MADRID. Séptima de feria. Lleno de “No hay Billetes”, en el día del Santo Patrón. Cinco toros de Victoriano del Rio y una con el hierro de Toros de Cortés (5º), desiguales de trapío, blandos y bajos de casta, yendo a menos; los mejores, el 1º y 6º. Enrique Ponce (de azul celeste y oro), silencio y ovación tras un aviso. Sebastián Castella (de malva y oro), silencio y silencio. David Galán (de blanco y oro), que confirmaba la alternativa, palmas y ovación tras un aviso.
Con respeto recibió Madrid el regreso, después de cinco años de exilio voluntario, de Enrique Ponce. Y vino con el “No hay billetes” a cuestas. Y dentro de lo poco que dieron de sí los toros de Victoriano del Río, el respeto y el interés se mantuvo durante toda la tarde, que ya había comenzado obligando al valenciano a saludar desde el tercio, tras romperse el paseíllo.
La verdad es que todo estaba preparado para este festejo patronal. Lo que no estaba previsto es que Victoriano del Río digamos que no acertara en la elección de sus seis toros. En general, todos por debajo del nivel de casta necesaria, demasiado blandos y con una duración muy medida. Una media insuficiente para lo que resulta necesario para hacer el toreo auténtico y para triunfar en Madrid. En definitiva, una corrida decepcionante, que nada suma a esta ganadería, sino que resta.
La excesiva blandura y su mínima duración, no permitió a Ponce regresar a Madrid en otro tono de mayor calado. Ese primero de su lote tenía un punto de clase, pero era incapaz de exteriorizarla, ni con el suavísimo hacer del torero de Chivas.
Hizo un esfuerzo importante con el 4º, un toro que nunca humilló y siempre andaba con la cara suelta, pero con mayor pujanza en sus acometidas. Lo llevó Ponce por bajo de forma notable en los muletazos iniciales, para a continuación ponerle delante la muleta sobre la mano derecha, con la desigual fortuna que ocasionaban las condiciones del toro, pero siempre con mérito. Con todo, en muchos momentos dejó muletazos con ambas manos muy desmayados, con sabor y torería, que el tendido agradeció. Había buena sintonía. Los muletazos por bajo al final del trasteo tuvieron un sabor grande, tanto que acabaron de calentar el ambiente. La espada, sin embargo no le fue propicia y frenó un éxito mayor, que se redujo a una prolongada y sincera ovación. Feliz reencuentro de Ponce y de Madrid, lejos de las desconfianzas mutuas de años atrás.
Poco puede exigírsele en esta ocasión a Sebastián Castella. Ni su primero, un tanto descoordinado de los cuartos traseros, ni el quinto, geniudo y nada humillador, estaban por colaborar lo más mínimo. Detalles de Castella, incluido sus cambiados por la espalda, decisión y firmeza de pies, para unos intentos que no podían progresar.
Como engañarse es absurdo, desde que se anunció este cartel había más que reticencias por la inclusión de la confirmación de alternativa de David Galán, un torero que en sus ya mas de siete años en el escalafón escasamente se ha vestido de luces una docena de veces; en los últimos cinco años, tan sólo dos. En el fondo, el único que tenía confianza era Ponce, que desde su infancia había sido muy amigo del padre del confirmante, Antonio José Galán. Pues las reticencias se volvieron sorpresa. Ponce tenía razón. Y ese cambio de percepción es mérito hay que adjudicárselo al nuevo Galán.
Comenzó sorprendiendo con su buen aire al lancear al toro de la ceremonia y siguió sorprendiendo con la templanza de los inicios de su faena de muleta, siempre más meritoria con la mano de derecha. Luego el animal, muy noble, vino tan abajo que no hubo más remedio que coger los aceros. Tras los intermedios de un par de quietes cuando le correspondía, con empaque manejó el capote con el que último de la tarde. El de Victoriano del Rio, también con su punto de nobleza, permitió al malagueño volver a llevar largo y templado a su enemigo en dos series de derechazos importantes. Bajó más tarde con la mano izquierda, para completar luego otra de mayor enjundia, cuando el animal tocaba fondo. Y a matar. No lo hizo mal, pero falló con el de la cruceta.
A su paso por Madrid Galán ha dejado un rastro mucho más optimista del que había en los inicios de la tarde. Hasta poco comprensible resultaba su soltura y su comodidad al andarle a sus toros, con lo poco que se ha vestido de luces. Estadísticamente no ha pasado nada; en la realidad, ha sido una muy digna confirmación de alternativa.
Otrosí:
Joselito Adame entra en el cartel de esta viernes, en sustitución de Abellán
Miguel Abellán, intervenido en la tarde de este jueves de un cólico nefrítico, causa baja en el cartel del viernes. La empresa ha llamado para cubrir su puesto al mexicano Joselito Adame. El cartel, con toros de Jandilla, lo completan El Fandi e Iván Fandiño.
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