Fernando González Viñas, uno de los historiadores que mejor conoce el tema, acaba de publicar una nueva biografía de “Manolete”, que viene unirse a otros trabajos que tiene realizados sobre el torero cordobés, como el caso del ensayo “Sol y sombra de Manolete”.
Aunque son numerosos los libros que ha generado la vida de “Manolete”, este nuevo libro realiza aportaciones originales, tanto por la contextualización que realiza de su figura en su época, tanto por lo que se refiere a la vida de España como al discurrir del toreo.
Escribe González Viñas que "Manuel Rodríguez Sánchez había nacido un día en el que en Córdoba no pasaba nada. Cuando su féretro era llevado entre llantos por la ciudad, los aviones llovían flores. Perdió la vida cuando, posiblemente, ya hacía tiempo que la amargura por la incomprensión, personal y pública, se la había quitado a dentelladas”. Y añade: “Luego vinieron los poemas, el qué bueno era, y el pisando esos terrenos tenía que morir así. Y rápidamente la mitificación. Y en esa mitificación, para algunos mistificación, hemos caído todos, hasta el punto que parece que desde su muerte se ha pretendido dirimir nuestro deseo por asociar su nombre a quienes nunca, por razones evidentes, él mismo podrá ya rechazar”.
Como se sabe, Manolete nació en Córdoba en junio de 1917, cuando España vive momentos política y económicamente amenazantes, con el mundo la gran guerra entraba en su cuarto año. Sin embargo, en la Córdoba de Manolete las preocupaciones eran otras: se luchaba por la subsistencia diaria. Su familia de estirpe taurina le empuja a introducirse en el ambiente del toreo, del que formaban parte todos sus familiares cercanos desde hacía generaciones.
Al morir su padre en 1923, Manolete contaba cinco años; es cuando entra como mediopensionista en el colegio de los Padres Salesianos de Córdoba y después como interno. Y muy pronto, su madre, Doña Angustias, intentará poner coto a las continuas escapadas que su hijo efectúa en compañía de sus primos para hacer los primeros intentos toreros en cortijos y haciendas cercanos.
Según González Viñes, con este modo de actuar solo trataba de retrasar la llegada de su hijo al mundo del toreo, no de oponerse a ello, ya que con el tiempo ella misma le buscaría el primer apoderado y le animaría a no dejarse ganar la partida por nadie dentro de la plaza.
A los doce años deja los estudios, pero como es demasiado pequeño para contribuir al sustento familiar, se entrega sin cortapisas a capeas. Y ya en 1931 en Cabra mata sus primeros novillos, y cuatro años más tarde torea la conocida tarde de Tetuán de las Victorias, en Madrid
En 1937 fueron su su madre y su cuñado quienes deciden contratar a un apoderado que ayude al joven Manolete a asegurar su futuro Entra así en su vida “Camará”, que estaba emparentado con todos los toreros cordobeses. Probablemente desde el primer momento vislumbró las posibilidades de Manolete a nivel artístico y su apuesta por él fue total, con lo que “se acababa de poner en un mismo vaso los ingredientes de un cóctel que arrasaría en todas las plazas de España y América”. Con buen tino, escribe el autor que “Camará ha pasado a la historia como el creador de la figura moderna del apoderado”.
Pormenoriza González Viñas los comienzos de su carrera, que prácticamente coinciden con el estallido de la Guerra Civil, y aunque resulte inimaginable no le faltaron ocasiones de continuar toreando. Al finalizar el conflicto toma la alternativa, en medio de las dificilísimas condiciones de vida que atenazan con el hambre y muchas otras insuficiencias a toda España, llegando a convertirse en el arquetipo de la posguerra.
Se llega así al momento estelar de la carrera de Manolete. Triunfa dentro y fuera de España, pero el mito que levantó grandes pasiones y que a su vez tuvo grandes detractores, el torero que elevó la tauromaquia a la categoría de arte tuvo poca fortuna en su vida sentimental. Narra González Viñas su relación con Lupe Sino, que nunca fue admitida en el entorno familiar del maestro. Y llega a asegurar que pocos días antes de que un toro segase su vida el 28 de agosto de 1947, Manolete había expresado su intención de retirarse y casarse.
Fernando González Viñas, también cordobés de nacimiento, es conocido tanto como escritor como por su labor como historiador, pero también como artista plástico. Fundador y director de la revista Boletín de Loterías y Toros, ha coordinado congresos internacionales sobre el toreo y ha sido comentarista taurino en televisión. Es autor de los ensayos “Sol y sombra de Manolete”, publicado por Berenice (2007) y “José Tomás. De lo espiritual en el arte” (Berenice, 2008). Su último libro, “Japón, un viaje entre la sonrisa y el vacío”, fue publicado por Almuzara en 2010.
Manolete, biografía de un sinvivir
Editorial Almuzara
Fernando González Viñas
328 páginas
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