SEVILLA. 6ª del abono. Casi tres cuartos de plaza. Toros de El Pilar. Sebastián Castella (azul y oro) silencio tras aviso, silencio y silencio. Alberto López Simón (marfil y oro) silencio, oreja y oreja tras aviso.
La rivalidad debería ser el principal aliciente en los mano a mano, pero la rivalidad no se pregona, ni consiste en entrar al quite en el toro del compañero, se tiene o no se tiene. Hoy no la ha habido.
López Simón llegaba a Sevilla contando todas sus actuaciones del año por puertas grandes y, a pesar de ello, con algunas dudas. A la muerte del cuarto su tarde parecía seguir el mismo guión, de sí pero no. Acaba de cortarle una oreja a un muy buen toro que se fue arrastrado con una de más.
Empezó la faena con la mano derecha, mejor cuando aprovechaba la inercia, acelerado pero con la virtud de dejársela puesta para ligar. El toro embestía con transmisión, pidiendo templanza y no la encontró hasta que el torero se echó la muleta a la izquierda, incomprensiblemente tarde. Surgió entonces el mejor toreo de la tarde, a años luz de los derechazos, asentado, de trazo largo y con pausa. Lo mató de una gran estocada y se llevó el premio, pero con un regusto raro.
En el que cerraba plaza, tardo, descastado y soso, fue forjando una faena callada, porfiando, preparando quizá al toro para el arreón final, cerrado en tablas y con el toro rajado. Ahí, firmeza y cabeza para acabar sacando muletazos vibrantes, de más mérito que estética, que levantaron al público como lo hicieron las manoletinas. Otra buena estocada y de nuevo oreja.
En su primero hubo muchos muletazos sin brillo a un toro cogido con alfileres.
Castella no pudo demostrar si mantiene el momento del 2015 ni ante el tercero, sin fuelle ninguno, ni ante el quinto que tan vacío estaba de casta que se echó dos veces en medio de la faena.
El que abrió plaza fue un buen toro, para formarle un lío si hubiera tenido un pelín más de fuerza y para meterse en uno al no tenerla. Porque Castella no pudo apretarle para no tirarlo, pero el toro mostraba toda su calidad a la mínima. Lo pasó a su altura al comienzo, en línea para intentar confiarlo, hasta un cambio de mano que fue lo mejor. Cuando empezó la música acabó la faena, porque la banda de Tejera sigue sonando a gloria, pero ha perdido el don de la oportunidad.
Gran actuación de la cuadrilla de López Simón. Saludaron Miguel Ángel Sánchez, Vicente Osuna y Jesús Arruga, éste en los tres toros. Y debió hacerlo Domingo Siro, por la lidia del cuarto.
El torero madrileño mantuvo el pleno de salidas a hombros, y estuvo mejor con el peor.
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