En cuanto a cantares y tonadillas, hay abundancia de manifestaciones, posiblemente porque en cada lugar ha habido alguien que ha cantado a la fiesta, el suceso o la manifestación del rincón donde habita. Una vez más, quiero referirme a dos romances salmantinos, cuyos relatos son dos hechos acaecidos en la provincia de Salamanca, y tuvieron como protagonista al toro bravo.
Uno de ellos acaeció en Peñaranda de Bracamonte, donde se produjo un desafío entre el torero local, Cachucha, y el aficionado de la misma localidad, el tuerto de Peñaranda: el reto consistía en saber cuál de los dos lidiaría mejor a un toro de más de seis años y el romance comienza:
Cachucha le dice al tuerto
Parece ser que el tuerto que no veía la cosa muy clara, optó por darle largas al desafío…
El tuerto dice a Cachucha
Cachucha, más picado en su amor propio, quiere enfrentarse al toro cuanto antes…
Cachucha ha llamado al toro
Se produce la cogida y muerte de Cachucha, siguiendo el romance…
Las almendras que llevaba
Queremos aclarar que en las fiestas de todos los pueblos de Salamanca, existe una costumbre tan original, como es el comprar e invitar a las almendras, tanto a los asistentes a la fiesta, como a los que no han acudido, que se les llevan. Son simplemente unas almendras en una sartén, y que se llaman, almendras garrapiñadas, teniendo fama por encima de las demás, las que se fabrican en Alba de Tormes.
Tras la muerte de Cachucha, nuevos romances son entonados por gargantas populares, y uno de ellos viene a decir:
Cachucha ya no es Cachucha
En el cancionero de don Dámaso Ledesma, está editado un romance de Ramón Reyes, titulado Los mozos de Monleón, que hace referencia a la costumbre de este pueblo serrano de celebrar encierros, dándose una anécdota un tanto especial, ya que la madre de un mozo lo maldice, y le desea la muerte, cuando éste se encamina hacia el lugar donde se encuentran encerrados los toros.
El romance dice así:
Los mozos de Monleón se fueron
Al hijo de la veñuda
Permita Dios si lo encuentras,
Se cogen los garrochones,
A eso de los nueve meses
los vaqueriles abajo,
En el medio del camino,
Muchachos no entréis a él,
Se presentan en la plaza
Compañeros, yo me muero
Que llamen al confesor,
Al rico de Monleón
A la puerta la veñuda
Al ver a su hijo así,
A eso de los nueve meses
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