Si se lee la versión original de la crítica independiente de México, se está dando la voz de alarma acerca del ganado que viene lidiándose en las principales plazas, que a juicio de estos cronistas no cumplen los mínimos requisitos exigibles. En esta apreciación se incluye, naturalmente, al coso de la avenida de Insurgentes, que es precisamente donde más aspectos negativos se han denunciado.
Las fórmulas organizativas que se siguen en el país azteca no son coincidentes con las españolas, entre otras razones porque entre dos grupos empresariales concentran un enorme número de plazas y de espectáculos, a la vez que puede decirse que fueron los inventores del 3 en 1: los papeles de empresario, ganadero y apoderado en una misma persona.
Sin duda, el caso más importante es el de Alberto Bailleres, que comanda el imperio empresarial –taurino y no taurino– que ahora apodera a Morante de la Puebla. Pero tampoco le anda a la zaga el grupo “Casa de Toreros”, tan activo como es en España y, especialmente, en los medios informativos, en los que llama la atención su amplísima presencia.
Si nos atenemos al criterio de un buen aficionado, como es el historiador José Francisco Coello Ugalde, uno de los problemas más relevantes es que no se tiene control público de la edad de las reses que se lidian. Sin embargo, según el Reglamento Taurino que rige este es un dato que la autoridad debe comprobar. Incluso es posible que lo haga, pero desde luego no se informa de ello a losa aficionados al reseñarles las reses a lidiar. Pero también se reclama el estudio post mortem de las reses lidiadas, otro dato del que tampoco se informa.
Las dudas nacen ante la deficiente presentación que vienen teniendo las corridas que se lidian, cuyo anovillado aspecto llevan a deducir que no cumplen dicho requisito. Lo del 3 de noviembre en la Monumental de México DF fue, por lo visto, clamoroso. Pero también levantó dudas la corridas lidiada el último domingo. No es de extrañar que en los medios mexicanos se pueda leer: “Si se observan las imágenes, al menos en el caso de los ejemplares “sospechosos” de no cumplir la edad, estas fueron logradas con un acercamiento distinto a las otras, y ahí es donde observamos detalles en el que, bajo un aparente buen trapío, la cornamenta no es del todo consistente. Incluso hasta los “copetes” de esos ejemplares muestran el natural alboroto de un pelaje donde esa zona no está alisada del todo. Tal minucia quizá no tenga importancia, pero es un detalle más a tomar en cuenta”. Pero lo que se denuncia con respecto a la Monumental del Distrito Federal, se ve repetido, e incluso agrandado, cuando se sigue lo que ocurre por otros Estados mexicanos.
Desde luego, las corridas que en diferido ofrece Televisa –el Canal de las Estrellas, en España– no sirven, precisamente para desmentir estas sospechas. El rigor de muchos festejos es manifiestamente mejorable.
Cabría preguntarse si no es por estas circunstancias por las que el paso por la temporada mexicana –que siempre ha sido la más seria de todas– en la actualidad ha ido perdiendo fuerza, si se la compara con lo que era hace nada más que 20 años, cuando un debut en la México era tan acontecimiento allí como aquí.
Pero igualmente no cabe entender como una simple casualidad que en tierras mexicanas estén siendo, precisamente, los diestros aztecas que triunfaron en la temporada española, los que más interés han despertado.
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