la asistencia geriátrica.
Aprosuba, Asociación Protectora de Personas con Minusvalía Psíquica de la comarca de Olivenza, que trabaja por la creación de centros e instituciones de carácter pedagógico y científico.
Asociación Sonríe Olivenza, que ayuda física y psicológicamente a mujeres que padecen cáncer de pecho a través de la elaboración de sus cojines solidarios y que recientemente han comenzado también a elaborar gorritos para niños con leucemia.
A través de la Fundación Inocente Inocente, con la que llevamos colaborando en diferentes proyectos desde 2008, ayudaremos también a Aspaceba, Asociación de Parálisis Cerebral de Badajoz.
Ellos y tantos otros niños, mayores, personas con discapacidades y enfermos, héroes silenciosos ante los envites de la vida, han tenido siempre tendida la mano del toreo. Porque el toreo no es otra cosa que verdad, vida y entrega.
Muchas gracias.
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