MADRID. Un escaso cuarto de entrada. Tres oros de Los Recitales, de mal juego; uno Conde de la Maza (4º), sin raza, y dos de Carriquiri como sobreros (5º y 6º), mansos pero manejables. Fernando Cruz (de crema y azabache) , ovación con saludos y silencio. Rubén Pinar (de nazareno y oro), silencio y silencio. Juan del Álamo (de blanco y plata), palmas y oreja.
Al concluir el paseíllo el público obligó a saludar a Fernando Cruz en reconocimiento al gravísimo percance que sufrió el pasado 15 de agosto.
¡Vaya recomienzo de la temporada convencional! No es que careciera de historia, sobre todo fue un tarde para olvidar cuanto antes. Qué cosa más plúmbea y deslucida, con un variado de ganaderías que parecían competir en mansedumbre y poco juego. De los titulares, de Los Recitales, tan sólo se pudieron lidiar tres; luego, los remiendo del Conde de la Maza y de Carriquiri tampoco mejoraron la cosa, salvo el 6º de la tarde que tuvo unas embestidas más largas y claras, que supo aprovechar Juan del Álamo.
Frente a semejante material, se estrellaron Fernando Cruz y Rubén Pinar. No podía ser de otra manera. Lo contrario era imposible. Y eso que el pública estaba bien dispuesto, como quedó claro con la cariñosa ovación inicial a Fernando Cruz, dándole la bienvenida de nuevo a la actividad taurina.
Sn embargo, ni el de Los Recitales que abrió plaza, siempre con la cara por las nubes, ni el cinqueño y complicado de De la Maza le dieron opciones a Fernando Cruz para vivir una reaparición más feliz. Quizá con su primero puedo dar un poco más de sí, pero todo quedó en muletazos sueltos, templados y con clase, pero suelto.
Otro tanto le ocurrió a Rubén Pinar. No ha retrocedido el manchego respecto a la buenas impresiones que dejó en San Isidro, pero no pudo ir más allá. Con todo, con el sobrero de Carriquiri que hizo 5º, se le vio muy centrado y una encomiable firmeza, ayudando a su enemigo a largar sus acometidas. Una faena muy para aficionados, la falta de raza de su oponente restara brillantez.
La fortuna regaló a Juan del Álamo el único toro medio potable de la tarde, el que cerró plaza, otro sobrero de Carriquiri. Había manseado el suplente en los primeros tercios, pero a la muleta llegó con más tranco y clase. El salmantino lo supo aprovechar con una faena meritoria, bien concebida y realizada toda con mucha decisión. Muy habilidoso a la hora de meterlo siempre en la muleta, sin dejarle hueco para que rehusara, estuvo contundente con la espada, lo que le valió la única oreja de la jornada.
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