En Kings Street, sede de la famosa firma Christie´s, se celebró este jueves la subasta dedicada al Arte Contemporáneo, en la que encontraremos un guiño a la Fiesta de los toros, firmado en este caso, por el artista Miquel Barceló. La obra se adjudicó por 3,2 millones de dólares, o lo que es lo mismo casi 2,6 millones de euros.
La obra, realizada en técnica mixta sobre lienzo, pertenece a una importante colección privada española, y ha sido expuesta en galerías de primer nivel como la Bruno Bischofberger, de Zurich. El cuadro se encuadra dentro del ciclo que el pintor español dedicó a la Fiesta, y representa uno de los puntos culminantes de dicha colección.
Areneros y Muleros, una metáfora de la propia pintura
En el lienzo se anuncia el gran final de la lidia. Los bordes del ruedo, cuidadosamente construidos, se caracterizan por una formulación intensiva, plagados de texturas gruesas. El ojo, no puede evitar sentirse atraído por la neblina que un remolino de albero provoca en el centro del ruedo. En la obra, Barceló utiliza los movimientos de la arena, como metáfora de los movimientos acompasados – toro y torero – que minutos antes habían llenado el ruedo.
Con su acumulación gruesa de color ocre, oro, carbón y rojo, podemos trazar la evolución de la lidia a través de las huellas dejadas en la arena, tal como hace Jackson Pollock, que con su goteo de pintura, nos muestra su propio paso por el lienzo.
Con una innegable fuerza pictórica, Areneros y Muleros es uno de los mejores ejemplos de las célebres pinturas taurinas del artista español.
Acentuando el corazón de la arena está el rojo sanguíneo que se une como al toro, ceremoniosamente quitado de la arena por un desfile de mulas. Pequeñas figuras son vistas barriendo el suelo del estadio de arena, preparándose para el siguiente desafío entre torero y toro. Una muchedumbre febril gira en torno a las corridas de toros ya concluida, el aumento de la tensión y el ambiente energético de la corrida canalizada a través de la práctica del artista.
Con el uso de ocre amarillo y tonos ferrosos, Areneros y muleros evoca el calor ardiente del sol mediterráneo caído sobre la plaza. Los anillos concéntricos de la arena tienen una extraordinaria calidad escultórica y textura, recordando la tradición de artistas catalanes como Antoni Tapies o Joan Miró.
El relieve de la pintura se intensifica desde el suelo polvoriento de la corrida de toros, a las altas esferas de la multitud sentada, ascendiendo en altura con una gran cantidad de pintura ricamente empastada y técnica mixta sobre lienzo.
Para Barceló, la corrida de toros es análogo a la experiencia de la pintura:
"El torero siempre habla de la distancia, del espacio, pero estos son espacios invisibles, una especie de geometría fantasma, y esto es muy cercana a la pintura con esta idea de la perspectiva.
Pero lo más importante es lo que sucede en la arena. En una corrida de toros, se puede leer lo que pasó en la arena, es una bella metáfora de la pintura porque mis pinturas son como las huellas de lo que ha sucedido allí, todo lo que sucede en la cabeza, de hecho. El objeto de imagen es un poco como la arena de la arena, una especie de detritus de lo que ocurrió allí" (M. Barceló, citado en P. Subiros (ed.), Miquel Barceló:.. Mapamundi, exh gato, Fondation Maeght , Saint-Paul, 2002, p. 98).
El pintor
Miquel Barceló Artigues, nacido en Mallorca en 1957, es uno de los principales artistas españoles y, sin duda, uno de los primeros espadas del arte a nivel internacional
Un viaje a París en 1970 le permite descubrir el art brut, estilo que deja una fuerte influencia en las primeras obras que presenta en público. Formó parte del grupo Taller Lunátic de Mallorca. Estudió en la Escuela de Artes Decorativas de Palma de Mallorca entre 1972 y 1973 y continuó en 1974 en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, pero poco después abandona sus estudios.
Empieza a ser más conocido cuando participa en la Bienal de Sao Paulo (1981) y a raíz de la Documenta VII de Kassel (1982), en que Rudi Fuchs le presenta; desde entonces su obra es incluida en las más prestigiosas muestras internacionales, configurándose como una de las mayores revelaciones del arte español de los años ochenta.
En 1986 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas y, en 1988, instala su taller en Malí, al mismo tiempo que expone su obra en los museos y salas más relevantes del mundo. Entre ellas, destaca la importante retrospectiva que en 1996 le dedica el Centro Pompidou de París.
En el 2003, recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, uno de los premios más importantes de España.
En 2004 expuso en el museo del Louvre las acuarelas que creó para ilustrar La Divina Comedia, convirtiéndose en el primer artista contemporáneo vivo que expone en el museo.
En 2008, expone 84 piezas de su obra africana en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, al mismo tiempo que el desvío de Fondos de Ayuda al Desarrollo (FAD) para la decoración de la Cúpula de la sala XX del Palacio de Naciones Unidas en Ginebra levanta un torbellino mediático.
Actualmente reside entre París, Mallorca y Mali (África). En el Caixaforum de Madrid y Barcelona se puede ver la exposición "Miquel Barceló. 1983-2009. La solitude organisative" una retrospectiva de los 25 años del artista.
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