MADRID, 4 de octubre de 2012. Primera de la Feria de Otoño. Casi tres cuartos de plaza, en tarde muy agradable. Novillos de la Casa Lozano –1º y 5º con el hierro de Alcurrucen; los restantes, de El Cortijillo–, de muy desigual presentación, todos mansos en el caballo y de mal juego, aunque los dos primeros tomaban los engaños pero con extrema sosería. Gómez del Pilar (de azul cobalto y oro), silencio y silencio. Luis Gerpe (de grana y oro), silencio y silencio). Gonzalo Caballero (de marino y oro), silencio y palmas.
Novillada de un hierro de lujo para tres triunfadores. Era el apetecible menú para iniciar el abono otoñal de Madrid. Pues fue que no. Y que no en todo. Esto es: una tarde plúmbea y sin atisbo de interés para los espectadores. Los novilleros, salvo puntuales excepciones, hicieron todo lo que se podía hacer. Pero ni por esas.
Pero antes de empezar, ya teníamos noticias poco positivas: la temporada madrileña concluye con casi 1.500 abonos menos, entre San Isidro y este segundo ciclo. Podemos agarrarnos al cante de los efectos de la crisis –que los hay, ciertamente–, pero a lo mejor habría que repensar si en 2012 se ha ofrecido a la afición madrileña los carteles que ella esperaba. Con las perspectivas que tenemos por delante de cara a la futura campaña, el dato es como para preocupar.
A medio digerir tan mala noticia, mal hicieron los hermanos Lozano al traer a Madrid un conjunto tan dispar en presencia. Mientras que hubo alguno con trapío –tal que el 3º–, los demás estaban en el límite y el 5º muy por debajo de él. En cualquier caso, un conjunto impropio de esta ganadería y de la plaza de Madrid.
Para acabarlo de rematar la novillada abundó en mansedumbre –solo uno medio embistió a los montados— y cuando no sacaban complicaciones iban con la cara por las nubes y sin fijeza alguna. Bajo esa tónica general, y con el handicap de su sosería, dos ofrecían algunas opciones para hacer el toreo –1º y 2º– y los restantes abundaban en problemas. Como los Lozano son inteligentes, no estarán contentos del resultado, ni lo edulcoraran con excusas, que en este caso todas son vacuas.
Teniendo en cuenta todo lo anterior, que sirve de amplia atenuante, no vimos en esta tarde al Gómez del Pilar de San Isidro. Anotada su decisión de irse en sus dos novillos a la puerta de chiqueros, ha estado menos centrado, con menos garra que en aquella otra ocasión y incluso algo mecánico. Puede ser comprensible en el caso del 4º de la tarde; menos excusable en el 1º. Cierto que al que abría plaza le falta ese punto de raza que da picante al guiso del toreo; pero tampoco el cocinero de ocasión supo ponerlo por su parte. Y debió hacerlo. En el comienzo parecía que sí, luego ese esperanza se esfumó.
Otro tanto le ocurrió al toledano Luis Gerpe. No acabó de entenderse a fondo con su primero, que a la postre fue el que tenía más posibles de la tarde, precisamente porque ese plus de emoción que le faltaba al cortijero no pudo o no supo ponerlo él. Firme y decidido con el quinto, que era lo único que podía hacerse.
Desde aquel debut con caballos casi asustante de abril en Sevilla, más de uno teníamos dudas de si Gonzalo Caballero iba a ser capaz de mantenerse en semejante actitud a lo largo de la temporada. Pues lo ha hecho. En esta tarde madrileña, con el lote más complicado, lo hizo. Y además, serenamente. Todo eso de poco sirve para las estadísticas, esos dichosos número que parecen tener tanto peso, cuando en muchas ocasiones son, como dice el refrán, “más falsas que Judas”. Pero al menos a mí Caballero no me ha decepcionado en esta novillada, sino que mantiene su crédito.
Otrosí
"Vuelve a reducirse el número de localidades abonadas tras el proceso de renovación de otoño
0 comentarios