Todo llega. Hasta San Isidro, que este segundo viernes de mayo ha echado a andar. Por delante quedan muchas tardes, tantas como 31, que unos verán en el tendido y otros desde el sofá de su casa. Cualquiera de esas 31 tardes no pueden convertirse meros recursos para quien, por h o por b, está ocioso: aquí tiene que “pasar” algo.
Tal como ha venido discurriendo la feria de Sevilla, devaluada hasta extremos impensables, la temporada la tienen que resolver la inmensa mayoría de los toreros, por no decir todos, en el ruedo de Las Ventas. O aquí levantan la voz lo suficiente como para le oiga el mundo entero, o complicado tienen el futuro, por más que vivamos la desesperante costumbre de tener cerrados los carteles de septiembre cuando esto no ha hecho más que empezar.
Claro lo deben tener los del traído y llevado G-5. Si su plante sevillano ya les traerá cola, no convencer en Madrid pondrá en entredicho muchas cosas, entre ellas la propia realidad de sus reclamaciones. Salvo una excepción, comienzan mal, porque de entrada ha seleccionado esas mismas ganaderías que tantos disgusto han dado en Sevilla y que, por lo demás, son prácticamente las mismas que matan por toda la geografía.
¿Levantará cabeza Manzanares? Lleva más de una temporada que no es el mismo. Se le ve que quiere desengancharse de la guerra del G-5, aunque no sabe como; su paso por Madrid no es indiferente. ¿Será verdad que ha cambiado Talavante? Pues ya se verá, aunque después de la demostración de incapacidad técnica de su encerrona con los “victorinos”, cualquier cosa será mejor. ¿Demostrará “El Juli” las razones por los que aspira a la capitanía general? Desde luego, por persona interpuesta en esta ocasión no va a poder explicarse. ¿Se vivirá una explosión del morantismo? Con “tour” y sin el, eso siempre es un misterio. ¿Romperá Perera la horrorosa racha de los malos sorteos? Esperemos, que el extremo cuando tiene ocasión, no la deja pasar. Una incógnita grande: el recibimiento que se haga A Enrique Ponce, que vuelve al ruedo dela calle de Alcalá después de años de ausencia voluntaria.
Importantísimo resulta esta feria madrileña para Manuel Escribano, con dos tardes ajustadas, entre ellas la de la reaparición de Miura; se ve forzado a enderezar lo que no hizo en Sevilla. Oportunidad de oro tiene David Mora, tras el aldabonazo de la Maestranza, para salir de la tierra de nadie. Así como el síndrome de Sevilla le pesa, Madrid suele ser más propicio para Sebastián Castella; lo necesita. “El Cid” tiene por delante una partida dura y complicada, ante la imperiosa necesidad de romper ese impasse que ya se prolonga demasiado. Más claro parece terno Iván Fandiño, que paso a paso no ceja en su camino, aunque aún le quede un escalón para codearse con los que autoproclaman figuras.
Con un punto de interés se espera al actual Ángel Teruel, para comprobar si se reafirma o no en los buenos principios que dejó el pasado año. La gran esperanza entre los nuevos se llama Juan del Álamo. Interés suscitan Paco Ureña o el nuevo Jiménez Fortes. Más que curiosidad, en fin, por el paso de la generación mexicana que no viene mal colocada en los carteles.
La relación sería extensísima. Pero al menos unas palabras hay que dedicar la novillería, porque la tarde del 19 de mayo resulta importantísima para Lama de Góngora, que tiene la imperiosa necesidad de romper ese “si pero no” en el que anda metido; si de Madrid no sale con la fuerza necesaria para saltar al escalafón superior, se le pueden complicar las cosas. Importante también para Posada de Maravillas su debut madrileño, como lo es la confirmación de las buenas impresiones que dejó el solido José Garrido. Y muy definitorio puede resulta su paso por Las Ventas para Gonzalo Caballero.
En suma, muchas papeletas que resolver cada tarde cuando se inicie el paseíllo.
0 comentarios