Resulta incuestionable que el espectáculo taurino es caro. Sobre todo si se tiene en cuenta que son precisamente las localidades baratas las que más trabajo cuesta vender: se agota antes la sombra que el sol, el tendido que la andanada. De hecho, no hay sector taurino que no abogue por la moderación de los precios como una medida imprescindible para salir de la crisis.
Pero todo tiene un punto de relatividad. Y así, por ejemplo, si la comparación de precios taurinos se realiza, por ejemplo con el futbol, resulta que ir a los toros puede parecer hasta barato. Pero si la comparación se realiza con une espectáculo netamente elitista como la opera, resulta otro tanto.
La dificultad de las situaciones heterogéneas
Establecer una comparativa de los precios entre las distintas plazas y abonos de primer nivel, resulta una tarea complicada y no siempre fácil. En primer término, porque la distribución física de las localidades no sigue criterios homogéneos, porque cada Plaza se adapta a su propias disponibilidades de espacio, ni las tablas de precios responden tampoco a criterios uniformes, dado que algunas plazas se diferencian según la categoría de la fecha y el cartel, en consecuencia, pueden compararse de manera directa y con exactitud.
Y así, por ejemplo, Sevilla y Valencia cuentan, con tres filas diferenciadas de barreras y en la capital del Turia además se establecen hasta 6 filas de contrabarreras y en ambos cosos no son idénticos los precios todos los días de sus abonos.
Pero, sobre todo, tampoco las distintas plazas presentan idénticos aforos. Y así Madrid más que duplica a Sevilla, por citar un caso. Nos encontramos, pues, con un factor que influye decisivamente en el establecimiento de los precios,
Quiere ello decir que a la hora de comparar precios hay que proceder con extremo cuidado y siempre de una manera de algún modo relativa: más que el dato concreto, conviene quedarse con las tendencias que marcan las tablas de precios.
Pero con todas estas salvedades por delante, y sabiendo que no pueden realizarse comparaciones estrictamente directas, una cosa es cierta: entre las grandes ferias, Bilbao es la que presenta unos precios sensiblemente más altos, sea cuál sea la modalidad de localidad que se seleccione.
Así, una barrera de sombra que en Madrid cuesta 147,50 y en Pamplona 125, en la capital vizcaína sale por 171 euros en los días estrellas y por 152 los restantes. Una notable diferencia. Y si un tendido bajo de sombra en Bilbao sale por 97 euros, en Madrid cuesta 73,80 y en Pamplona 71. Pero exactamente las mis proporcionalidades se producen entre las localidades más baratas: mientras que en Madrid por menos 8,90 euros se puede a una andanada de sombra, la galería de sombra en Bilbao cuesta casi el doble: 18.
Prácticamente imposible resulta comparar lo que podríamos denominar el primer anfiteatro, porque en unos casos –incluso dentro de la misma plaza– se trata de palco y en otros de gradas.
Pero pese a todo ello, y aún teniendo en cuenta la existencia de abonos bonificados para la tercera edad o la juventud, resulta incuestionable que el espectáculo taurino es caro. Sobre todo si se tiene presente que son precisamente las localidades baratas las que más trabajo cuesta vender: se agota antes la sombra que el sol, el tendido que la andanada.
No resiste comparación con otros grandes espectáculos
Pero todo tiene un punto de relatividad. Y así, por ejemplo, si la comparación de precios se realiza, por ejemplo con el futbol, resulta que ir a los toros puede parecer hasta barato. Y así una entrada muy buena para un derby R.Madrid-Barcelona, en un estadio con 80.000 localidades –más de tres veces Las Ventas– se cotiza a casi 1.000 euros y la más barata tiene un importe de entorno a 70. Y además se acaba el papel con días de antelación, aunque se televise.
Pero si la comparación se realiza con une espectáculo netamente elitista como la opera, un abono para nueve funciones de estreno oscila entre 1.830 de la localidad más cara y 100 euros la más barata –que corresponde a los laterales del último anfiteatro–; lo que podría corresponderse con lo que taurinamente se entiende por un tendido bajo cotiza a 1.740 euros, mientras que una abono asimilable al tendido alto cuesta 1.500. En todos los casos, proporcionalmente más caros que una tarde de toros.
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