“Son sus fiestas las más animadas de España, las más bullangueras, las más típicas” y el escritor continuaba diciendo: “Allí ni se duerme, ni se descansa. Sobre todo la gente joven, empalma las juegas, pues de día canta, baila y se divierte ….y de noche también”. Se trata del semanario “La Lidia” y se refería a los sanfermines de 1914, ahorra hace un siglo.
“Van en grandes pandillas –describía– con largas blusas y boinas o sombreros de segador, con abundante y sabrosa comida, la bota bien repleta de zumo navarro, tocando silbos y tamboriles y danzando. Y así andan por las calles y así están en los tendidos de la Plaza de toros”.
Para el periodista anónimo de “La Lidia”, “el navarro es franco, cariñoso, simpático, hospitalario y alegre. Por San Fermín se descuelgan en su capital los de la barranca, los de la ribera, los de la montaña. Y son recibidos con los bracos abiertos”.
“Ya en la ciudad, se desborda el buen humor de todos, ante el asombro de los muchos franceses que pasan el Pirineo anualmente”.
Y más adelante explicaba: “El encierro, llamado allí entrada, es otra de las cosas dignas de verse. (….) Al galope se encierra de mañanita cada corrida, pasando por calles cerradas con talanqueras y precediendo a toros, bueyes y pastores un tropel de hombres corriendo”.
Tras elogiar los carteles de aquel año de 1914, de los que finalmente se “cayó” Joselito por estar convaleciente, el escritor destaca que “los pamploneses están haciendo de Pamplona una preciosa población, con buenas calles, iglesias y jardines, y ferrocarriles del Norte directos a San Sebastián y a Logroño, y magníficos tranvías eléctricos por la provincia. Además, tirarán las murallas y la plaza de toros para hacer gran ensanche y hermoso circo taurino”.
Así lo contó The Kon Leche
Por su parte, en “The Kon Leche” bajo el título: “Sesenta y ocho cuernos en seis días” y “Un 50 por 100 de fenómenos y unos cuantos toreritos”, se puede leer el siguiente relato:
Pamplona arde en fiestas estos días y bien puede decirse que la lidia de toros es la totalidad del programa de festejos.
Ninguna región de España rinde tan copioso tributo alas fiestas de puntas como la navarra. Ninguna población de Andalucía, cuna del toreo, se aventuró jamás a lanza a la voracidad del aficionado un cartel a base de media docena de corridas.
Pero Navarra, siguiendo su tradición, asombra a España con cantidad y calidad de sus carteles taurinos.
Y vamos con las fiestas de hogaño.
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La cogida de Joselito es indudable contratiempo para el cartel del año.
Claro es que la afición de los naturales ha contrarrestado la desanimación que produjera el percance del gran lidiador de Gelves.
Y no es necesario indicar que el interés recayó en seguida en el diestro trianero Juan Belmonte.
Los demás toreros de la serie tenían un interés secundario. Belmonte y sólo Belmonte, justifica la ansiedad de conocer detalles de lo ocurrido en el ruedo pamplonés. Al fin y al cabo Juanito era el único as del cartel navarro
Y este as, como cumple á su personalidad torera, no ha tenido término medio: o ha levantado al pueblo en alabanza o lo ha precipitado en la indiferencia. Tres corridas ha toreado Belmonte; en la primera ha derrochado arte y valentía; en la última ha mostrado miedo é ignorancia.
En la segunda, mitad y mitad: colosal en uno y desastroso en otro. Nuestra portada expresa gráficamente la actuación de Terremoto en Pamplona: laureles e insultos, oreja y avisos. El Belmonte clásico…. Detallemos.
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Con la prensa local de Navarra, sobre la mesa de redacción, componemos la reseña de las corridas que la premura del tiempo nos permite alcanzar. Una triste experiencia nos convence de que de los medios informativos, este de la tijera es el menos falible.
Por lo menos preferible es al embuste telegráfico. En la reseña directa local podrá haber pasión ó tendencia, pero difícilmente habrá inexactitud de bulto…
Nos cuenta el cronista «Arako», del Diario de Navarra, que en la primera tarde, 7 de Julio, se corrieron reses de Villagodio, con las que Martín Vázquez lució sus condiciones de matador seguro, tumbando sus dos toros de otras tantas estocadas.
Hazaña que también realizó su tocayo Paco Madrid, que de igual modo acabó con sus dos bichos de dos medías.
Toreando, ninguno de los dos hizo nada.
Posada, en cambio, oyó palmas con el capote y la muleta, no siendo, en cambio, tan breve con el sable como sus compadres. Tres envites al primero y dos al segundo.
El ganado hermoso, pero manso, y la fiesta aburrida.
La segunda tuvo el supremo aliciente del debut de Belmonte.
Los bichos de Anastasio Martín fueron bravos y nobles. Únicamente los de Curro Vázquez tardearon y mansurronearon algo. El de Alcalá no lució con el alfanje como eo la tarde anterior, aunque se mostró voluntarioso con la tela.
Gaona inteligente en su primero; pinchó bajo, por lo que se dividieron las opiniones. En su segundo, en cambio, lanceó y banderilleó magistralmente y realizó una lucidísima faena, rematando con un pinchazo y una gran estocada. Se le concedió la oreja del toro.
De Belmonte dice textualmente el Diario de Navarra, reseñando el tercero:
“Y ahí tienen ustedes a Belmonte que, de plomo y oro, se entretiene
con una faena movida al principio, pero parada y valiente después, con pases por bajo, naturales, de pecho y Un cambiado. Sencillamente emocionante. Una de las veces se agarra a un pitón y es achuchado, mas continúa don Juanito en la misma cara dé la fiera, dominándola. Bien es verdad que el toro es una confitura por lo de bravo y noble.
Belmonte acaba con media estocada un poquitín caída. Ovación y oreja”.
El trianero había veroniqueado magnamente este toro.
Y dice del sexto:
“Belmonte, después de unos pases dados en los mismos cuernos, se agarra a éstos.
En la faena, valientísima, resaltan un pase en redondo y otro de pecho. Juanito liquida con dos pinchazos sin soltar, bien marcados, una estocada atravesadilla y un descabello.
(Ovación.)”.
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La tercera de feria y segunda de Belmonte, se da con toros de Concha y Sierra, nobles y manejables como ellos solos.
Gaona lució su gran repertorio en sus dos toros, si bien en el primero se deslució por pinchar demasiado. Pero se desquitó con creces en el segundo, al que tumbó de una gran estocada, previa magna faena. Cortó una oreja.
Paco Madrid también cortó la del quinto bicho en premio a media lagartijera y oyó muchas palmas por la fe con que entró á matar al segundo de la tarde.
En esta corrida dio Belmonte la nota culminante. Fué enorme la faena realizada con el sexto de Concha y Sierra. Leed al cronista navarro:
“Belmonte se lió con el toro, y desde el primer telonazo lo tuvo dominado, hipnotizado, como si la franela fuera un imán y el toro un trozo de acero. Ahí vimos pases de todos colores, naturales y redondos inenarrables, otros por alto, otros de rodillas, no ya delante de la cara del toro, sino, valga la hipérbole, debajo del hocico, y la faena, salpicada de momentos emocionantes, en los que Juanito se agarraba á los cuernos para no soltados hasta que la fiera iniciaba una nueva acometida siguiendo a la muleta. Hubo momentos en que el diestro se revolvía rozando al toro a lo largo del costillar, mas eso no me parece más que una habilidad de puro efectismo. Lo grande, lo inmenso, la verdad, estaba en aquellos pases naturales dados con la izquierda aun palmo de las armas y seguidos de otros de pecho espeluznantes.
Habiendo de eso no hay para qué decir que hubo molinetes, de rodilla, revoleras, cambiados, etc.
En resumen, un compendio de faenas antiguas y modernas.
Ese fué Belmonte en su segundo. Con el estoque atizó una media estocada corta y una entera, atravesadilla, entrando bien, y terminó descabellando á pulso”.
Y cortó la oreja… El reverso de lo que realizó con el otro bicho del lote. Leed:
“Belmonte, de encarnado y oro, hace, ayudado abusivamente por el peonaje, una faena estupendamente desastrosa y novilleril, siendo desarmado una vez.
Con el estoque atiza un pinchazo sin soltar, otro ídem, otro en lo duro
al hilo de las tablas y echándose hacia las islas Canarias, un intento saliendo perseguido, otro pinchazo sin soltar (la presidencia ordena se le dé un aviso) y otro intento. El toro se echa aburrido y diciendo cosas feas a los 400 peones que le han tenido tres horas á capotazo limpio.
La bronca se oye en Fregenal de la Sierra, alarmando a aquel pacífico vecindario.
El fenómeno se ha portado como el non plus de la maletería andante”.
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“De Parladé eran los toros de la tercera corrida belmontina. Chicos y nobles, como cumple a tan alta divisa.
Posada oye palmas sin calor.
Gaona y Belmonte están oyendo pitos todavía.
¡Tapa, tapa!”
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