MADRID. Ultimo festejo de la temporada. Un cuarto de entrada. Novillos de Rocío de la Cámara y Cortijo de la Sierra (4º y 5º), bien presentados pero nulo juego y la mayoría con complicaciones. Pascual Javier (de grana y oro), Silencio y silencio. Daniel Palencia (de grosella y oro), silencio y silencio. Sergio Blanco (de violeta y azabache), silencio tras aviso y silencio y tras aviso.
Una complicada y problemática novillada de los dos hierros de Rocío de la Cámara ha puesto el telón final a la temporada madrileña. La ganadera jerezana, eso sí, envió a Madrid un encierro fuerte de presentación, incluso en demasía: con este trapío más de un veedor no habría aceptado una corrida para más de una figura. Lo que ocurre es que luego nada bueno llevaban bueno.
Volvía a Las ventas el valenciano Pascual Javier, que dentro de lo deslucido de la tarde, tuvo un buen sentido de la lidia –que era lo único posible– despachó a sus dos enemigos con prontitud.
A Daniel Palencia le correspondió en primer lugar el único de los novillos medio toreable; se esforzó en una larga faena que careció de interés. Frente al quinto no tuvo ninguna posibilidad de lucimiento.
El colombiano Sergio Blanco, que estuvo en la novillada inaugural y ha vuelto a estar en el cierre, se mostró con mucha decisión ante el tercero, intentándolo sobre las dos mano. Frente al que cerro plaza y año taurino tan sólo pudo destacar por su manejo con el capote. Pero hay que reconocerle que se fajó con sus dos enemigos, pese a las evidentes complicaciones que llevaban dentro.
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