Sevilla. Cuarta de feria. Tres cuartos largo del aforo. Toros de Victorino Martin, de impropia presentación, muy bajos de raza y con las fuerzas justas. Juan José Padilla (de esmeralda y oro), palmas y ovación. Manuel Jesús El Cid (de marino y oro), palmas y silencio. Salvador Cortés (de nazareno y oro), palmas y petición y vuelta.
Pues tampoco fue con la de Victorino. Se nos han ido los cuatro primeros festejos y ahora quedamos a la espera del toro de las figuras, que llegan este viernes. La verdad es que los prolegómenos no eran muy esperanzadores: la corrida del ganadero de Galapagar era manifiestamente mejorable en cuanto a presentación. Pero es que luego pronto se comprobó que las fuerzas no sobraban, que la raza brillaba por su ausencia, que la bravura, en fin, se administraba con cuenta gotas. Se comprende que el ganadero no quiera pisar el ruedo de Madrid, donde una corrida como la de hoy le hubiera hecho mucho daño. Algo se libró el tercero de la tarde, aunque pronto se apagó, y más destacado fue el sexto, que permitía el toreo templado y largo. En cualquier caso, un conjunto muy decepcionante, como los aficionados exteriorizaron en diversos momentos de la tarde.
Como en contraposición, la tarde nos deparó cuatro excelentes estocadas a cargo de Padilla y El Cid, respectivamente. La del jerezano en el cuarto, de premio. Y un excelente manojo de lances también de Padilla, con los que recibió a su segundo, abrochado con tres medias.
Pero, sobre todo, hay que quedarse con tres series de naturales al sexto en los que Salvador Cortés dormía el tiempo: lentos, templados, reunidos. En conjunto, Cortés estuvo toda la tarde muy centrado. Ya apuntó cosas muy positivas con el tercero de la tarde, mientras que el de Victorino tuvo fuelle para seguir los engaños. Y se creció en la faena de muleta con el que cerraba plaza, al que ligó una faena de muy buen tono y bien concebida. Qué pena que pichara antes de dejar la estocada definitiva, porque suya era la primera oreja de esta feria.
Poco más dio de sí la tarde. Positivo fue la madurez acreditada de El Cid, muy lejos ya, por fortuna, de su crisis. Y profesional y seria la actuación de Padilla. Por eso, ha sido una pena que esta terna tan bien dispuesta no haya tenido delante una corrida auténtica de Victorino Martín.
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