Nacida en Bilbao y afincada hace tiempo en Madrid, Maite Turrez diríamos que llega desde un polo casi opuesto a las artes: desde una formación académica y científica. Pero su afición son las artes se impuso, en especial la música y la fotografía.
Hace diez años comenzó su formación fotográfica y a día de hoy ya tiene a sus espaldas un buen número de exposiciones. En la órbita taurina debutó hace dos años en la plaza de Las Ventas, con su exposición “Liturgias”, que tuvo una magnífica aceptación. Ahora repite en la Sala Antoñete con "Diálogo con el vestido de torear", en la que las imágenes van unidas textos de Javier Villán. Una experiencia gráfica diferente a lo usual.
Llegó a este mundo por casualidad. Y se quedó. “Los toros siempre han sido objeto de atención artística. En mi caso, el acercamiento a los toros como expresión artística fue casual. Y ahí descubrí lo que hay alrededor del toro, que yo desconocía”.
Su primera exposición en Madrid, "Liturgias" , la considera como fue la suma de varias primeras veces. “Fue la primera vez que estuve en un tentadero. Supongo que las fotos que haría hoy serían distintas, porque ya no es la primera vez que veo una tienta, las vacas, el campo.. En fin, me impresionó mucho. El herraje de los toros y la seriedad notarial con que se lleva la cría de los toros fue una sorpresa para mi”.
De esa experiencia extrae una conclusión a tener en cuenta: “Supongo que si el público poco aficionado conociese en profundidad esos temas, empezaría a cambiar la opinión, muchas veces contraria a los toros como fiesta”.
Cuando se le pregunta cuál es la visión que de la tauromaquia se obtiene detrás del objetivo, acude a un ejemplo: “Cuando hice las fotos al novillero mientras se vestía de torero, vi la transformación del porte de la mirada, de la concentración.. Y qué voy a decir de la artesanía en la confección de un vestido de torear.. Manos trabajadoras y trabajadas, muchas de ellas poco o nada aficionadas a la fiesta, pero orgullosas de su trabajo”.
“Todo eso, aparentemente pequeño, es lo que me gusta plasmar en mis fotos; los detalles, una mirada personal… La verdad es que me paso la vida mirando y dando vueltas a las cosas que llaman mi atención”, explica Maite.
Como artista no puede quedar ajena a la fuerza de la imagen taurina. “¿Debe primar la imagen o el color? Según los casos. Hay fotos que en blanco y negro cuentan una historia que no contarían con el color, o que sería distinto su discurso. Y hay imágenes en las que el color lo cuenta todo”.
Tiene un reto pendiente: la fotografía propiamente taurina, esa que retrata lo que ocurre en la plaza. “Me gustaría probar, pero yo soy muy pesada haciendo las fotos, ya que repito una y otra vez, le doy mil vueltas, y vuelvo a probar hasta que doy con lo que quiero. Pero además es que en ese campo hay fotógrafos maravillosos, que hacen un trabajo que yo no creo que sepa”.
La nueva exposición
En 2014 y para su regreso a Las Ventas ha preparado algo distinto: “Diálogo con el vestido de torear". Dice Javier Villán, en la nota que introduce el catálogo, que “a medida que me llegaban las fotografías comprobaba la inutilidad, lo innecesario de la palabra y la metáfora. Todo estaba ahí, en la aproximación del gesto a las piezas muertas del vestido que, al contacto con la mirada y las manos de la modelo cobraban vida: la vida que pudiera darles el torero en plena faena y ritualidad”.
Detrás de la cámara, Maite comenta que “no te sabría decir cuántas horas he dedicado a esta exposición, porque empecé a dar vueltas al tema, formando las imágenes en mi cabeza hace varios meses".
Pero como casi todo, este trabajo tiene su intrahistoria. “Tuve la suerte de que Diego Urdiales me dejara un vestido de torear, con el que tuvo un gran triunfo en Las Ventas. Nunca se lo agradeceré suficiente. Lo tuve en casa unas cinco semanas, y haría fotos unos siete o ocho días; primero tenía que repensar por anticipado hacia donde quería ir. Aparte, claro, debía adaptarme al tiempo libre de las modelos; una es mi hija Cristina y la otra es mi sobrina María, las dos con sus ocupaciones, como es lógico”
“Mi intención ha sido –añade— retratar la relación entre una mujer y las diferentes piezas que componen el vestido de torear, y como cobran una vida diferente en sus manos, frente a la vida para la que han sido concebidas”. Y el objetivo lo logra con nota alta.
Como queda en evidencia en este “Diálogo con el vestido de torear”, Maite Turrez sigue un camino artístico muy marcado: “El tipo de fotografía que me gusta es la que enseña detalles, una parte de algo, que al separarlo cambia su significado, o el punto de vista del que lo ve”.
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